El invierno ha sido duro en Vega Urriello. «Hace tres meses que el generador no funciona, las placas solares las arrancó el viento y cayó un rayo sobre el alternador de energía solar». Desde entonces el refugio está sin comunicación. Conociendo a Tomás, habrá hecho todo lo posible por solucionarlo o buscar alternativas, pero a la voz de alerta ya ha sumado la gravedad del asunto: «No podemos pedir auxilio». Y el inicio de la temporada alta ya está aquí.
El auxilio no es por él o el resto de los guardas de Vega Urriello. Cada año se producen numerosos accidentes, la mayoría leves. Pero, en cualquier caso, no poder avisar a tiempo puede ser muy grave: «No podemos tardar dos horas en avisar cuando tenemos un herido o si tenemos a alguien a quien le está dando un infarto.
Hace unos días una niña de 10 años murió despeñada cerca del refugio. Tomás lamenta indignado que no pudieran llamar, aunque en este caso el desenlace ya había ocurrido. ¿Qué habría pasado si hubiera quedado malherida? «Podemos intentar comunicar con los móviles pero la cobertura es mala, se acaba la batería y no podemos cargarla».
El refugio no sólo carece de comunicación con el exterior. Tampoco reúne condiciones de habitabilidad. El problema es que carece de electricidad y eso incluye que tampoco hay luz ni agua caliente. En esas condiciones, será difícil atender a las 40.000 personas que cada año pasan por Vega Urriello. «Me estoy planteando cerrarlo», nos dijo Tomás.
Los responsables de reparar los daños del invierno son dos. Por un lado el propio Tomás, encargado del refugio, tiene que hacerse cargo de los gastos de reponer el combustible deteriorado por la nieve del invierno. «En unos días subiremos bidones por el camino con animales porque hasta el 16 o 17 de junio no tenemos helicóptero».
A cuenta de la Dirección General de Deportes del Principado tendría que ir los arreglos del generador, placas solares y calefacción. Tomás cifra en unos 120.000 euros el costo total.
«Hay que solucionar esto y hay que hacerlo cuanto antes». Tomás ya ha dado la voz de alarma ante las instituciones oficiales. «Me parece que no se están dando cuenta del problema y no sé qué hacer», nos dijo.