El Capitan ha vivido en los últimos días una ascensión muy poco habitual. Se trata de una escalada en libre realizada por una cordada íntegramente femenina. Lo han protagonizado Barbara Zangerl y Lara Neumeier, a través de una combinación de las vías Muir Blast y El Corazón. Aunque la lista de ascensiones femeninas crece día a día, existen muy pocos precedentes de una ascensión de una cordada femenina en libre, como el de Kate Rutherford y Madeleine Sorkin, escalando Freerider en 2010.
Barbara Zangerl es una de las mujeres que más y mejor conoce El Capitan. La escaladora austriaca no suele dejar pasar una temporada sin visitar Yosemite y ha escalado en libre numerosas vías allí. Haciendo cordada con su pareja Jacopo Larcher, ha tachado en sus viajes año tras año buena parte de las vías más duras de la pared. Ya en noviembre de 2015 consiguieron escalar allí en libre El Niño 8a+. En 2016 hicieron la segunda repetición en libre de Zodiac 8b. Y en 2017 sumaron en libre una de las líneas más duras de El Capitán, Magic Mushroom 8b+. En 2018, cuando se vieron obligados a cambiar de objetivo ante el mal estado de The nose, escalaron la difícil Pre Muir 8b, aunque en esa ocasión solo Barbara consiguió el encadenamiento completo. Su do de pecho llegó en 2019, con la repetición en libre de The nose.
Seis días, 35 largos, 8a
La escalada exigió a Babsi Zangerl y Lara Neumeier un total de seis días en la pared. Poco a poco fueron encadenando todos y cada uno de los 35 largos que se les pusieron por delante, con dificultades máximas de 5.13b (8a). Fueron alternando largos de primera, aunque ambas encadenaron todos los largos duros de 8a.
Antes de iniciar su intento desde el suelo, ambas escalaron la parte de Muir Blast (los primeros diez largos, con uno de 8a) como entrenamiento. Y es que esta era la primera vez de Lara Neumeier en El Capitan. Tan bien lo hizo, que Barbara Zangerl no tuvo ningún reparo en planear el asalto en libre en la primera ventana de buen tiempo que tuvieran. Para ello, decidieron subir primero agua hasta las Mammoth Terraces, para no tener que cargar con todo el peso durante su escalada.
Después de dos primeras jornadas de rápida progresión, los primeros problemas llegaron a partir del tercer día, con una travesía de 50 metros sobre roca mala en la que se les quedó enganchado el petate en una laja suelta. A punto estuvieron de provocar un desprendimiento, pero consiguieron salvar esa estresante situación.
En el cuarto día se encontraron con el terreno menos cómodo para ellas: fisuras anchas y una chimenea de sexto grado que se les hizo “más difícil que un 8a”. Terminaron llenas de arañazos y señales, “como si un camión nos hubiera pasado por encima”. Así pues, se tomaron el quinto día para descansar.
El sexto era el último día para hacer cumbre antes de la llegada de una gran tormenta anunciada. Les quedaban diez largos, todavía con uno de octavo grado por el camino. Los superaron uno tras otro, pero les cayó la noche encima. La navegación para encontrar la salida por arriba, que era técnicamente fácil, supuso un nuevo desafío para ellas, que por fin alcanzaron el top hacia las 3:00h de la madrugada, “totalmente destruidas”.
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