El mal tiempo se ha instalado para los próximos cuatro o cinco días en el Nanga Parbat, según pronostican las previsiones del meteorólogo de referencia Karl Gabl desde Innsbruck. Los alpinistas han aprovechado al máximo los días previos a ese emporamiento para ascender todo lo que sus fuerzas y la montaña les han permitido hasta el momento. Paralelamente, otro protagonista da los primeros pasos para ganarse su parte de atención…
Se trata de Daniele Nardi, el alpinista italiano que anunció a finales de diciembre que iba a regresar al Nanga Parbat también este invierno, después de haberlo intentado ya el año pasado en compañía de la francesa Elisabeth Revol. Nardi tenía prevista su partida desde el aeropuerto de Fiumicino este martes 20 de enero por la tarde. Su destino: la vertiente Diamir del Nanga Parbat, de donde Ralf Dujmovits se retiró por la peligrosidad de la montaña hace ya casi tres semanas.
Daniele Nardi ya declaró en su momento que había elegido voluntariamente partir con la estación bien avanzada y asumir ese mes de retraso con respecto a las expediciones de Justice for All y The North Face (ambas en la vertiente Rupal) para sacudirse de encima la presión de la competencia por ser el primero. Además, y a diferencia de Ralf Dujmovits, Daniele Nardi ha elegido una ruta diferente de la misma pared, el denominado espolón Mummery, que ya intentó el año pasado y en el que llegó hasta los 6.450 metros.
Cota 6.400 m en el Rupal
Mientras tanto, en la vertiente del Rupal, Simone Moro y David Göttler alcanzaban la cota 6.400 m tras instalar su campo 2 (6.100 m) y descendían inmediatamente hasta el campo base (3.800 m). El italiano y el alemán dan mucha importancia a la velocidad con la que cubren este recorrido, un detalle que consideran fundamental en sus aspiraciones de cumbre: según el blog de Simone Moro, tardaron 3 horas y media desde el CB hasta el C1 (5.100 m); el día siguiente invirtieron otras 3 horas en ascender desde el C1 hasta el C2; y después sólo tardaron poco más de dos horas para descender los más de 2.000 metros de desnivel que separan ese C2 del CB.
Además de los metros ganados a la montaña, el hecho de alcanzar la cota 6.400 m, ha dado la opción a los alpinistas a otear prácticamente la totalidad del resto de la ruta que les queda hasta la cumbre del Nanga Parbat, al haber superado el hombro que les impedía la visión. Ya lo había vaticinado Tomasz Mackiewicz cuando lo vio con sus propios ojos unos días atrás: la ruta se complica mucho técnicamente a partir de aquí.
La ruta se encuentra en peores condiciones que el invierno pasado
«La ruta está en condiciones muy inusales respecto a lo habitual: sólo hay hielo en la parte alta y poca nieve en las partes de mixto. También los polacos han dicho que respecto al año pasado es otro planeta, mucho más difícil. Requerirá una mayor habilidad para subir y descender la montaña y, en consecuencia, puede comportar potencialmente también una mayor lentitud», declaraba Simone Moro.
El siguiente tramo de la ruta Schell se dirige hasta la arista Mazeno, que ya está cerca y a la vista de los alpinistas. «Una vez alcanzada la arista Mazeno, se recorre durante unos 250 metros de desnivel -explica Simone Moro-, y después se corta a la izquierda horizontalmente toda la pared del Diamir, en un punto muy por encima de los seracs que bloquearon a Ralf Dujmovits, para enlazar el último tramo de la Kinshofer», es decir la ruta normal de la montaña.
La dificultad de los siguientes metros han llevado a los polacos a decidir montar un campamento extra entre el C2 y el teórico C3 (7.100 m), que preven situar a unos 6.600 m, algo que Simone Moro cree que hacen habitualmente todos quienes ascienden por este itinerario. De momento, sin embargo, unos pocos días de descanso para todos ante la llegada del mal tiempo.