DESENCUENTRO Y CRUCE DE CRÍTICAS

Discordia entre escaladores en la montaña de Montserrat

Una nueva polémica azota la comunidad escaladora de Montserrat. Tras el extraño suceso del desequipamiento de la vía Tarragó tras su liberación por los hermanos Pou, un artículo de prensa de unos ha desatado la respuesta de otros.

Montserrat.
Montserrat.
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Los desencuentros en el seno de la comunidad escaladora de Montserrat no son algo nuevo. La coexistencia de diferentes maneras de entender y practicar la escalada en uno de los santuarios de este deporte en nuestro país, muy frecuentado por los escaladores del área de Barcelona, siempre se ha movido en un equilibrio precario. Una situación frágil agravada por los otros usos de aquella montaña: como concurrido símbolo cultural y religioso y como parque natural.

Montserrat ha sido muchas veces ejemplo de convivencia, gracias a los esfuerzos realizados por regular con sentido común todas las actividades e incluir todas las sensibilidades. Sin embargo, algunos episodios se han salido del guión establecido. Sin ir más lejos, a finales del año pasado saltó a la luz pública el extraño caso del desequipamiento de la vía Tarragó en la Paret de Diables, de la que todavía se desconoce el autor y que fue cometida justo después de que los hermanos Pou realizaran la liberación y antes de que pudieran llevar a cabo la sesión de fotos y vídeo de la misma.

Lo que sí es nuevo es que esos desencuentros salten a la esfera pública a través de un artículo titulado Montserrat, la montaña de la discordia, publicado el 3 de mayo en uno de los diarios más leídos en Barcelona, El Periódico de Catalunya. El citado reportaje dibuja un escenario de odio recalcitrante y guerra abierta entre escaladores, con acusaciones directas hacia una serie de «talibanes radicales» que habrían provocado la muerte de cinco personas entre ellas Lluís Baciero, a base de quitar seguros de las vías.

En dicho artículo, su autor, el periodista Jordi Tió, cita declaraciones de escaladores montserratinos como David Tarragó, Antonio García Picazo o Jorge Pazos, así como de Sergi Sabaté (gerente del Centre Excursionista de Catalunya) o Xavier Aparicio (gerente del Patronato de la Muntanya de Montserrat). Algunas de esas declaraciones son ciertamente duras. Por ejemplo, David Tarragó apunta que «hay otras muchas vías en Montserrat que han sido desequipadas por este grupo de radicales que quieren volver al pasado y que consideran que la montaña está excesivamente explotada». A raíz del accidente mortal de Lluís Baciero, dice que «en la montaña siempre hay accidentes, lo sabemos, pero cuando se mata alguien por cuatro talibanes que quitan los seguros, eso te duele en las entrañas. Desde entonces, mi objetivo no es otro que desenmascarar a estos tipos que se dedican a reventar vías poniendo en peligro la vida de mucha gente».

Por su parte, Antonio García Picazo puntualiza que «lo que sucede no tiene ninguna explicación y se puede considerar como un atentado«. Y también afirma que «no quiero entrar en esta guerra, pero si puedo ayudar a que a estos tíos los metan en la cárcel, haré lo que sea. Tengo una hija y no quiero que se mate escalando porque alguien se ha cargado los seguros». Además, asegura que «si estuviéramos en Francia, en Suiza o en Estados Unidos, estos individuos ya estarían entre rejas».

Mientras tanto, Jorge Pazos declara que «hay puristas que están en contra de las vías de máxima seguridad y prefieren quitar seguros«. Y cuenta un episodio que tuvo escalando una vía: «Bajé llorando de una vía porque mi compañero se jugó la vida por culpa de unos talibanes».

