Es 1979, Goretta Casarotto observa el Pilar Norte del Fitz Roy, donde su compañero Renato está abriendo una nueva ruta sobre el filo Noreste, en solitario. Ya lo había intentando el año anterior, pero el clima impidió siquiera que se acercaran a la pared. En esta ocasión, la tímida silueta de Renato avanza a buen ritmo, autoasegurándose con un sistema de su propia cosecha, progresando sobre una pared que presenta grandes tramos de hielo. Hubiera deseado forzar la ruta en libre, aunque no pudo ser, y sin embargo al alcanzar la cima del Pilar, por encima de los 3.000 metros, completa una de las actividades más sobresalientes de una época ya de por sí brillante para el alpinismo. Renato bautizaría el pilar como Pilar Goretta.
Y hasta dicha vertiente, de una de las torres de granito más emblemáticas de Patagonia, y del mundo, se desplazaron Bean Bowers y Rolando Garibotti, escogiendo el mentado Pilar Goretta para abrir una nueva ruta, suculenta y perseguida años atrás por Jim Donini y Thom Engelbach, que resolvían a pesar del azote del clima y de que se presentasen unas condiciones pésimas para la escalada. Su intención pasaba por abrir la ruta y continuar por la de Casarotto del 79, pero la meteo, aunque se preveía una ventana de buen tiempo para estos días, impidió que lograsen el objetivo, probablemente secundario, de su ascensión.
Mal clima, buena actividad

Bean y Rolando superaban aproximadamente 850 metros de roca en la cara Oeste del Pilar. «La ruta pasa por ser una mezcla de varios tipos de escalada, siempre dura, aunque no se rebasasen dificultades de 6c», comentaba Bean Bowers, quien cree que él y Rolando Garibotti ascendieron por la derecha de la línea que Donini y Engelbach imaginaban en el Fitz Roy.
Bean y Rolando tampoco conseguía forzar la ruta en libre; «Tuvimos que valernos de ayuda en algunos puntos, sobre todo debido a las secciones de hielo que se presentaban en algunas partes complicadas de la ruta». Tras las 12 horas que emplearon en abrir la ruta, decidieron descender por la vía de Casarotto, regresando luego a su Campo Base, unas 20 horas después de haber partido.
La ruta lleva como nombre Mate, porro y todo lo demás, y para Bowers es un nuevo itinerario en toda regla, más que una variante en el Pilar. «Ahora sólo falta que alguien observe esta joya y decida realizar la ascensión integral hasta la cumbre».
Fuente: kairn.com, climbing.com