La pandemia global de coronavirus Covid-19, y sus consecuencias mundiales en forma de confinamientos y restricciones a la movilidad, continúa afectando en gran medida al alpinismo en las grandes montañas. Mientras en el mundo occidental, parece que la “nueva normalidad” está a la vuelta de la esquina, todo es mucho más complicado al otro lado del planeta, en las regiones del Himalaya y el Karakórum donde se encuentran los ochomiles.

El calendario avanza inexorablemente, como una marea que va dando al traste con los proyectos, los planes y los puestos de trabajo de las comunidades locales. Si para los alpinistas occidentales se trata solamente de olvidarse de un mero “proyecto deportivo”, como recordaba Sergi Mingote ayer mismo al anunciar la cancelación de su expedición al G1, para los habitantes de las zonas de montaña representa la pérdida de sus principales ingresos anuales.
De este modo, se terminó cancelando la temporada de primavera en el Himalaya, afectando gravemente a la economía de los sherpas y otros pueblos de Nepal y Tíbet. Y ahora le llega el turno al Karakórum y al pueblo baltí. Se ha calculado que son 75.000 personas las que viven del turismo de montaña en las regiones del norte de Pakistán.
La situación de la pandemia
La famosa curva del coronavirus presenta, a día de hoy, tendencia ascendente en Pakistán. Los casos nuevos diagnosticados crecen día a día, así como las personas fallecidas. A 9 de junio, se habían confirmado 114.000 positivos en Pakistán y 2.255 defunciones. Sin embargo, no se sabe a ciencia cierta cuántos casos más puede haber que no hayan sido detectados.
Si bien es cierto que la provincia de Gilgit-Baltistán –donde se halla el Karakórum– es de las menos afectadas del país (menos del 1% de todos los casos de Pakistán), también es verdad que la infraestructura médica es todavía si cabe más precaria que en el resto del territorio debido a la difícil orografía.
Contradicciones en los gobiernos
Ante esta situación, el gobierno de Pakistán anunció a bombo y platillo hace unos días que iba a abrir el país a la llegada de turistas en las próximas semanas, con la idea de paliar el efecto negativo en las poblaciones de las montañas. Sin embargo, las autoridades locales se han encargado de contradecirlo, asegurando que no se dan las condiciones y que no están dispuestas a asumir el riesgo que conlleva la llegada de personas de otros países para la escasa red sanitaria de la que disponen.
En unas declaraciones que se han hecho virales, el gobernador de Gilgit-Baltistan ha señalado que si su región fue capaz de resistir diez años sin apenas turismo por culpa del terrorismo, podrá sobreponerse sin problemas a un año sin turismo por culpa de la pandemia.
Las agencias
Mientras tanto, las agencias de trekking y expediciones están a punto de tirar la toalla para la temporada 2020. Los organizadores internacionales ya hace semanas que cancelaron o aplazaron para el año que viene los viajes que tenían previstos para este verano. Las compañías locales se han resistido a hacerlo hasta el último momento, agarrándose a la esperanza de que al final haya cierta apertura. Sin embargo, ese último momento ya ha llegado y nada hace indicar que las cosas puedan desarrollarse de una forma normal a estas alturas.
Nanga Parbat en otoño
De hecho, algunas voces también en Pakistán admiten que dan por perdida la temporada del Karakórum, aunque dejan un resquicio abierto a las posibilidades de organizar alguna expedición más tardía en el Nanga Parbat. Este es el único ochomil pakistaní que se halla situado en el Himalaya del Punjab. Allí, la meteorología suele ser favorable antes que en el resto de ochomiles pakistaníes, a finales de primavera o principios de verano. Además, a diferencia de ellos, también admite una temporada más allá de finales de julio, cuando el Baltoro empieza a resultar demasiado hostil.
Son muchas las ascensiones registradas en el Nanga Parbat durante el mes de agosto. Además, Krzysztof Wielicki fue el primero en subir la montaña en septiembre, el día 1 de aquel mes del año 1996. En 2005, los estadounidenses Vince Anderson y Steve House completaron la ascensión por la vertiente del Rupal que les valió un Piolet d’Or el 6 de septiembre. Incluso el nepalí Mingma Gyalje Sherpa lideró un grupo que llegó a la cumbre el 3 de octubre de 2017, en el que también figuraba Ali Sadpara, quien conoce la cima en verano, invierno y otoño.