De locos está el mundo lleno, por suerte. Y muchas de las grandes cosas se gestan cuando dos de ellos comparten inquietudes, se juntan y se dejan querer por esa llamada común hacia lo desconocido. Es lo que les ha ocurrido a Leo Houlding y a Carlos Suárez, quienes recientemente formaban cordada en Riglos (Huesca), para ascender en libre La Visera y El Pisón en 2 horas y 37 minutos, al estilo de las correrías yosemiteras, incluyendo descenso en caída libre desde la cumbre. O dicho en jerga técnica: escalada de velocidad y salto BASE en el conglomerado de los Mallos.
Esta actividad era tan solo la primera de una serie de entrenamientos de Leo Houlding, como parte de su preparación para el Asgard Project 2009, con el que pretende ascender en libre la pared noroeste del Monte Asgard, en la Isla de Baffín, en Canadá. Sus siguientes pasos le llevarán al Monte Brento (Italia) y a Yosemite, y sus viajes serán filmados al completo por Alastair Lee de Posing Productions, director, entre otras, de Set in Stone (2006) y Psyque (2007).
«Mi compañero de Berghaus, Carlos Suárez, y yo nos juntábamos por primera vez», apunta Leo Houlding. «Tras unos días de calor, por fin encontramos el momento de escalar simultáneamente las ultra clásicas Zulú demente, en La Visera, y Carnavalada, en El Pisón», a lo que incluyeron sendos saltos BASE desde la cumbre, lo que desde luego agilizó su actividad.
En apenas dos horas y media se hallaban de vuelta en el bar El Puro, cuyo propietario, Toño, un sabio de sabios en materia riglera, les felicitaba por la ascensión más rápida que había visto en toda su vida.
La Zulú (7a+, 260 metros) les llevaría 50 minutos, escalándola en dos tiradas y en ensamble con una cuerda de 20 metros. «En la cima, rápidamente nos preparamos para el salto. Asumimos los nervios y nos lanzamos juntos al vacío».
Irían a aterrizar a la derecha de la base de la Carnavalada (7a+, 300 m), en la que utilizarían dos reuniones, también escalando en ensamble, hasta la cima, a donde llegaban en poco más de una hora, pudiendo observar con inquietud como un rebaño de nubes engullía El Pisón. «Logramos contactar por radio con la base -recuerda Carlos- y nos confirmaron que la niebla cubría hasta la mitad de la pared. Sabíamos que íbamos a atravesar las nubes… pero hay que saltar… Fue uno de los saltos más potentes que he hecho nunca». Los informes meteorológicos de Alistair lograron que Leo y Carlos terminaran por abrir el paracaídas. Un poco de aliento, algún rezo susurrado y poco después culminaban con éxito el que sería «el salto más increíble de mi vida», según Leo.
Claro, eso puede cambiar pronto. Carlos y Leo ya han proyectado nuevos retos, en el Monte Brento, o en las ignotas montañas de China (donde pretenden abrir 600 metros de pared).
Sea como fuere, Leo y Carlos le han lanzado un guante a la cara al resto de escaladores. «Queríamos hacerlo en dos horas, y no pudimos», reconoce Suárez, que invita a seguir esta tendencia (asegura que en Riglos sobran posibilidades) a los atrevidos que crean que pueden ser más rápidos, para que estos establezcan nuevos récords. Velocidad yosemitera a la española.
Trailer del Asgard Project 2009