El K2 (8.611 m) sigue siendo el único ochomil virgen en invierno. Este año lo han intentado dos expediciones más (lideradas por Álex Txikon y por Vassili Pivtsov, respectivamente), pero todavía nadie se ha acercado a menos de unos 1.000 metros de desnivel de la cumbre en la estación más fría del año. Es cierto que en toda la historia solamente ha habido seis equipos que se hayan atrevido a intentarlo (a diferencia de los casi 30 que lo hicieron en el Nanga Parbat antes de la primera cima invernal), pero lo lejos que se han quedado de conseguirlo hace preguntarse a algunos analistas si es incluso posible.

La cuestión es que ensayo tras ensayo y expedición tras expedición, se pueden sacar nuevas conclusiones y reflexiones sobre lo que se ha hecho bien, lo que se ha hecho mal y acerca de lo necesario, imprescindible, útil o superfluo para aplicarlas en el futuro e ir acercándose al objetivo. ¿Cuáles son las conclusiones de este año?
La ruta
El espolón de los Abruzzos continúa siendo la opción que se muestra como más viable para una ascensión invernal al K2. Después de que los polacos demostraran en el invierno de 2017-2018 que la ruta Vasca-Cesen presenta un riesgo demasiado elevado de desprendimientos, este invierno ambas expediciones han optado por la ruta normal de verano.
Eso sí, Álex Txikon realizó una pequeña incursión en la cara este, donde Denis Urubko había asegurado que existía una alternativa mejor, principalmente por lo resguardada que está dicha vertiente de los vientos prevalentes del oeste. El alpinista vizcaíno la descartó, pero probablemente Urubko todavía la tenga en mente.
Tampoco ha descartado nadie todavía la ruta de la cara norte, por donde Denis Urubko, Adam Bielecki y Álex Txikon planearon ascender en 2014-2015 hasta que las autoridades chinas revocaron sus visados a última hora.
El calendario
La cuestión del calendario invernal levanta pasiones y discrepancias entre quienes sostienen que el invierno meteorológico acaba el 28 de febrero y quienes evidencian que el invierno astronómico llega hasta el 21 de marzo. En cualquier caso, este año ambas expediciones llegaron al campo base a mediados de enero y al final se quedaron sin tiempo de progresar más en la montaña.
Los responsables de la expedición polaca anunciada para el próximo invierno 2019-2020 ya han asegurado que no repetirán lo que para ellos es un error y se plantarán en el campo base el primer día de invierno, para no perderse ni una sola de las oportunidades en forma de ventanas de buen tiempo que les brinde la meteorología. Consideran que podrían tener la montaña lista para realizar ataques a la parte alta desde mediados o finales de enero.
Muy diferente piensa Álex Txikon, que ya ha dejado dicho que si regresa el año que viene como él desea podría hacerlo incluso más tarde que este año. Montaría su campo base en febrero y planificaría una expedición de un mes de duración, con una primera salida a los campos de altura que los llevase más allá de los 7.000 metros. Su argumento es que el tiempo de campo base mina mucho las energías y el ánimo de los alpinistas, que ya no se encuentran en su mejor momento físico cuando llegan los periodos de mejor tiempo, en el mes de marzo.
Mejorar la estancia en el CB
Una obsesión para todos los alpinistas es conseguir acondicionar el campo base de la mejor manera para desgastarse lo mínimo en los largos días y semanas que hay que pasar en él. Álex Txikon ha probado este año la construcción de iglús con este objetivo, una iniciativa loada por algunos y denostada por otros, que han recordado que ya se usaban en algunas expediciones pioneras de hace cinco o seis décadas.
Txikon, por su parte, ha valorado el resultado de los iglús como muy positivo y planea repetirlo en próximas expediciones invernales, e incluso dice que estudiará la forma de extenderlo a los campamentos de altura, pues por lo visto se descansa mucho mejor y a temperaturas más elevadas que en las tiendas. Su idea parece haber calado también en los polacos, que han apuntado que podrían imitarla el año que viene.
La aclimatación
Quizás una de las claves para afrontar con mayores posibilidades de éxito una expedición invernal al K2 es la aclimatación. Cuando han llegado ventanas de buen tiempo suficientemente amplias, las expediciones se han dado cuenta de que no solamente no tenían la ruta suficientemente equipada, sino que ninguno de sus miembros había ganado suficiente aclimatación a la altura como para ascender a los 8.611 metros de la cima del K2.
Empieza a ser evidente que dicha aclimatación no se puede adquirir en el mismo K2, puesto que la meteorología no suele ofrecer suficientes ventanas de buen tiempo para ello. Así las cosas, se empieza a pensar que el equipo que desee realizar ese ansiado ataque a cumbre deberá llegar al campo base aclimatado, quizás en montañas más benignas pero muy lejanas como las andinas Aconcagua u Ojos del Salado.
En este sentido, los polacos han aventurado la posibilidad de crear dos equipos diferenciados dentro de la misma expedición: un primer equipo que equipe la montaña hasta más allá de 7.000 metros durante las primeras semanas de invierno, y un segundo equipo que aclimate en otro lugar y llegue al CB cuando la montaña ya esté equipada, listos para realizar un ataque a cumbre directamente.
Buen ambiente
Otra conclusión que deja el K2 invernal después de seis expediciones tiene que ver más con la naturaleza humana que con la de la montaña. Y es que casi todas las expediciones invernales al K2 han tenido que lidiar con disensiones internas, discusiones, malentendidos y problemas personales de distinta índole. En invierno de 2003, hubo varias deserciones polémicas a media expedición; en 2012, la expedición se canceló tras la muerte de uno de sus miembros; en 2018, Denis Urubko lanzó un ataque en solitario sin permiso; y en 2019, las dos expediciones compartieron ruta sin ni tan siquiera hablarse, en una clara muestra de rivalidad y no cooperación.
Unas vicisitudes que han descoordinado a los equipos y sin duda han afectado la moral y el ánimo de los alpinistas. Algunas voces autorizadas señalan que la coordinación y cooperación positiva entre todos los alpinistas en pos de un mismo objetivo será imprescindible para lograr la primera invernal al K2.