«Después de cuatro años esperando pacientemente encontrar otro proyecto, un viejo sueño se ha convertido en realidad y he sido capaz de añadir otro capítulo a mi pasión de la escalada en solo integral». Así concluye Hansjörg Auer el post en su blog acerca de su escalada de Mephisto al Sas dla Crusc (Heiligkreuzkofel en alemán) en Dolomitas en solo integral.
Han pasado ya cuatro años desde que el escalador austriaco realizara su última gran ascensión en solo integral. Corría 2011 y Hansjörg Auer se anotó en ese estilo Bayrischer traum (260 m, 7a) al Schüsselkarspitze, una montaña que conocía bien y en la que había liberado un par de años antes Vogelfrei (400 m, 8b/+).
La trayectoria de Hansjörg Auer en solo integral es una de las más impresionantes de Europa y del mundo. Además de lo ya citado, en 2006 se anotó de esta manera la clásica Tempi moderni (27 largos, 6b+ obl.) a la Marmolada; el año siguiente repitió en la Marmolada con la mítica Attraverso il Pesce (900 m, 7b+).
Mephisto, primer 7a de los Alpes
El propio Hansjörg Auer explica que «Mephisto fue una vía revolucionaria escalada en 1979 (por Luggi Rieser y Reinhard Schiestl) y la primera graduada con UIAA 8 (7a francés) en los Alpes». No es de extrañar, pues, que se sintiera atraído por ella. «Tomé la decisión de escalarla en solo integral dos días antes, mientras la escalaba por primera vez con mi novia», precisa. «El largo clave es complicado, expuesto y con mucho compromiso«… un cóctel aterrador para someterlo a la escalada sin cuerda.
Pero precisamente eso fue lo que hizo Hansjörg Auer el 26 de agosto. Aquella mañana partió con su amigo Motte hasta el pie de vía en la base del Sas dla Crusc, donde se dijeron adiós. «Estaba lleno de euforia por haber alcanzado finalmente este punto. Después de una hora de escalada intensa, esprinté a través de la última chimenea y alcancé la cumbre. Un sonoro grito de júbilo y una última mirada abajo hacia la vertiente cubierta de nubes, seguida del apretón de manos de bienvenida de Motte, es todo lo que permanece de ese momento», narra el austriaco.
Hansjörg Auer reconoce que el solo integral surge en él como una oleada irrefrenable. «Es difícil de explicar, un impulso que gira en torno a la motivación pura, el egocentrismo y una necesidad anhelante de soledad, que crece exponencialmente dentro de mí. Resulta imposible para mí compartir con otros este estado mental», explica, y añade que «el solo integral supone mucho más que el simple acto físico de escalar. Empieza directamente bajo la vía. Una espera larga y paciente acompañada por un deseo que empieza como una pequeña chispa en un sueño y se desarrolla en una fogata, rugiendo feroz fuera de control».
¡qué animal!