En julio de 2008, un navarro y diez catalanes formaron equipo para viajar a Pakistán con la seria intención de escalar el Rakaposhi, una montaña de 7.788 metros y paredes resplandecientes del Karakorum, cuya primera la firmaron Mike Banks y Tom Patey en 1958 por la arista suroeste. Emular el camino de estos británicos era para lo que la expedición se había desplazado hasta el Valle de Hunza: «Las condiciones no eran las esperadas: después de una temporada muy seca, la montaña se encontraba en la piel y los huesos», recuerda Carles Figueras, profesor de 44 años que marchó a la base de la montaña junto a Kim Bover, Pere Planas, Xavier Roviró, Ramón Estiu, Jordi Bosch, Pep Permañé, Iñaki Garijo, Meritxell Fontclara y Josep María Solá.

«Los primeros días nos los pasamos arriba y abajo en la vertiente que conduce a la arista, buscando el camino menos expuesto a la caída de piedras». Para ello el equipo tuvo que fijar 1.200 metros de cuerda estática sobre nieve, hielo y roca descompuesta hasta alcanzar el filo de la larga arista que Banks y Patey recorrían hace ahora 50 años (27 han pasado desde que lo hiciera una expedición de Tarragona). «Y como ya nos temíamos, de cerca la cresta tenia un feo aspecto. Demasiado peligro, protección muy precaria y ningún lugar donde poner al menos una tienda desde donde poder lanzar algún intento serio a la parte superior de la montaña». A su izquierda se les mostraba una espectacular cornisa y a la diestra la montaña vomitaba una terrible pendiente de mala roca y fino hielo «que hacían poco recomendable improvisar el número del equilibrista caminando al borde del precipicio. Decidimos retirarnos».
De regreso al campo base, habiendo bajado toda la cuerda fija y demás material acumulado en el Rakaposhi, el equipo puso en marcha el «plan B»: buscar un nuevo objetivo. «Desde nuestra llegada al valle habíamos contemplado bellas puestas de sol sobre una fantástica pirámide rocosa que domina el glaciar Kunti por el sur. Como todas las montañas del circo de Kunti, no teníamos noticia de que esta cima, puntiaguda y simétrica como una punta de flecha, hubiera sido escalada. Un evidente espolón era la lógica propuesta hacia la cima, así que juntando todo el escaso material de roca que habíamos traído para nuestra escalada al Rakaposhi decidimos acercarnos a observar de cerca la pared». Una pared que ya les había atrapado definitivamente.
Durante tres jornadas, las que se sucedieron del 31 al 2 de agosto, tres miembros de la expedición, Pep Permañé, Joseph Solá y Carles Figueras, escalan con lo puesto en la vertiente oeste de la montaña virgen.
Pasos para una primera
El primer día, Permañé y Solá ascienden los 200 metros que dan la entrada a la pared y regresan al CB dejando fijadas tres cuerdas dinámicas. La siguiente jornada, y esta vez son seis manos las que acometen la montaña, entran de lleno en la pared y recuperan las cuerdas para continuar la ascensión, escalando aproximadamente dos tercios de la ruta prevista. Esa noche duermen a pelo, con los huesos fríos y con el emocionante tembleque previo al ataque. Permañé y Solá progresarán hasta la cima mientras Figueras decide esperarlos en su última reunión confiando en que sus compañeros sean capaces de regresar al mismo punto. Que sean capaces de encontrarle. La escalada de Permañé y Solá se desarrolla en un gran anfiteatro sobre el que se establecerán seis largos de roca y mixto. A las 11 de la mañana la ruta recupera su trazado por la arista cimera. Solo ocho horas más tarde la cordada se reúne y comienza la sesión de corte de cuerda para hacer anillos con los que rapelar hasta la base de la pared. «En total serían necesarios 20 rápeles de 60 metros para llegar a medianoche a la celebración con el resto de la expedición». Y había para festejar; acababan de establecer una nueva ruta de mérito en el Karakorum: Guilleries. Llaman a la montaña (acertadamente) Neyzah Peak, «lanza» traducido del urdu. Han llegado a los 5.800 metros de la desvirgada cumbre en estilo alpino, superando 1.200 metros de desnivel y 1.700 de recorrido a través de dificultades de 6a y sufriendo un frenético ED-expo. El Rakaposhi se ha resistido (todavía no conoce ascensiones nacionales) pero disfrutarán del dulce regreso habiéndose agenciado una actividad original en la cordillera más rigurosa del planeta.
Datos técnicos de la ascensión
Nombre de la montaña (propuesto): Neyzah Peak («lanza» en urdu)
Altitud aproximada: 5.800 m
Nombre de la vía: Guilleries
Desnivel: 1.300 m
Dificultad: en general roca de III-IV. Varios largos de V-V+, y dos diedros de 6a. Mixto en la parte superior.
Dificultad global: ED- expo
Miembros del equipo: Pere Planes, Kim Bover, Xavier Robiró, Ramon Estiu, Jordi Bosch (Barraca), Carles Figueras, Pep Permañé, Iñaki Garijo, Meritxell Fontclara y Josep Solà.
Sitio web: http://www.himalalts.net