Cuando escribió este texto David Lama se encuentraba en Nepal, finalizando la fase de aclimatación y analizando líneas de ascensión en su expedición con Hansjörg Auer y Alex Blümel a la arista sureste del Annapurna III (7.555 m). El alpinista austriaco y sus compañeros habían elegido uno de los desafíos pendientes más apasionantes del Himalaya. Un tipo de alpinismo muy concreto y que no resulta ajeno a Lama, que ya había lidiado con otras ascensiones pioneras como la célebre escalada en libre del Cerro Torre por la arista sureste.
Quizás el hecho de haber coincidido en Nepal con otra forma de hacer alpinismo le había motivado a reflexionar sobre los estilos de ascensión y las modas que los rigen. En su blog escribió esta reflexión:
«Deberíamos escuchar más a menudo la propia intuición y disfrutar y experimentar la montaña a su manera».
Las modas no sólo ocurren en la moda y la industria, sino que también juegan un papel importante en el alpinismo. Algunas de ellas definen el curso de la historia.
La historia del alpinismo muestra que a menudo las modas han influido enormemente los estilos protagonistas en su tiempo. Me guste o no, estoy continuamente confrontado con nuevas tendencias. Lo que me preocupa es cómo cambian mi aproximación personal a las montañas.
Las cumbres y las primeras líneas difíciles en los Alpes y el Himalaya fueron ascendidas inicialmente sin demasiada preocupación en cuanto al estilo. Alcanzar la cima era la prioridad. La motivación era explorar lo desconocido y superar las mayores dificultades posibles. Todos los medios eran aceptables.
«El estilo alpino no recurre al apoyo de porteadores, cuerdas fijas y campamentos de altura».
Eso llevó a alpinistas clarividentes a entender que esta aproximación iba a llevar inevitablemente a un callejón sin salida. Sólo definiendo reglas autoimpuestas que eliminaran algunos medios, y desarrollando una mayor consciencia por el estilo, podría mantenerse vivo el desafío. En los años setenta, se demostró que las montañas más altas del mundo podían ser escaladas usando los mismos medios que se usaban en los Alpes. La ideología personal de unos pocos se convirtió en una tendencia que la siguiente generación adoptó y que desde entonces ha tenido un gran impacto sobre el alpinismo. Al contrario que el estilo expedición, el estilo alpino no recurre al apoyo de porteadores, cuerdas fijas y campamentos de altura.
Desde el principio, esta escuela de pensamiento ha influido mi manera de escalar. Ya sea en casa en los Alpes, en Alaska o en el Karakórum: una aproximación justa es mi prioridad. Asediar una montaña, con la cantidad de equipo que era normal en los viejos tiempos, no se me ocurre.
Una forma extrema de estilo alpino es la tendencia a perseguir ascensiones rápidas y la caza de otros récords. Se convierten en algo más y más de moda y ofrecen un ‘nuevo’ campo de juego que es fácilmente entendido incluso para los no-alpinistas. Personalmente, creo que esos proyectos carecen de espíritu de exploración y de un incremento real de la dificultad.
«La belleza de la escalada, para mí, reside en el proceso creativo».
¿Va a definir la moda de la escalada de velocidad el curso del alpinismo? Lo dudo. Rutas que fueron ascendidas por primera vez hace casi cien años se convierten en simples rutinas físicas y el estilo por sí mismo no abarca el alma entera del alpinismo. Un cronómetro no es una pieza natural del equipo para un alpinista.
La belleza de la escalada, para mí, reside en el proceso creativo. Una primera ascensión que es de alta calidad en cuanto a su estética, dificultades y estilo representa mi ideal personal.
Con el fin de ir hacia este ideal, necesito escucharme a mí mismo y no copiar a otros. En lugar de dedicar horas cada día tratando de estar al día a través de internet y revistas, uno debería escuchar más a menudo su propia intuición y disfrutar y experimentar la montaña a su manera.
Nadie necesita temer nadar contra corriente, si eso conduce al propio ideal. Uno debería estar más preocupado sobre las modas que le ponen en una dirección que se desvía de su camino personal.
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Totalmente de acuerdo con Lama. No creo que este criticando a nadie, solo dando su opinión.
Partiendo de que la exploración es cada día más difícil en los 8 miles (y que Lama juega a otra cosa)… ¿No hay exploración, aunque sea interna o subjetiva, en saber si un ser humano puede salir de un «hotel», coronar el Everest sin cuerdas fijas ni sherpas y volver a ese «hotel» del tirón? ¿No hay exploración, aunque no sea en el medio natural sino en el cómo -fair means-, tratando de coronar el Everest sin pisar el campo base? No sé si Kilian «explora» pero tengo claro que hace algo NUEVO.
Yo no creo que este criticando a Kilian… Kilian hace algo mas que subir deprisa. Es un estilo propio, con muy poca ayuda, limpiamente… estoy seguro que lo admira. Es estilo del que habla Lama, es soberbio. Lineas nuevas, sin acoso a la montaña, limpias y de compromiso. El ideal de todo alpinista. Lo del cerro torre y el taladro, era otra etapa suya. La gente evoluciona, y estoy seguro que ahora no lo haria…
«Gracias al tiempo que he estado en el monte, apartado de la gente, lejos del cronómetro, de los grados y de todas las listas de records, he coimenzado lentamente a escoger lo que es importante y descartar lo accesorio». (traducción un poco libre del blog de Marc Leclrec)..¿Coincidencia de pensamientos en la vanguardia?
Momia, ir deprisa en grandes paredes/montañas aporta principalmente seguridad. Me refiero obviamente a rutas expuestas, estar el mínimo tiempo a grandes altitudes, etc. Subir al Aneto por la normal no es el caso al que me refiero. Es un tema muy viejo, cuando Habeler y Messner hicieron la norte del Eiger en diez horas lo que buscaban era seguridad…