Oriol Baró y Sidarta Gallego, cinco nuevas rutas y tres picos vírgenes en Ladakh

La cordada se concentró en el valle de Kange, donde abrió Tempesta nocturna (700 m, 6b) al Yun Ri (virgen, 5.400 m); Via Grifone (1.200 m, MD+) al Kange Ri (virgen, 6.020 m); Es falles (1.550 m, VI/4, M4, 6b, A1) al Piri Ri (virgen, 5.850 m); Via del Luichy (300 m, 7a) al Rapsail Ri y Palestina lliure (800 m, VI/4+, M5) sin cima al Kang Yatze.

Sidarta Gallego en la Via Grifone al Kange Ri (Ladakh)  (Oriol Baró)
Sidarta Gallego en la Via Grifone al Kange Ri (Ladakh)
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Oriol Baró y Sidarta Gallego decidieron este año saltarse parte de su temporada más productiva como guías de montaña para emprender la que a la postre sería una fructífera expedición al Ladakh, en el Himalaya indio. «Gracias a unas fotos de Sergi Ricart, a sus explicaciones de cómo serían las cosas sobre el terreno y a la ayuda de Grifone», especifica Oriol Baró.

Llegaron a finales de junio a Leh, «una capital muy poco hostil, en la que uno se encuentra a gusto desde el mismo momento en que llega». Tiempo justo para realizar los últimos preparativos y alguna salida de aclimatación y, a principios de julio, ya salían en dirección al Zanskar, acompañados por el cocinero Ifti. Por el camino, compraron todo lo necesario para permanecer un mes solos en el campo base.

Su primer objetivo era el valle anterior al Pensi La, un collado situado a 4.400 metros de altura que da acceso al Zanskar desde Kargil. Sin embargo, el río que protege la entrada les hizo imposible acceder, con lo que tuvieron que tirar de plan B. «Nos dirigimos al pueblecito de Akshu para enfilar el camino hacia el valle de Kange«, explica Oriol Baró, que añade que «allí, a 400 metros y justo delante del glaciar, en el lugar llamado Rapsail Demo, instalamos el campo base».

Actividad muy productiva

El propio Oriol Baró reconoce que desde ese mismo momento «la actividad fue muy productiva, debido al buen tiempo en las dos primeras semanas». Comenzaron con la apertura de Tempesta nocturna (700 m, 6b) al Yun Ri, un pico de 5.400 metros que no tenía registrada ninguna ascensión anterior.

Después, siguieron hacia el Kange Ri (6.020 m), otra cima sin ascensiones registradas en la que abrieron la Via Grifone (1.200 m, MD+). Para seguir a continuación con otra primera ascensión a una cumbre virgen, la del Piri Ri (5.850m), en la que abrieron Es Falles (1.550 m, VI/4, M4, 6b, A1). En la aguja del dedo de esa misma montaña repitieron, al menos en parte, una vía de la que no tenían datos (1.080 m, 6c, A2+).

Todavía con buen tiempo, no era cuestión de desaprovechar las condiciones y se dirigieron al Rapsail Ri para abrir la Via del Luichy (300 m, 7a), dedicada a su amigo y prolífico autor de guías de escalada Luis Alfonso.

«Durante los 21 días que estuvimos instalados en nuestro campo base, estas fueron las actividades», concluye Oriol Baró, quien destaca que «la zona tiene muchas posibilidades y un acceso relativamente sencillo, además de tener a unas dos horas de camino las cabañas de Akshu, donde íbamos a buscar yogurt, leche…»

Segunda parte de la aventura

Pero ahí no terminó la expedición de Oriol Baró y Sidarta Gallego. Con una buena cantidad de metros de escalada en la mochila, y tras un par de días de descanso en Padum, la capital del Zanskar, decidieron «intentar en estilo totalmente alpino y desde el mismo Pensi La, la montaña de nuestro plan original», de la que no desvela el nombre. «Cruzar el río fue mucho más que emocionante pero, después de tres días de camino y una escalada muy difícil, la tormenta nos hizo dar la vuelta… tenemos trabajo pendiente para otro año…», sentencia.

Ya en Leh, coincidieron con Nacho, un amigo que vive en Ladakh en verano y que les había prestado buenos consejos. Con una semana todavía de tiempo antes de la fecha de su vuelo de regreso, decidieron emprender con él la ascensión al Kang Yatze (6.400 m), situado al final del famoso trekking del valle de Markha.

Tras un par de días de marcha, instalaron el campo base y a las once de la noche iniciaron su escalada, «que en un principio resultó más peligrosa que difícil, aunque las tres últimas tiradas para llegar a la arista son bien diferentes y nos hacen escalar en terreno mixto difícil». En doce horas de actividad, alcanzan la arista, «de roca malísima». Allí, el oficial de enlace de una expedición británica les conmina a renunciar a la cima principal y emprender el descenso por la bajada normal de la antecima. Aunque sin cima, dejan dibujada la línea de la nueva Palestina lliure (800 m, VI/4+, M5).

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