Mar Álvarez es una escaladora sorprendente, desde el punto de vista periodístico. Durante casi toda la temporada se mantiene en el más absoluto de los anonimatos de plafón, para sacar a relucir su nivel a la roca extrema en verano, obteniendo un rédito asombroso. En los tres últimos veranos, ha subido cuatro veces de grado máximo encadenado hasta auparse a lo más alto de la escalada femenina con Era Vella 9a en Margalef.
En 2012, consiguió sus dos primeras vías de 8b+ en Rodellar, cuando encadenó Ixeia y Tripa de conejo, el 21 de julio y el 3 de agosto, respectivamente. En 2013, se sucedieron en Oliana su primer 8c con Fish eye el 30 de junio y su primer 8c+ con Mind control el 21 de agosto. Y en este 2014, en Margalef, su primer 9a, Era Vella, cayó de nuevo el 21 de agosto.
Ella se ha convertido en la segunda escaladora española capaz de encadenar una vía de noveno grado, después de Josune Bereciartu hace diez años. Además, sólo ha habido otras tres mujeres en la historia que hayan alcanzado la cadena de un 9a: la francesa Charlotte Durif con PPP en el Verdon en 2011, la estadounidense Sasha DiGiulian precisamente con Era Vella en Margalef en 2012 y la belga Muriel Sarkany con Punt-X en Gorges du Loup en 2013.
Después de unos días de ese histórico encadenamiento, hablamos de nuevo con Mar Álvarez al respecto y con más detalle.
«No es que sea mejor ni peor que nadie»
Tu primer noveno grado, ¿qué sientes y qué significa para ti?
Siento una gran satisfacción por haber conseguido hacer algo que me ha costado tanto esfuerzo, tiempo y dedicación. Exigirme y superarme es mi objetivo cuando escalo, el grado es sólo una consecuencia de ello. Claro que hace ilusión haber conseguido algo que pocas chicas han logrado, pero hay que analizar el por qué. No es que sea mejor ni peor que nadie (de hecho considero que no tengo ninguna cualidad especial), sino porque se han dado todo un cúmulo de circunstancias favorables que me han ayudado a conseguirlo: no tener lesiones, tener tiempo para entrenar, para descansar (que es tanto o más importante que lo anterior), para probar la vía las veces que quisiera, tener a alguien siempre dispuesto a asegurarme allí donde quería, tener unas buenas instalaciones donde entrenar, haber seguido (con ayuda) una buena línea de entreno, etcétera. Evidentemente hay que tener ganas, motivación y espíritu de sacrificio y ser muy constante, pero las circunstancias también tienen que acompañar, cualquier persona en mi misma situación también podría lograrlo. Además, no me considero una buena escaladora (soy muy incompleta), sólo una persona que en un momento determinado tiene la capacidad de adquirir y asimilar la fuerza necesaria para hacer una vía concreta. Por todo ello, la importancia y mérito que le doy a haber hecho noveno grado es relativa.
«Al encadenar, primero de todo la sensación fue de alivio»
Qué fue lo primero que se te pasó por la cabeza cuando llegaste a la cadena?
Primero de todo la sensación fue de alivio. Siempre he dicho que a mí lo que me gusta es ensayar vías. El hecho de meterme en una y verla como imposible, irle sacando los pasos, ir progresando y finalmente conseguirlo, es un proceso que me resulta de lo más gratificante. Sin embargo, tengo que reconocer que hubo momentos en los que pensé que no lo lograría, no progresaba como siempre que he ido al límite he hecho y tuve unos días de importante bajón físico como nunca había tenido. Sabía que podía, me veía bien, pero no acababa de cogerle el punto necesario para unir las secuencias. Llegué a pensar que esta vez realmente había sobrepasado mi límite. Por eso la sensación inicial fue de alivio, alivio por no haberme equivocado al pensar que podría lograrlo.