Esas declaraciones, juntamente con la propia redacción del artículo realizada por su autor, han encendido las iras de un grupo de más de 30 escaladores de Montserrat, entre los que figuran algunos de los pesos pesados de la escalada en la montaña. Han redactado una carta firmada por todos ellos y publicada en catalán en la página web Montserratí.cat en la que cargan contra lo que se dice en el reportaje y sus protagonistas y exigen una rectificación. A continuación, publicamos la traducción de la misma:

Carta de 32 escaladores en respuesta al artículo de David Tarragó

En los últimos tiempos se han producido, en el ámbito de la escalada en Montserrat, unos hechos que han sacudido el colectivo de sus practicantes y que han alterado parcialmente la convivencia que había entre los diferentes estilos y concepciones de nuestra actividad. El caso remarcable es que la escalada en Montserrat ha sufrido el protagonismo de quien ha querido alterar unas frágiles reglas de juego que se habían mantenido y respetado durante décadas, y que ha desembocado en una moratoria para no abrir nuevas vías de escalada en la Montaña por un período de dos años, y también se ha restringido el uso de los taladros para agujerear la roca y colocar anclajes expansivos de seguridad (coloquialmente chapas). Sólo se permitirá utilizarlos en la restauración de vías existentes y siempre con la autorización por escrito del Patronat de la Muntanya. En este plazo de dos años, se quieren consensuar posiciones para establecer unas bases de cara al futuro de las nuevas aperturas. Y todo ello a causa del uso abusivo del taladro para alterar vías antiguas y clásicas añadiendo nuevos anclajes a vías que no tenían o tenían pocos, de la proliferación indiscriminada de nuevas vías llenas de chapas prácticamente pegadas a otras anteriores, y de la masificación poco justificada e insostenible (con el impacto humano correspondiente) en paredes, agujas y nuevos sectores de escalada deportiva. La publicación de un extenso artículo (con vídeo asociado) sobre estos hechos y polémicas, aparecido en el suplemento Más Deporte de El Periódico de Catalunya el pasado 3 de mayo, ha hecho que queramos dar una respuesta clara a las informaciones y declaraciones sesgadas y malintencionadas que aparecieron en el artículo, con el trabajo poco objetivo de su autor, el periodista Jordi Tió, y las falsedades volcadas por su protagonista, el señor David Tarragó, y otros entrevistados como los señores Antonio García Picazo y Jorge Pazos (alias Jordi Brasil). Creemos que el artículo es una muestra de prensa sensacionalista que exagera sus contenidos, hinchando una polémica con datos falsos que deberían haber sido contrastados. En primer lugar, queremos hacer constar la actitud poco respetuosa del Sr. Tarragó hacia los organismos oficiales del Parque Natural de la Muntanya de Montserrat y sus acuerdos y normas, y la conservación de su patrimonio natural. El Sr. Tarragó había solicitado a la Comisión Técnica para la Regulación de la Escalada en Montserrat para reequipar la vía con su nombre que se había desequipado en la Paret de Diables. Después de estudiar el caso, la Comisión decidió concederle el permiso bajo dos condiciones: que en los tramos de su vía coincidentes con otras vías no podía modificar el número de anclajes originales de estos itinerarios más antiguos, y que el reequipamiento en ningún caso se podía hacer antes del 1 de julio de 2014, para respetar así el período de nidificación de rapaces protegidas y otras aves rupícolas. A pesar de estas condiciones, el señor Tarragó decidió tirar por su cuenta y continuar su reequipamiento, poniendo en peligro la reproducción de las aves muy cercanas a su vía, y faltando al respeto al resto de escaladores que cumplen con la normativa de las regulaciones del Parque, por lo cual nos consta que la autoridad competente ha abierto un expediente para esclarecer los hechos y en su caso, denunciar al infractor. De este reequipamiento se habla en el artículo, el vídeo y además recientemente se han hecho fotografías donde se aprecian todas las chapas repuestas. Dicho aparte, es curioso que con su experiencia y su afán de seguridad, el día del reportaje no llevara casco, uno de los elementos básicos en nuestra actividad vertical.

