“No sé por qué, pero he jugado al juego otra vez… He caminado por la línea que separa la pasión y la cordura”, inicia la reflexión acerca de su última actividad Hansjörg Auer en su blog. Una actividad al alcance de muy pocos, a la que ha dado publicidad en su blog “porque es algo importante para mí; quizás es también algo digno de la historia del alpinismo, o quizás no. No lo sé”.
Hansjörg Auer empezó a aparecer en las noticias de las webs y revistas especializadas de escalada precisamente por sus ascensiones en solo integral. Las más relevantes fueron la Tempi moderni (27 largos, 6c+) en Dolomitas en 2006, y especialmente la Via Attraverso il Pesce (900 m, 7b+) en la Marmolada en 2007. Pero una grave lesión sufrida en Yosemite en 2008 puso freno a sus incursiones en el free solo, para dar paso a una sólida carrera de liberaciones y primeras ascensiones.
Esa nueva etapa empezó curiosamente en el Wetterstein, donde se siente más cómodo, con la liberación de Vogelfrei (400 m, 8b/+) a finales de 2009. Después vendrían otras como la primera repetición de la mítica Pan aroma 8c en la Cima Ovest de Lavaredo o la liberación de Hallucinogen wall 8b en Black Canyon. La última, el mes pasado, con la apertura de Bruderliebe (800 m, 8b/+) en la cara sur de la Marmolada.
Regreso al solo integral
El escalador austriaco reconoce que “para ser honesto, en los últimos cuatro años –los que habían pasado desde su último solo integral- no había vuelto a encontrar el ‘momento perfecto’. Pensaba que ya lo había hecho todo en la escalada en solo integral, pero del mismo modo también sabía que eso volvería de una forma u otra de repente”. Fue rapelando esa misma vertiente sur del Schüsselkaspitze, tras haber escalado Hexentanz der nerven) con un amigo “cuando recibí el mensaje; y dos días después me puse a ello”.
La vía en la que se había fijado su regreso al solo integral era Bayrischer traum, una línea clásica de unos 400 metros de altura y muy vertical. Según comenta el propio Auer en su blog, la vía fue abierta en 1980 y liberada en 1983. Él mismo la había intentado por primera vez en 2002, aunque no fue capaz de hacerla en libre. Y no había vuelto jamás.
“Escalé la arista oeste hasta la cumbre del Schüsselkaspitze el día antes. Todo fue a la perfección. Fui capaz de escabullirme de cualquier otra persona que hubiera por allí. Disfruté de una puesta de sol perfecta, e hice algunas fotos antes de ir al vivac. La mañana siguiente, rapelé la línea y probé las secuencias más duras durante cuatro horas. No hubo ningún momento en el que pensara que algo no fuera posible, pero sabía que el crux era exigente”, cuenta Auer sobre la preparación de la escalada
Finalmente, se situó en la base de la pared y, después de calentar a conciencia, inició la ascensión lleno de confianza en sí mismo. “Después de una hora, alcancé la cima, grité para señalizar el final de mi concentración, caminé un rato por allí y me senté dejando volar mis pensamientos. Destrepé la arista oeste, empaqueté mis cosas y rehice el camino abajo en silencio. Cuando llegué a casa, estaba psicológicamente exhausto”.