También sentí una gran satisfacción, además de por todo el trabajo, tiempo y dedicación que hay detrás, por no haber tirado la toalla cuando las cosas no salían como yo esperaba y deseaba (aquí tengo que reconocer que jugó un papel crucial David, si no hubiera sido por él no sé si habría tenido la fortaleza necesaria para no haber abandonado). Y de agradecimiento hacia todas las personas que creyeron en mí y me animaron a meterme en un proyecto de este calibre.
¿Cuánto tiempo has estado trabajando Era Vella hasta terminar encadenando?
El primer día que la probé fue el 21 de junio. Han sido dos meses de trabajo y de probar exclusivamente esta vía. 29 días en total.
¿Cómo fue el día del encadenamiento?
Fue un día como otro cualquiera. Hacía unos días que tenía la vía a punto, pero ese día no tenía grandes expectativas ya que las previsiones meteorológicas eran de lluvia. Al hacer la aproximación al sector me vi que estaba con más energía de lo normal (porque normalmente las aproximaciones me cuestan lo suyo) y la mañana no se parecía a lo que habían predicho, hacía buena temperatura y aire fresco y seco. Escalé como siempre, con ganas y sin presión. En las soltadas de manos de la sección clave vi que me rehacía y que podía soltar más rato de lo habitual, lo que hizo que llegara al crux con fuerza y consiguiera enlazar lo que hasta el momento no había logrado. A partir de ahí, sabía que si conseguía rehacerme en el reposo tenía muchas posibilidades de chapar la cadena, lo que me quedaba era pura conti y eso es lo que mejor se me da. Y así fue.
¿Cómo describirías la vía? ¿Se adapta a tu estilo de escalada?
Es una línea impresionante, unos 40 metros que discurren sobre un gran desplome anaranjado repleto de bidedos, tridedos y presas un poco raras de coger. Tiene un primer tramo vertical y fácil y de roca un poco descompuesta, un techo corto pero físico, un tramo de 5 cintas muy intensas con un paso de bloque marcado, y otro tramo de continuidad de secuencias menos duras pero que van hinchando.
Por un lado la vía me ha costado porque tiene dinámicos y bloqueos bastante largos y ese es uno de mis principales puntos débiles. Por otro lado, tiene variedad de pies y pequeños apoyos y eso es algo que siempre me ayuda y gusta. Suelo preferir también que las vías sean más de continuidad, para mi gusto ésta estaba demasiado concentrada en 5 cintas. Lo que sí tenía claro es que tanto si se me daba bien como si no, tenía que intentarla sólo por lo espectacular de la vía.
«Los amigos fueron el motivo por el que decidí meterme en un proyecto de esta categoría»
¿Por qué elegiste Era Vella?
Los amigos fueron el motivo por el que decidí meterme en un proyecto de esta categoría. Todo empezó el verano pasado, nada más hacer Mind control 8c+ un par de amigos empezaron a hablarme del 9a (ya se sabe cómo somos los escaladores, nada más bajarnos del proyecto ya estamos pensando en el siguiente. Y si no te lo buscas tú, te lo buscan los amigos). Me tomé sus comentarios completamente a broma, jamás se me había pasado por la cabeza que alguien como yo podría llegar a hacer noveno grado (no soy escaladora profesional y no considero que tenga ninguna cualidad especial para escalar). Durante el año siguieron recordándomelo, pero para mí seguía siendo algo que no me planteaba. No fue hasta casi inicios de verano que empecé a pensar en la posibilidad. Pedro Bergua (quien me ha estado aconsejando y ayudando con los entrenos), vio en el último test que hice que había ganado bastante fuerza máxima y mejorado el umbral de oclusión relativo, y me animó a que me metiera en algún proyecto duro. Si la gente de mi alrededor me veía capaz, ¿por qué no intentarlo al menos?
La primera vía en la que pensé fue Era Vella, por varios motivos. Un amigo me había insistido en que probara esta vía porque estaba convencido que se me daría bien (lo cual al final no resultó ser del todo cierto), estaba relativamente cerca de casa (lo que nos permitía ir y volver en función de los horarios de trabajo), y la línea de la vía me parecía espectacular y me motivaba lo suficiente como para poder darle los intentos necesarios sin que me aburriera de ella.