En el caso concreto de su vía, hay que aclarar bastantes cosas. Hay 41 vías anteriores en la pared de Diables, 10 de ellas en la zona del Plàtan donde él desarrolla esta actividad, lo que hace evidente que no es el «primer loco que decidió meterse», como él declara en el artículo. Además, parte de su itinerario coincide con tramos de las vías Lluís Creus (1955), Còsmica (1978), Arco Iris (1979) y Àrea Reservada (1997), hecho que no sería polémico si no fuera porque al pisarlas añadió anclajes y otros elementos de seguridad donde originalmente no los había y, por tanto, de facto, las desvirtuó parcialmente. Esta información es corroborada por varios repetidores de estas vías. También hay que hacer notar que la vía Tarragó no es una referencia mundial, tal como pretendía su autor, ni por su dificultad ni por su concepción, ya que el grado de dificultad que propusieron sus primeros ascensionistas, los hermanos Pou, fue de 8b+ (y no 9a como pronosticó a ojo su creador), y este nivel ya se había alcanzado en Montserrat desde 1988, y actualmente ya se ha llegado al 9a, rozando el límite alcanzado a nivel mundial (9b). El trazado de la vía está concebido como de escalada deportiva (con chapas cada 2/3 metros) y por tanto no se puede considerar una vía extrema porque, para serlo, tendría que haber determinantes como el factor psicológico por la lejanía entre anclajes o su precariedad. Además, los Pou hicieron saber el trabajazo que tuvieron para acondicionar la roca del trazado porque no se la encontraron en condiciones óptimas, con agujeros llenos de arena y lajas por todas partes, circunstancias que dificultaban mucho su ascensión en libre. Si no hubiese sido por su desequipamiento y la repercusión que quiso hacer su autor, la vía seguramente hubiese pasado bastante desapercibida entre las 4.800 que hay aproximadamente en el macizo (y no 6.000 como se dice en el artículo). Circunstancia que hace pensar a alguien que el autor del desequipamiento podría haber sido él mismo para conseguir una repercusión mediática impensada en nuestra actividad. De esto no hay ninguna prueba, pero tampoco la hay que haya sido otra persona. También hay que recordar que el señor David Tarragó puede tener otros méritos, pero no los que le atribuye el artículo en cuestión porque no ha sido nunca campeón de España de escalada deportiva, ni cuarto en la clasificación mundial, y actualmente no está considerado un escalador de élite, a pesar de ser un escalador deportivo conocido durante los años 80, con una actividad en paredes y vías largas no muy relevante, y por tanto sorprende que pretenda dar lecciones de ética y conducta a escaladores punteros en esta modalidad. Los mejores resultados que hemos podido encontrar son 2º clasificado en la competición de Riglos en 1987, 15ª posición en el ránking estatal el mismo año y varias veces 20º clasificado en competiciones europeas los años 87-88 (según revistas Desnivel 28 a 41). En segundo lugar, queremos aclarar que a día de hoy no hay ningún informe, prueba contrastada o indicio serio que vincule ningún muerto ni accidente por el desequipamiento de vías de escalada en Montserrat. El desgraciado caso del malogrado Lluís Baciero, responsable de la Comisión de la Regulación de la Escalada, fue un accidente laboral causado posiblemente por un error humano o por negligencia, mientras revisaba las instalaciones de una zona de iniciación a la escalada que había sufrido un robo de anclajes en un acto totalmente rechazable. También queremos hacer constar que no hay ningún informe oficial ni prueba objetiva que vincule ningún accidente mortal con la caída de piedras provocada por las cabras que colonizan Montserrat, y tampoco con el impacto (como la erosión de canales o el equilibrio con la vegetación rupícola) que estos animales pueden provocar en el entorno.

