Más de 6.000 personas han alcanzado la cumbre del Everest desde que Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay estrenaran la lista hace más de 60 años. Paralelamente, la montaña ha ido acumulando basura, excrementos y restos de material abandonados. El problema de la basura en el Everest se ha acrecentado con la masificación de sus rutas normales, que se ha intentado paliar con normas como la que obliga a las expediciones a bajar 8 kg de basura por alpinista o con campañas de limpieza.
Sin embargo, el tiempo y el cambio climático han jugado en contra de las medidas higiénicas, pues el retroceso de los glaciares han dejado al descubierto deshechos antiguos que generaciones anteriores de alpinistas, sobre todo de la década de 1990, fueron escondiendo en grietas de los glaciares.
Reciclaje y reutilización
Esta primavera ha surgido una nueva campaña de limpieza franco-nepalí, que lleva el nombre de Everest Green. Sus organizadores han cifrado en 16 toneladas las que se han recogido en todas las campañas anteriores y en unas 4 o 5 toneladas las que todavía quedan en la montaña. Parte de esa basura y material abandonado se encuentra a gran altura, donde resulta muy difícil acceder y todavía más complicado hacer el esfuerzo extra de descender con más peso, como explicó Álex Txikon a raíz de su reciente experiencia en el Collado Sur durante el intento de ascensión invernal.
Everest Green, que cuenta con el apadrinamiento de la alpinista Elizabeth Revol, tiene previsto recuperar la basura que pueda entre el C2 y el C4 (a unos 7.900 m, en el Collado Sur). Su foco estará puesto en elementos como botellas de oxígeno, cuerdas, tiendas, cartuchos de gas, baterías, restos de comida, latas, botes de conservas, ropa y plásticos, así como excrementos.
Lo que distingue esta iniciativa de otras parecidas es que su intención es reciclar esa basura, en la medida de lo posible, e incluso reutilizar aquello que todavía pueda ser de utilidad. Para ello, descenderán lo que recojan a lomos de yaks y transportarán la gran mayoría a India para gestionar su reciclaje. Incluso se contempla transportar ciertos materiales a Francia para su transformación en obras de arte que inspiren la conciencia de quienes las observen.
Bolsas de 80 kg en helicóptero
Por otro lado, el departamento de turismo del gobierno de Nepal ha lanzado también su propia iniciativa en pos de la limpieza del Everest. En este caso, su principal objetivo es lavarle la cara al campo 2 (6.400 m), que acumuló grandes cantidades de material abandonado procedente de las temporadas de ascensiones 2014 y 2015, canceladas prematuramente debido primero a un desprendimiento en la Cascada de Hielo del Khumbu que provocó la muerte de 16 sherpas y después al terremoto que asoló toda la región del Himalaya y causó una veintena de muertos en el CB.
Lo harán con grandes bolsas con capacidad para 80 kg de deshechos, que consideran que son las más indicadas para evacuar restos grandes de tiendas y otros materiales. Esas bolsas, obviamente imposibles de descender a las espaldas de los sherpas, serán transportadas en helicóptero. Para ello se utilizarán los viajes de vuelta de los helicópteros que en el inicio de temporada se encargarán de proveer los materiales para equipar el C2.
A todo ello hay que sumar otras iniciativas privadas lideradas por agencias como Himalayan Experience de Russell Brice, que asegura que ofrece a sus sherpas 2 dólares por kilo de basura recogida en sus salidas al C3 y al C4.