Pau Escalé ha regresado a Chamonix con un nuevo sérac virgen en su currículum. El escalador de Vic ha abierto, junto a Jordi Serrat ‘Jou’, la vía Serrat-Escalé (650 m, V/6) en el Glacier des Natillons. La línea comparte los 300 primeros metros con la vía original de la ribera izquierda del Glacier des Natillons, antes de emprender su propio camino recorriendo el sérac que la ruta original bordea.
“La escalada en sérac también es un tipo de escalada diferenciada, que cuenta con una antigua tradición en Chamonix, aunque se ha perdido últimamente”, defiende Pau Escalé, quien últimamente se ha centrado en este tipo de escalada que, según asegura, “no es para suicidas”. Eso sí, el escalador catalán también advierte que “sólo sirve calcular las dificultades y los riesgos desde pie de vía; se puede perder un fin de semana si las condiciones entonces no son buenas, pero no vale hacerlo de otro modo”. Escalé está convencido de que “en poco tiempo, empezará a salir gente que lo probará, y será como su primera cascada de hielo. Yo creo que será el futuro”.
Un futuro que él se encarga de vivir intensamente ya. Su currículum incluye cinco escaladas a séracs: L’elephant blanc y Kali fragili el año pasado; y nuevamente L’elephant blanc, Paranormal activiti y Serrat-Escalé este año. Una temporada de hielo que Pau Escalé quiere alargar hasta junio, para volver a retomar en septiembre: “No estaría mal escalar en hielo diez meses de doce, sobre todo viviendo en Vic y trabajando entre semana”, dice.
Crónica de la escalada
Como viene siendo habitual en sus escaladas, la aventura empieza desde casa, de donde Escalé y Jou partieron el jueves pasado al salir del trabajo. “Daban mal tiempo, pero teníamos la oportunidad y decidimos probar suerte”, señala Escalé. Las previsiones advertían de la entrada de una tormenta en la zona de Chamonix el sábado por la tarde y el domingo.
El viernes a las cinco de la madrugada ya estaban en Chamonix; siestecilla en el coche y para arriba con el primer teleférico para instalarse en el vivac a las cuatro de la tarde. Tiempo justo para ir a echarle una ojeada a la vía, antes de sufrir cinco horas de intensa lluvia y granizo, que los deja empapados y a merced de la helada nocturna. Despiertan a las cuatro de la madrugada tiritando y con dolor de cabeza por el hecho de no haber pegado ojo en dos noches, se cambian de ropa e intentan dormir una hora más.
“A las siete ya hemos desayunado y empezamos a caminar, y a las ocho entramos a la pared”, comenta Escalé. Recorren los primeros 300 m de la vía original de la ribera izquierda del Glacier des Nantillons, para desviarse después directamente a por el sérac. “En realidad, la información y las fotos previas de la vía hablaban de tres séracs, pero el primero lo encontramos ya desaparecido y convertido en una campa de nieve de 70º”, cuenta Pau. Pero el segundo sérac sí les dio juego para su escalada favorita, especialmente el primero de los cuatro largos de unos 50 m cada uno que tuvieron que abrir: “Un largo de hielo bastante malo con los primeros 30 m desplomados y los siguientes 20 m con una inclinación de 80º y una sección final de 95º-100º”, que cotan en AI6, la mayor dificultad de toda la ruta.
Después vienen tres largos más fáciles y más tumbados, que deciden escalar en ensemble, hasta salir del sérac. Allí, recorren otros 150 m por una rampa de nieve que les llevan hasta la base de la pared donde empiezan las vías que ascienden a las agujas de la Punta Norte (o Punta Chamonix). Su idea era seguir arriba, enlazando con una de esas vías, pero “la nieve estaba fatal y el tiempo vuelve a amenazar, así que decidimos tirar para abajo”, destrepando por la variante de la derecha de la vía original de la ribera izquierda del Glacier des Nantillons.
Con el tiempo justo de desmontar el vivac apresuradamente y alcanzar corriendo la protección del teleférico del Midi, consiguen escapar a la furia de los elementos: “pudimos observar desde allí un espectáculo brutal, la lluvia y la nieve descargando con tal furia que por encima de los séracs bajan unos aludes inmensas, las canales son auténticos desagües de nieve, agua, piedra…”