¿Qué mueve a un escalador deportivo con escasa experiencia en tapia a conducir 1.700 km con la furgoneta llena hasta arriba de “comida, cuerdas y ferralla” para enfrentarse a una vía de 500 metros de recorrido con dificultades de hasta 8c? Lo explica Dani Moreno, protagonista de esta historia junto a Alejandro Giménez ‘Taus’: “Todo empieza cuando vemos los vídeos de Iker… una y otra vez… y es cuando surge la pregunta: Taus, ¿te nos imaginas a ti y a mí allí metidos? Nos empezaban a sudar las manos sólo de imaginarnos. Él y yo solos, con nuestros conocimientos, o más bien, con nuestra falta de conocimientos de big wall, en el más conocido como ‘el gran techo del mundo’, abierto por Alex Huber… Joder, era una auténtica locura. Yo creo que por eso precisamente quisimos embarcarnos en semejante empresa”.
Pan Aroma es un nombre mítico en el big wall europeo. Situada en la Cima Ovest de Lavaredo, fue abierta efectivamente por el alemán Alex Huber en 2007. La característica más destacada de sus 500 metros de recorrido es el enorme techazo de más de 40 metros por el que discurre su largo clave. Ese desplome situado sólo dos largos antes de enlazar con la vía Cassin ha atraído a no pocos grandes escaladores de alto nivel. Las primeras repeticiones corrieron a cargo de Hansjörg Auer y Helmut Kotter en julio de 2010. Ese otoño llegaría la ascensión de Iker Pou que tanto motivó a Moreno y Taus, y también David Lama se ha hecho con ella.
Algo de experiencia
Tampoco es cierto que Dani Moreno no tuviera nada de experiencia en vía larga. “Fue hace dos o tres años cuando me dio la ‘vena’ de la tapia y tuve la suerte de contar con excelentes maestros. De la mano de Edu González he escalado en Montrebei, Riglos, Tozal del Vero; con Manu Córdova, en el Turbón, Trident de Tacul, Capuccin, Gross Turm…”, reconoce, aunque apunta que “es muy diferente, al ir con gente experta digamos que la responsabilidad es distinta, yo era un novato y ellos los expertos. Este ha sido mi primer proyecto en el que, aun considerándome todavía un novato, la responsabilidad ha sido compartida con mi compañero de cordada”.
Así las cosas, Dani Moreno y Taus se armaron con una reseña de la vía descargada de internet, llamaron a Iker Pou para pedirle consejo, se dejaron recomendar por Citro y Edu y se lanzaron a la carretera. “Yo creo que todos estaban un poco asustados del fregado en el que nos estábamos metiendo”, comenta Dani, quien añade que “también sabíamos que no era una buena época para ir… el tiempo muy cambiante… pero bueno, hasta que no estás allí, no sabes realmente cómo es la condición, así que nosotros tiramos para delante”.
Primer pegue: nieve y abajo
Después de dedicar el día de su llegada a la aproximación a la vía (con alguna que otra anecdótica desorientación) y a reconocer la línea (“no puede ser esa… el primer clavito a unos 7 u 8 metros…”), se prepararon para lanzar su ataque la jornada siguiente. “Amanece muy encapotado y con niebla, pero la temperatura es buena”, narra Dani Moreno. “A eso de las ocho ya estamos a pie de vía”, cuenta y agrega que “la escalada es increíblemente divertida, todo muy roto, agrietado y ahí vamos subiendo… hasta que la méteo empieza a ponerse muy fea. La niebla se nos echa encima y, cuando llego a la reunión del 7a (L4), apenas veo a Taus… ¡para colmo se pone a nevar!” Así que el primer pegue termina ahí y se vuelve para abajo.
Segundo pegue: probando lo duro
Al día siguiente, el sol brilla en el cielo acompañado por una temperatura gélida. La cordada aragonesa no se lo piensa y vuelve a Pan aroma bien abrigados. “A eso de la una de la tarde estamos ya en la reunión del 7a+ (L5). ¡Ahora empieza lo bueno! El largo de 8b+”, que resuelve Dani a la segunda: “Este largo es simplemente acojonante, al salir de la quilla viene un pasito y un buen reposo, de aquí una travesía horizontal de unos 35-40 metros, a tragar saliva y al lío. En un principio las chapas van estando ‘bien’ puestas. A esto que me anclo a una de ellas… ¿y la siguiente?… a unos 10 metros más allá… ¡Me mato! Al final, llego a la reunión”.
Tras dos horas en el L6, Dani Moreno todavía dedicó un rato a trabajar el largo siguiente, el más duro de la vía, cotado en 8c. Tras comprobar que es factible, el intenso frío recomienda bajar ya y dejar los últimos deberes para el próximo día.
Tercer pegue: una cascada sobre L8
Después de dos días de descanso, vuelven al tajo en otro día de niebla y frío. “Nuestra idea es darle a muerte para intentar salir por arriba en el día… L1 (7b), bien… L2 (6c+), para ahorrar un poco lo uno con el siguiente (L3, 6a+, 15 m)”, desgrana Dani Moreno. “Voy del tirón, uniendo el 7a (L4, a nuestro parecer el más duro) con el 7a+ (L5, 10 metros y a bloque) como 7b+”. En el L6 (8b+), Dani tiene que volver a la reunión tras caer por la rotura de un pie, y encadena a la segunda.
Con la motivación por las nubes se disponen a ir a por el largo clave, “pero empiezan los problemas… la cuerda se nos engancha en la cinta plana de un alargue (muy ‘bien’ puesto) y es imposible recuperarla… córtala y ya nos apañaremos. Nos quedan unos 33 metros de cuerda, esperemos que sea suficiente”. Con estas, Dani se lanza a por el 8c. Después de una gran lucha y de una caída en un canto mojado, consigue resolver el largo. “De repente, una extraña sensación… mucho ruido… me mojo… Miro para arriba y veo el percal. La vía continúa por un par de 6c’s y luego la canal de la vía Cassin (V y IV)… es todo una cascada de agua y piedras, imposible ir para arriba. No podemos seguir, media vuelta. No habíamos reparado en que estábamos por encima de 0ºC y que los neveros que se forman por la noche derriten durante el día y la parte de arriba se convierte en un río”.
De momento, no saben cuándose será, pero ambos hacen una valoración más que positiva de la experiencia y ya buscan fecha para lanzar un nuevo ataque que finalmente les lleve hasta la cumbre.