Juanjo San Sebastián es uno de los grandes personajes del alpinismo de nuestro país. No sólo por sus actividades, sino sobre todo por su capacidad de transmitir lo vivido.
Su libro «Cita con la cumbre», es ya un clásico de la literatura de montaña, «es lo mejor que he sido capaz de escribir, en torno a la historia más trágica que he vivido… pero no sólo hablo de eso. Uno de los mejores piropos que me han lanzado sobre este libro fue un amigo, cuando al terminar de leerlo me dijo: `pero aquí no estás hablando de montaña´»
Como los es también «Cuando la luna cambie, historia de una expedición al Karakorum». A Juanjo (aunque en la entrevista diga lo contrario:) le cuesta mucho sentarse y ponerse a escribir, pero cuando lo hace es un lujo leerle pues sus palabras (igual que cuando habla) son el fruto de muchas horas de reflexión.
A primeros de febrero pasó por la Librería Desnivel para dar una conferencia que tituló “El viaje” en la que nos relataba su historia de transformación personal, una historia vivida través del tiempo y de multitud de experiencias en distintas cordilleras y espacios naturales del mundo. Más que una historia de montaña, su conferencia fue un recorrido por todas las emociones, estados de ánimo y puntos de vista que caben en una vida. Una historia continua de aprendizaje y adaptación, de búsqueda de modelos en los que inspirarse, de metas para perseguir.
Y, aprovechamos para realizarle esta entrevista en la que nos transmite muchas ideas interesantes para reflexionar, especialmente en estos días de encierro en que disponemos de tanto tiempo.
«Las experiencias no te sirven sino reflexionas sobre ellas»
Este es un resumen de algunas de las ideas que nos transmitió en esta conversación:
«Siempre tengo cierta necesidad de escribir, en primer lugar para poner orden en mis ideas. Incluso para saber qué pienso yo de determinado tema ó qué balance hago de determinadas cosas que he vivido. Las experiencias no te sirven sino reflexionas sobre ellas».
«Constatar que la vida te ha ido cambiando me da la sensación de que significa que ha servido para algo vivir. La vida debe transformarte».
«Pasé de ser creyente a ser ateo, pero a ser ateo de todo… lo que no me impide disfrutar de la vida, de las amistades, de la reflexiones sobre la vida y un montón de cosas… pero soy ateo de todo, no creo en nada, en las ideologías… creo en la gente a la que aprecio independientemente de sus ideas…».
«Cuando he tenido alguna crisis la montaña me ha salvado… En esos momentos en que todo lo que da sentido a tu vida se derrumba, empiezas a salir a la montaña y te empiezas a sentir bien. La montaña supuestamente no vale para nada pero te hace mucho bien«.
«La vanidad que en un momento dado te ayuda, hay un momento en el que ya no lo necesitas, y te quedas más en lo que eres capaz de mejorar».
«Hay una época de la vida en la que te crees inmortal»
«Hay un tiempo de la vida en que deseas ser el mejor y hay otra época en la que deseas ser mejor de lo que eras y eso te da unas sensaciones estupendas».
«Nuestra generación fue afortunada porque vivimos la esperanza, el pensamiento de que íbamos a poder cambiar el mundo y eso es fantástico aunque no lo cambies, vivir con esa emoción, con esa ilusión, ha sido lo más grande que nos ha pasado… Estuvo bien vivir esa época y comprometerte con esa época. Hacer lo que creías tenías que hacer. Pensábamos que éramos capaces de cambiar el mundo que nos rodeaba, algo que me parece ahora secundario. Posiblemente esos cambios se hubieran podido dar sin nosotros, pero nosotros tuvimos la fortuna de poder participar en ese período».
«Cuando me reencontré con la montaña me di cuenta de que allí estaba la vida. La montaña te provoca unas sensaciones tan intensas que si tuvieras que definirlas con una palabra sería esa: vida«.
«Hay una época de la vida en la que te crees inmortal, en ese periodo de tiempo eres mucho más capaz de arriesgar que en otros».
«Hemos vivido una época en la que pudimos descubrir un mundo que ya estaba descubierto pero al que no iba casi nadie»
«Ahora vivo la montaña como vivo la vida: con mucha tranquilidad».
«Durante muchos años pensé que podía morir alguno de los que venía conmigo de expedición pero yo no, en aquella expedición al K2 en 1994, en la que murió Atxo, fue en la primera que pensé antes de partir que podía morir yo».
«Miriam [García Pascual] era una mujer ambiciosa, valiente, que no podía estar quieta. Lo dijo ella misma: «nací pájaro y miro con envidia a la gente que es feliz en tierra». Era una viajera y una escaladora compulsiva. Necesitaba escalar y viajar lo mismo que la gente normal necesita respirar. Y luego tenía esa capacidad de escribir, de hacer poesía en prosa, de transmitir conceptos y emociones en dos palabras, en dos frases».
