Edu Marín y Dani Moreno han sumado una nueva vía de 9a en sus respectivos currículums, con el encadenamiento de Era Vella en Margalef. Los dos escaladores se hicieron con la misma vía con unos diez días de diferencia, después de haber estado compartiendo motivación, pegues, frustraciones y trabajo en ella durante unas semanas. Un tiempo en el que también coincidieron allí con la estadounidense Sasha DiGiulian, que se hizo con la primera femenina de esta línea equipada por Chris Sharma.
El encadenamiento de Edu Marín
El escalador catalán fue el primero de los dos en hacerse con Era Vella, el 26 de abril. Aquel día, Edu y Dani realizaron tres intentos cada uno, pero la vía no terminaba de salir. Según cuenta el propio Edu Marín en su blog, “había caído en los tres pegues a mitad de vía, sin ver la progresión que yo esperaba. No entendía nada… estaba muy enfadado conmigo mismo…”
Así que se encomendó a esa rabia que sentía para ir a por un intento más, el cuarto del día, a pesar de que normalmente con dos tenía suficiente: “Sabía que tenía dos días más por delante y que me iba a rebentar la piel y me iba a cansar y todo eso… pero no me podía ir de allí así”.
Él mismo describe su ascensión: “Escalé motivado, un pegue un tanto salvaje, sin calcular nada… en el búlder se me fueron los pies, hice un par de errores pero tiré para arriba y conseguí llegar a la reunión, grité con fuerza y puse a prueba la cuerda dando un saque de unos 20 metros!”.
Edu Marín ha necesitado un total de once intentos para hacerse con una vía que “cruza por en medio de un impresionante desplome y debe tener unos 35 o 40 metros”, y asegura que “desde el primer día que la probé quedé enamorado de ella”. En cuanto al grado, está de acuerdo con el 9a aunque lo matiza con un “fácil”.
El encadenamiento de Dani Moreno
“Aquel jueves 26 de abril acabé un tanto mosqueado”, reconoce Dani Moreno en su blog, donde informa que “desde el tercer pegue me estaba cayendo por encima del búlder y ya le había dado 12 o 13 y no había mucho progreso… no había manera”. Sin embargo todo cambió el sábado 5 de mayo.
Ese día el pie de vía estaba repleto de amigos, pero en realidad el escalador aragonés no tenía ni tan siquiera la intención de darle a la línea, ya que no estaba en su mejor punto, después de “toda la semana entrenando duro”. Después de calentar, le dio a La conjura de los necios 8a, sin éxito. Malas sensaciones y se pone a llover.
Pero se dejó convencer por Dani Fuertes, quien ya había encadenado Era Vella a mediados de abril, para no irse de Margalef ese día sin efectuar un intento. “Total, que al final me decido y, aún a regañadientes, le meto un pegue. Ya en el bloqueíto del L2 me noto un punch que no es normal, pero con la tufa que hay y la humedad reinante, no creo que llegue muy lejos”, cuenta él mismo en su blog, donde continúa diciendo: “Voy subiendo y casi sin enterarme me hago el búlder y me planto en el ‘reposo’ de la vía -¡otra vez aquí!-, pero en esta ocasión es diferente, salgo para arriba y siento que voy más ligero, no voy tan cansado como otras veces. Supero la sección que se me atragantaba y me encuentro ya en el último respiro antes de afrontar el bombito final… últimos movimientos in extremis, ¡qué lucha! ¡Pero esta vez hay victoria!”.
