El último intento a la cumbre del Nanga Parbat, en el que David Göttler y Tomasz Mackiewicz consiguieron saltar la arista Mazeno y echar un vistazo a la vertiente del Diamir, ha puesto punto y final a la expedición del alpinista alemán, con Simone Moro y Emilio Previtali, patrocinada por The North Face. Y ha significado un nuevo punto y seguido para la expedición polaca, fijando de nuevo el foco de atención en un héroe prácticamente anónimo de los esfuerzos invernales a esta montaña.
Tomasz Mackiewicz, conocido familiarmente como Tomek, tiene en el Nanga Parbat su segunda casa. De hecho, prácticamente es como su residencia de invierno, puesto que ha pasado allí las cuatro últimas estaciones invernales, intentando una y otra vez el objetivo de alcanzar por primera vez esta cumbre en la época más fría del año.
Justice for All con Marek Klonowski
La primera vez que Tomasz Mackiewicz viajó al Nanga Parbat en invierno fue en 2010-2011. La expedición estaba formada por Marek Klonowski y él, bajo el nombre de Nanga Dream – Justice for All (Sueño del Nanga – Justicia para Todos), y quedaba fuera del programa gubernamental Polish Winter Himalaism 2010-2015, liderado por Artur Hajzer. Dos verdaderos outsiders de la montaña, que aparecían de forma inesperada en el Nanga Parbat cuando todavía no se había escalado ningún ochomil pakistaní en invierno (ese año, Simone Moro, Denis Urubko y Cory Richards estrenarían la cuenta en el Gasherbrum II). Tomek Mackiewicz y Marek Klonowski intentaron entonces la ruta Kinshofer de la vertiente Diamir, pero el exceso de nieve y el riesgo de avalanchas motivó su renuncia a mediados de enero sin haber ido más allá del C1.
La misma pareja regresó el invierno siguiente, también a la vertiente Diamir. La campaña 2011-2012 hizo que coincidieran en el campo base con Simone Moro y Denis Urubko, aunque su idea era ascender rutas diferentes. En aquella ocasión, los dos polacos se retiraron a mediados de enero, mientras que el italiano y el kazajo aguantaron un poco más, hasta mediados de febrero, aunque su valoración fue parecida; en labios de Simone Moro: «La montaña está inhumana. Es una ruleta rusa y eso no es alpinismo».
Tomek y Marek decidieron cambiar de vertiente el siguiente invierno 2012-2013, con la ruta Schell de la vertiente Rupal como objetivo. Después de muchas semanas de trabajo en la montaña y de dos semanas completas por encima de los 6.000 metros, Tomek realizaba un último ataque en solitario que lo llevaba hasta más allá del collado Mazeno, hasta una cota máxima de 7.400 metros.
En la vertiente del Rupal, los polacos coincidían con el francés Joel Wischnewski, quien intentaba la montaña en solitario y desapareció para siempre. En el otro lado de la montaña, Daniele Nardi y Elisabeth Revol por un lado, y Zoltan Acs, David Klein e Ian Overton por el otro, también se rindieron a la montaña. Con la conquista del Broad Peak por parte de sus compatriotas Adam Bielecki, Artur Malek, Maciej Berbeka y Tomasz Kowalski (con el trágico fallecimiento de los dos últimos durante el descenso), el Nanga Parbat quedaba como el penúltimo ochomil virgen en invierno junto al K2.
Un tipo duro, listo para entrar en la historia
Tomek Mackiewicz nació en el publo de Dzia?oszyn (en la provincia de Lodz) y su evolución como alpinista está indisolublemente ligada al Nanga Parbat. De anónimo outsider en 2010, o joven neófito (a los ojos de Simone Moro y Denis Urubko) en 2011, pasó a convertirse en una personalidad de montaña tremendamente respetada desde entonces. Y es que los 7.400 metros que alcanzó a finales de invierno de 2013 son la segunda máxima altura conseguida jamás en esta estación en el Nanga Parbat, sólo superados por los 7.800 metros a los que llegaron sus compatriotas Krzysztof Pankiewicz y Zbigniew Trzmiel en el ya lejano 11 de febrero de 1997 (por la ruta Kinshofer del Diamir).
De hecho, sólo los polacos en 1997, Tomasz Mackiewicz en 2013 y ahora el mismo Mackiewicz con David Göttler han sido capaces de superar los 7.000 metros en el Nanga Parbat invernal. Solamente cuatro expediciones entre las más de 20 que han tratado de conquistar la montaña en invierno.
Pero la creciente aura de Tomek Mackiewicz no se alimenta sólo de sus logros alpinísticos. Su personalidad y estilo de hacer montaña lo asemejan a los viejos estereotipos de los alpinistas de antes, generando una admiración que va más allá. Su barba y cabello rubio desordenado esconden un semblante mayoritariamente sonriente, acorde con una personalidad afable, tal como han constatado Simone Moro y sus compañeros durante la expedición de este invierno.
Su manera de enfrentarse al Nanga Parbat invernal difiere mucho del método de otras expediciones. Él no evita pasar noches y más noches en altura, soportando temperaturas significativamente más bajas que las del campo base e incomodidades notablemente mayores. La soledad de la altura y la ventaja de estar más cerca de su objetivo lo compensan sobradamente, a su parecer.
Y eso que sus expediciones no cuentan con los medios técnicos y tecnológicos de otros grupos más profesionalizados. En la vertiente del Rupal este invierno, el contraste ha sido máximo, entre los multipatrocinados Simone Moro y David Göttler y los escasamente financiados polacos. El presupuesto de su proyecto ha contado en un 80% con fondos obtenidos a través de una campaña de micromecenazgo (crowdfunding)… aunque por supuesto sin disfrutar de ‘lujos’ que hoy en día se dan por supuestos en cualquier expedición de estas características; por ejemplo, su campo base estaba instalado en las cabañas de madera que los pastores pakistaníes tienen en el lugar, y no en una mucho mejor acondicionada tienda de última generación.
Esa precariedad saltó desde el primer momento a la vista de Simone Moro, quien no dejaba de sorprenderse de lo duros que eran esos polacos con los que compartía campo base y con los que ha entablado una bonita amistad.
A pesar de lo difícil de pasar un largo tiempo a los pies del Nanga Parbat en invierno, soportando largos períodos de meteorología adversa que no permite ni tan siquiera acercarse a la ruta, Tomek Mackiewicz no parece vulnerable al desaliento. Fue el primero en llegar al campo base con sus cinco compañeros (Marek Klonowski, Pawel Dunaj, Jacek Teler, Michal Obrycki y Michal Dzikowski), quienes viajaron a Pakistán el 1 de diciembre y estaban listos para comenzar a trabajar en la montaña el primer día de invierno. El goteo de bajas en su equipo (Marek Klonowski, Michal Obrycki y Michal Dzikowski ya están en casa) no lo ha afectado, como tampoco lo ha hecho la llegada -y ahora la marcha- del equipo de Simone Moro.
Él ha continuado en todo momento avanzando en la ruta, sin prisa pero sin pausa, armado de una paciencia casi infinita y de una perseverancia proverbial. Ha pasado más noches que nadie en altura (en el último intento, abandonó el campo base cuatro días antes que los primeros de sus compañeros, por la necesidad de «estar solo») y, según ha afirmado, lo continuará intentando hasta el último momento. Todavía quedan tres semanas de invierno, Tomek Mackiewicz seguirá en el Nanga Parbat hasta el final.