«Hemos vivido una época en la que pudimos descubrir un mundo que ya estaba descubierto pero al que no iba casi nadie. Un mundo en el que podías vivir la soledad cosa que ya no es posible. Un lujo que te regala el azar. Todo lo que te pasa en la vida tiene que ver con tu actitud, pero también con el azar».
«Los mejores recuerdos que tengo de ascensiones tienen que ver con los vivacs»
«Para nosotros Atxarte era el umbral de lo desconocido. Había muy pocas vías abíertas pero mas que en abrir vías pensabas en abrir horizontes cada vez más lejanos: ir a los Picos de Europa, a los Pirineos… recorrer el camino que habían recorrido los que habían abierto aquellas vías que nosotros escalábamos en Atxarte. Soñábamos con montañas, con montañas lejanas.
A Atxarte le debo todos aquellos sueños y sigue siendo una puerta a otros escenarios».
«Los mejores recuerdos que tengo de las ascensiones que con más cariño recuerdo tienen que ver con los vivacs. Para mí vivir la montaña es vivir un atardecer».
«En aquella época todas las expediciones nos planteábamos objetivos muy ambiciosos, con muchos riesgos y muchas posibilidades de no alcanzar los objetivos».
«La montaña que marcó una época de mi vida fue el K2… ahora la veo como una montaña lejana».
«Por esas ironías del destino el mismo día que yo hice cima en el K2 fue el mismo día en que mi hijo nació. Y el año pasado estuvimos contemplándolo juntos el mismo día que yo hacía 25 años había alcanzado la cima y era el día de su veinte cumpleaños. La noche del 3 al 4 de agosto subimos a un collado desde el que se veía el K2. Y yo miraba el K2 y tenía la sensación de que aquello me había ocurrido en otra vida. Que era algo que tenía que ver con el que yo fui. Aunque el que soy tiene que ver mucho con el que fui, lo veía con tantísima distancia que era como si tuviese poco que ver conmigo. Me pareció increíble mirar al pasado junto a mi hijo. Ha sido una experiencia de las más bonitas que he vivido en montaña. Pero el K2 ahora lo veo muy lejano».
«Ha cambiado tanto el alpinismo que me interesa bastante poco»
«Intentar rescatar a Atxo era lo normal en una época en la que salías a la montaña con amigos, con gente con la que habías escalado mucho y a la que querías. A esa gente no la puedes abandonar. Cuando estás tratando de salvar a alguien así estás salvándote a ti mismo».
«Mi vida es mucho mejor habiendo hecho lo que hice que sino lo hubiera hecho, pues siempre me hubiera quedado el remordimiento de que en un momento que tenía que haberme comportado bien no lo hice».
«En aquella época tenías la idea de que no era anormal vivaquear al descender de una cima. Hoy los alpinistas, además, son atletas, la preparación es más científica, y se puede ver que vivaquear no es normal. En aquella época la posibilidad de un vivac formaba parte del juego. Hoy se huye como de la peste de un vivac. Y seguramente es mejor criterio».
«Ha cambiado tanto el alpinismo que me interesa bastante poco».
«Se ha tecnificado, se ha creado una metodología del aprendizaje, pero se ha perdido la parte del descubrimiento. Nosotros no descubríamos nada pero estábamos en soledad, no era fácil conseguir la información, la conseguías al mismo tiempo que conseguías la formación».
«Si tengo que vivir el tiempo que me ha tocado vivir, me parece que he sido afortunado por haber vivido esa época. Por nada del mundo lo cambiaría».
«Cuando escribí `Cuando la luna cambie´pensábamos que la luna llena traía el buen tiempo. Con los años, un amigo meteorólogo me dijo que no tenía nada que ver».
«Las pasiones no sabes porqué surgen y, a veces, tampoco porqué mueren»
«Admiro a Silvia Vidal cuando parte sola sin ningún elemento electrónico consigo. Me parece una manera muy bonita de ir a la montaña. También creo que no hay que renunciar, cuando vas a la montaña, a las herramientas de que dispones. Te estoy diciendo una cosa y la contraria. La posibilidad de tener una meteo exacta es una de las cosas que más ha cambiado en las expediciones. También las comunicaciones. Me gusta haber vivido aquellas expediciones en que estabas aislado de todo y también de la información meteorológica. Lo que no quiere decir que en las últimas expediciones a la que he ido no hayamos llevado internet y hayamos seguido los partes de la meteo. Y cada vez que voy a la montaña miro los partes de la meteo, como no».
