Dani Moreno está como nunca y lo demuestra a la menor ocasión con sus aventuras roqueras, ya sea en cortos recorridos deportivos o en grandes líneas de mayor ambiente. No hace mucho, culminaba una semana redonda en Alquézar, donde se anotaba Piorato de Sión 9a y Monster 8c+. Ahora se ha puesto el traje bigwallero en Taghia (Marruecos) para escalar en libre Tabula Rasa (250 m, 8b) en la Paroi de la Cascade.
«Ya hacía varios años que llevaba oyendo sobre este lugar», comenta Dani Moreno acerca de Taghia, la meca de la escalada en Marruecos, «sobre sus placas, su roca pinchuda que te destroza pies y manos… así pues… ¡chip de tapia y a escalar!». Con más motivación que planificación, Dani Moreno, Carlos Vidal, Álvaro Lafuente y Alejandro Giménez ‘Taus’ se plantaron a los pies de las grandes paredes de Taghia.
A Tabula Rasa casi por casualidad
En un email a la redacción, Dani Moreno cuenta que «nuestro primer día de escalada fue en Zebda, aunque debido a una tormenta no pudimos acabar la vía y nos tuvimos que bajar cuando estábamos a dos largos del final. Esa misma tarde y toda la noche estuvo nevando. Al día siguiente amanece todo blanco, así que lo dedicamos a pasear. Nos subimos hasta el sector La Cascade, donde hay varias vías míticas como Babybel, Walou Bass… Estas cruzan algún tramo de chorrera y se veían un poco húmedas. También le echamos un vistazo a Tabula Rasa (8b, 240 m)». Y allí saltó el amor a primera vista… alimentado por el hecho de encontrarse más seca que sus vecinas.
«La verdad que no sabía mucho sobre la vía, ni quién la había abierto (pensaba que habían sido unos checos)», reconoce Dani Moreno, «pero para quitar hierro al asunto les convencí de que se veían muchas chapas». Está claro que el amor a primera vista es idílico y a menudo lleva a engaños, porque precisamente las chapas no abundan en Tabula Rasa, que había sido abierta hace un año por los alemanes Roland Hemetzberger y Fabian Hagenauer, que invirtieron cinco días en ella. «Queríamos crear una línea directa y obvia sin utilizar demasiados bolts», explicó en aquel momento Hemetzberger.
El escalador aragonés apunta que «cuando te metes en una vía de este tipo, digamos que ya te lo esperas y vas mentalizado; en este caso nos pilló desprevenidos». Él mismo destaca especialmente «el estilo de apertura de la vía, con alejes considerables… chapeau por Roland Hemetzberger y Fabian Hagenauer. Obligatorio llevar material, con el nivel con el que se va a este tipo de vías, con un juego de aliens (el negro no es necesario) hasta el rojo y continuar con friends hasta el 1 de camalot es suficiente. Nosotros no llevamos y tuve que hacerme el último largo de 6c de unos 30 metros y un puente de roca (al principio del largo), sin nada, fue muy emocionante».
Cambio de compañero
El largo clave de la vía es el primero, cotado de 8b, aunque las dificultades y lo psicológico de la vía acompañan durante todo el recorrido de 240 metros y nueve largos (aunque el L9 7a es realmente la unión de dos largos de 6c): L1 8b, L2 7b, L3 8a, L4 7b+, L5 6c, L6 7a, L7 7a+, L8 7b y L9 7a. Dani Moreno comenzó a escalar desde abajo del todo con Taus como segundo de cordada, mientras sus otros dos compañeros de expedición lo hacían saltándose el primer largo rodeando el zócalo por la izquierda.
Debido al cansancio acumulado, Carlos Vidal y Taus decidieron bajarse antes de llegar al final (tras el L7) y Dani Moreno se encordó a Álvaro Lafuente para continuar hasta el final. Este cambio provocó que Moreno sólo fuera de segundo el penúltimo largo, uno de los dos 6c’s en los que dividieron el L9. La aventura, de todos modos, no terminó con la cima. Después de un primer intento frustrado de bajar rapelando, tuvieron que volver a remontar los dos últimos largos (Álvaro jumareando y Dani escalando otra vez, pero a oscuras) y tuvieron que buscar el escurridizo camino de noche y sin frontal. Terminaron encontrándolo gracias a un vecino y a Taus, que habían ido a por ellos al ver cómo intentaban iluminarse con el flash de la cámara.
En cualquier caso, la experiencia mereció la pena y Dani Moreno destaca que «para mí, la vía lo tiene todo: tramos de buena roca, tramos de roca muy mala, exigencia física y la guinda, exigencia mental; momentos en los que hay que respirar y calmarse, sin mirar hacia abajo para ver dónde te has dejado el último bolt».