En cuanto a las otras apariciones en el artículo, no podemos dejar de lado la cita del señor Antonio García Picazo, pidiendo firmeza con los desequipadores de vías, y sugiriendo que en estados como Estados Unidos o Francia, los autores ya estarían en prisión. Nos sorprende que esta declaración tan contundente salga de uno de los desequipadores de vías más activo de los años 70 y 80, actividad de la que se vanagloria en la película Piratas, film que recorre la trayectoria de este colectivo de escaladores primordial en la historia de la escalada montserratina moderna. Tampoco podemos obviar las referencias de Jorge Pazos (Brasil), conocido entre el colectivo tanto por su violencia verbal y sus amenazas en las redes sociales, como por perforar, sin medida ni consenso, itinerarios históricos y de todo tipo abiertos originalmente sin anclajes fijos, o con los mínimos posibles, cambiando completamente el carácter de este patrimonio vertical. Este tipo de actuaciones serían inverosímiles e imposibles en otros parques y montañas del mundo, porque hay un respeto muy extendido por los itinerarios históricos y clásicos (Dolomitas o Alpes franceses), una prohibición secular del uso del taladro (Yosemite) o un control estricto de la apertura de nuevos itinerarios. En el artículo se denuncia el desequipamiento de la vía ferrata del Gorro Frigi, pero no se menciona que este itinerario es una chapuza, consecuencia de una incorporación progresiva y a lo largo de los años de hierros, cadenas, cables y anclajes varios, sobre el mismo trazado de la vía original que fue ascendida sin ningún hierro por Lluís Estasen el año 1920. Y tampoco es en ningún caso una instalación realizada por los bomberos para llevar a cabo rescates. Por tanto este desequipamiento anónimo podría considerarse una restauración histórica para devolver el carácter original de una vía abierta por uno de los escaladores pioneros y prominentes del alpinismo catalán. ¿Qué diríamos del alocado al que se le ocurriera equipar una ferrata sobre la vía original del Cavall Bernat? Creemos que la respuesta es obvia: vergüenza nacional y hazmerreír internacional. Siguiendo el mismo patrón, en el vídeo asociado y hablando de la Mòmia, no se dice la verdad. La vía normal de este monolito se escaló el año 1935 sin ningún anclaje fijo, y no con cuatro chapas como se dice. El retorno a su estado original forma parte del respeto a la concepción y características de las vías de escalada históricas y siempre ha sido una ley no escrita, y los posibles excesos de chapas propiciados por una minoría radical (que ya viene de lejos) de sobreequipadores compulsivos, han sido más o menos autoreguladas por el colectivo de escaladores en las últimas décadas. Actualmente en Montserrat la escalada está considerada patrimonio histórico de la montaña y por eso, hay que velar por la conservación de este patrimonio. En esta misma línea, se hacen comentarios negativos sobre las técnicas y utensilios de protección tradicionales y respetuosos con la roca. Se afirma que no son fiables y que, por tanto, el añadir de anclajes fijos nuevos en lugares y vías que no tenían está totalmente justificado por la seguridad de los escaladores que las escalan. Hay que recordar, sin embargo, que hay decenas de marcas comerciales, con expertos e ingenieros especializados que, desde hace décadas, trabajan para diseñar y mejorar estos materiales y utensilios móviles de autoprotección, y que son testados minuciosamente y homologados oficialmente, aparte de ser utilizados habitualmente por miles de escaladores de todo el mundo. Eso sí, son utensilios y técnicas que necesitan de un aprendizaje y una experiencia progresiva. Actualmente, en Montserrat se están abriendo vías de todas las dificultades sólo con estos materiales o combinándolos con el uso mínimo de anclajes fijos, y sus aperturistas a menudo sufren caídas y pueden demostrar la fiabilidad de estos utensilios, cuya virtud es aprovechar pequeños agujeros y fisuras para asegurarse, minimizando así el impacto de nuestra actividad en el entorno.