«Sebas [Álvaro] es el único ser humano que conozco capaz de vivir cincuenta vidas en una. No he conocido nada igual en cuanto a capacidad de orden, de trabajo y de hiperactividad. Ha influido en mi pero también en mucha gente de este país en el cambio del concepto de la aventura. Lo ha hecho conscientemente, él sabía lo que estaba haciendo y nosotros pensábamos que estaba loco. Ha abierto muchas puertas que nosotros jamás hubiéramos sido capaces de abrir. He hecho trece o catorce expediciones al Himalaya, y la mayoría ha sido gracias a él. A ese torbellino de energía que es Sebas. A esa capacidad que tiene de ilusionar con proyectos a gente que te puede dar los medios».
«He tenido suerte en todo. El azar me regaló nacer en Bilbao y en aquella época».
«Hay momentos en que por circunstancias personales partir de expedición te salva la vida»
«Las pasiones no sabes porqué surgen y a veces tampoco porque mueren y tienes que buscar otras. A veces marcarnos un momento de distancia con lo que estamos haciendo nos puede hacer volver con mejores ideas, con mejores actitudes».
«Viví aquella época de los ochenta en que lo más absurdo para la sociedad era hacer montaña. Y mi última época de trabajo en la Caja de Ahorros era organizar actividades que tuvieran que ver con la montaña para ligar la imagen pública de aquella Caja con los valores de la montaña. Hasta ese punto ha cambiado la sociedad».
«Muchas veces si no nos acometiera la pasión no haríamos cosas importantes en la vida. Hay cosas que hay que hacer impelido por la pasión».
«Hay momentos en que por circunstancias personales partir de expedición te salva la vida».
«El boxeo me apasiona. Es un deporte muy técnico que exige mucha rapidez, muchos reflejos, mucha estrategia… y que tiene cierto riesgo, porque te hacen daño, claro».
«Volar es el sueño por excelencia de los seres humanos».
«Ramón Portilla es un inconsciente, un irresponsable, en el mejor de los sentidos. Si no nos acometiera la pasión no haríamos cantidad de cosas que han sido muy importantes en nuestras vidas. Si Colon hubiera sabido la cantidad de mar que tenía por delante hasta llegar a lo que él pensaba que era las Indias posiblemente no hubiera salido nunca con destino América. Hay cosas que hay que hacer impelido por la pasión. Ramón en ese sentido es fantástico en cuanto a que es capaz de crearse unos sueños con aquello en lo que encuentra una chispa y es capaz de decir: `me voy a por ello y lo que pase en el medio me importa menos´. En ese sentido Ramón ha sido para mi una fuente de inspiración y un motor que me ha llevado a muchos sitios que no haber sido por él no hubiese ido».
«La amputación de los dedos no fue traumática porque fue un proceso muy lento»
«Hay mucha gente, sobre todo en estos tiempos, que confunde independencia con libertad. He conocido a muy poca gente capaz de soportar la libertad. La libertad claro que es independencia, pero es independencia de todo… la libertad es soledad, es desasosiego, es frío… entre las poquísimas personas que he conocido capaces de soportar la soledad, la libertad en términos extremos, una fue Miriam [García Pascual] y otra Martín Zabaleta. No fue casualidad que fuera el vasco que hizo cima en el Everest el año 80. Es un personaje al que admiro muchísimo, capaz de transformarse, capaz de hacer frente a todo desde la más absoluta soledad. Y al mismo tiempo tiene algunos toques de ternura, aunque tampoco demasiados».
«Me gusta la gente que comunica. Creo que estamos «obligados». Hemos ido a sitios donde otros no han podido ir, gracias a la sociedad y tenemos la obligación de contar que hemos aprendido gracias a eso, de compartir lo que hemos vivido. Martín [Zabaleta] no lo hace porque no le gusta pero se pierde una gran fuente de inspiración. Me da pena porque me parece un personaje interesantísimo».
«Los dedos que me faltan no les hecho en falta. Lo que no puedo hacer no es porque me falten dedos es por falta de facultades».
«Lleva años aprender a utilizar las manos [amputadas] como las uso ahora. Hasta que dejan de dolerte, hasta que recuperas el sentido del tacto -que lo había perdido casi entero-, hasta que el cerebro se da cuenta de lo que tiene y lo usa. Esa transición a mí me llevó años».
«La amputación de los dedos no fue traumática porque fue un proceso muy lento. En primer lugar porque había un amigo muerto, eso sí fue tremento. Los dedos… ves que te estás congelando pero a la vez no sabes si vas a poder salir vivo o no por lo que los dedos pasan a un segundo plano. Y, luego, desde que llegas al hospital hasta que te amputan pasa un tiempo en el que te das cuenta de que es inevitable. No fue en absoluto traumático. El primer día, cuando te quitan las vendas, sí… verte las manos… pero no fue traumático».