¿Otra vez encadenas lo más duro de tu vida en verano, ¿cómo eran las condiciones en Margalef?
Ha sido un verano bastante atípico en general, no ha hecho el calor de otros años. En julio se estuvo muy bien, las temperaturas no eran demasiado altas y casi todos los días soplaba una brisa que hacía que el tacto fuera bastante bueno. En agosto hubo días de bastante más calor, de bochorno y sin aire. De hecho por primera vez entendí y experimenté lo que era “escurrirse de un canto”. Por suerte estos días fueron pocos, en general levantaba un poco de aire y se estaba relativamente bien.
¿Has tenido que prepararte específicamente para esta vía?
Específicamente para esta vía no porque, como he comentado con anterioridad, no fue hasta casi inicios de verano que me planteé el ir a probarla. Pero sí que me he preparado a conciencia durante el año para intentar llegar fuerte al verano. Para ello introduje dos cambios en los entrenos que han sido la clave. Por un lado, todos los días de entreno los he hecho en la Stoneway (una especie de tapiz rodante vertical), lo cual me ha aportado, además de mucha diversión, una sustancial mejora cualitativa en los entrenos. El hacer los movimientos y bloqueos siempre en vertical en lugar de los típicos laterales y descendentes de los tablones convencionales asemeja mucho más el entreno a lo que luego se va a realizar en roca. Por otro lado, Pedro Bergua (escalador, entrenador y amigo) me ha estado ayudando con los entrenos. Yo tenía la errónea idea de que para mejorar solo había que entrenar más horas, cuando lo que hay que hacer es entrenar mejor. Gracias a él he ido introduciendo ejercicios más eficientes y a través de sus evaluaciones periódicas, además de motivarme, he ido adaptando y modificando parte de los entrenos adaptándolos al estado de forma del momento.
Sin estos dos cambios, no creo que hubiera logrado ni la forma ni la motivación suficientes para afrontar un proyecto así.
«He estado forzando demasiado, sabía que estaba rozando el límite de la lesión»
Tu progresión en los últimos años es imparable y parece no tener techo. ¿Probarás 9a+?
Por el momento es algo que no veo factible. Por varios motivos. Primero, necesito que el cuerpo se adapte a los esfuerzos que le estoy pidiendo. La progresión de grado en los dos últimos años ha sido bastante rápida y no he dado tiempo a fibras y tejidos a adaptarse, con el consecuente riesgo de lesión que ello comporta. Esta adaptación es muy rápida en personas jóvenes pero más lenta en personas que ya no lo somos tanto. Durante los entrenos he estado forzando demasiado, sabía que estaba rozando el límite de la lesión; y probando la vía he tenido una evolución muy diferente a la que he experimentado probando vías de mi máximo nivel hasta ahora, el cuerpo no me respondía como siempre lo ha hecho, signo de que estaba llegando a mi límite.
Segundo, necesitaría una vía que reuniera las características de ésta, que estuviera relativamente cerca de casa y que me motivara lo suficiente como para no aburrirme de darle pegues.
Y tercero, he conseguido algo que jamás imaginé que pudiera llegar a hacer, algo que siquiera estaba al alcance de mis pensamientos. Estoy más que satisfecha con ello, de momento no necesito más.
Finalmente, esta vía quiero dedicársela a Arnau Renom, que fue la primera persona que me llevó a escalar y la entereza y fortaleza con la que me consta afronta su circunstancia valen más que cualquier 9a; a Jordi Terés por animarme a tomarme la escalada más en serio; a Carlos Pérez por meterme la idea del 9a en mente; a David Bonavida por insistirme en que probara esta vía en concreto; a Pedro Bergua por asesorarme y motivarme en mis entrenos; a Sergio y Josué por inventar la Stoneway, y a todos los amigos que he ido conociendo desde que empecé a escalar y que de un modo u otro me han ayudado a llegar hasta aquí. Y por supuestísimo se la dedico a David por su paciencia y creer en mí más que yo en mí misma y no dejar que tirase la toalla.