No agujerear la roca o hacerlo lo mínimo, es una visión renovada, heredera de los pioneros, y no una postura retrógrada como afirma el señor Tarragó. Resulta paradójico que los que él acusa de talibanes y radicales sean quienes más respetan el entorno, dejando de lado quien, de manera minoritaria, pueda desequipar o malmeter vías como un acto rechazable de incivismo. También se equivoca en el episodio de la virgen de aluminio de la cima del Cavall Bernat, porque la realidad es que fue despeñada en 1987 por unos malvados (y no secuestrada), pero meses más tarde encontrada y actualmente custodiada por el Grup Cavall Bernat, y expuesta puntualmente en los encuentros de este grupo. De mala fe y con tufo de venganza personal, también se puede considerar la afirmación en la que se acusa a los habitantes de la zona de Sant Benet de ser los autores de los desequipamientos de la montaña, cuando no hay ninguna prueba que lo pueda cimentar. En Montserrat, el debate, y de tanto en tanto, la discordia entre los diferentes estilos de escalada ha sido siempre un punto caliente. El hecho que se haya multiplicado exponencialmente el número de practicantes de nuestra actividad, y el hecho de que las paredes y agujas del macizo se encuentren saturadas de itinerarios, hace que la tensión aumente fácilmente. Además, la Montaña recibe miles y miles de visitantes cada año, y se desarrollan muchas actividades deportivas y de ocio, hecho que aumenta la presión humana sobre el entorno y que puede llegar a crear una situación insostenible. La erosión y los desechos son más visibles, pero hay que considerar también como una huella los kilos de metal que indiscriminadamente escaladores sin escrúpulos colocan sin miramientos por las rocas y paredes de Montserrat. Los firmantes de este escrito y un gran número de escaladores, creemos que el riesgo y el compromiso son componentes intrínsecos a la actividad que realizamos. La escalada es potencialmente peligrosa y no podemos controlar todos sus factores, pero podemos considerar muchos de ellos para minimizar su riesgo. Por eso no estamos de acuerdo con la perforación ilimitada de la roca para poner anclajes fijos con la excusa de anular el riesgo de esta actividad vertical. Pensamos que es responsabilidad de cada uno que quiere escalar una vía, el informarse de sus características y condiciones, y valorar sus capacidades personales, físicas y mentales, para afrontarla con éxito. Por otro lado, exigimos respeto para las paredes y agujas, y para los itinerarios históricos y clásicos, por expuestos que sean. No hay que olvidar que la mayoría de accidentes se han producido en itinerarios muy equipados (y por tanto, muy frecuentados) o en vías ferratas. En parte, la falsa sensación de seguridad que da el exceso de hierro en estas vías, puede causar un déficit en la atención que requiere la actividad, y que se aventuren a escalar personas sin los conocimientos y la preparación adecuada. Consideramos que el artículo de El Periódico y la actitud de sus protagonistas está cargada de prepotencia y afán de protagonismo, fomentan la discordia, y no responde a la realidad vivida por la inmensa mayoría de escaladores de Montserrat, que tienen una buena convivencia, en un entorno de debate sobre la coexistencia de diferentes estilos de entender y practicar la escalada. Buena prueba de ello fue el encuentro abierto que se organizó en Santa Cecília para abordar temas y argumentos que hemos expuesto en este escrito, con la asistencia de unos setenta escaladores. La gran mayoría de los convocados apoyaron unas prácticas más respetuosas con la roca al abrir nuevos itinerarios, acataron la moratoria del uso del taladro y fueron favorables al respeto por las vías históricas. Desgraciadamente, los protagonistas del artículo de El Periódico no se presentaron y se limitaron a insultar y desprestigiarla a través de las redes sociales. Finalmente, nos gustaría que El Periódico y sus protagonistas rectificaran las falsedades publicadas y continuasen haciendo sensacionalismo y polémica, intentando, de facto, condicionar a una opinión pública que no tiene los conocimientos necesarios en la materia como para formarse una idea más objetiva. Por el bien de la escalada, esperemos que la sensatez y el resto se impongan, y podamos continuar escalando paredes y agujas muchos años, evolucionando hacia una práctica cada vez más sostenible.

Montserrat, 19 de mayo de 2014

Firmantes: Adrià Chueca, Albert Egea, Àlex Manubens, Amadeu Pagès, Carles Brascó, Cristóbal Díaz, Daniel Brugarolas, Daniel Santacatalina, David Graells, David Hita, Eduard G. Palma, Francesc Carreras, Francesc Claramunt, Gerber Cucurell, Jan Casas, Jaume Clotet, Jordi Esteve, Jordi Girbén, Jordi Rubio, Jose Manuel Garcia, Josep Batlle, Laura Garcia, Lisi Roig, Llorenç Barba, Mariona Orfila, Mariona Ribera, Martí Jubany, Pep Vila, Ricard Darder, Roger Cararach, Roger Montserrat y Salvador Figuera.

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