EXPLORANDO

A6: Pelut, paredes de miedo

A6 a la Cottontail Tower. Poco más hay que decir del último infierno al que bajó David Palmada Pelut (arrastrando de paso a Esther Ollé). Hemos querido hablar con él sobre sus relaciónes con el miedo y con la dificultad extrema de la artificial.

David Palmada Pelut en la Hermida Vertical 2012.  ()
David Palmada Pelut en la Hermida Vertical 2012.
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Pelut junto a Jaume Clotet Paca (izquierda), otro fanático del artifo.- Foto: desnivelpress.comPelut junto a Jaume Clotet Paca (izquierda), otro fanático del artifo.- Foto: desnivelpress.com

Conviviendo con el miedo es como a David Palmada Pelut le gusta pasar las horas. O le gustaría si el trabajo le permitiese dedicarse a tiempo completo a esa habilidosa actividad que realiza, manejando las falcas como la harina el panadero, los fisureros a velocidad terminal y cargando 35 kilos de cacharros a la espalda. Es un adicto del artificial, aunque confiesa que le gustaría tener el nivel suficiente para liberar las rutas extremas con las que gusta de batirse. Lo último: Intifada, la obra magna de Jim Beyers en las Fisher Towers y la única propuesta mundial de A6, una leyenda del artificial extremo. Para la ascensión, David formó cordada con Esther Ollé, una fémina dispuesta siempre para acometer longitudes y dificultades no aptas si odias el tembleque de rodillas.

En el currículum del catalán, a parte de haber servido como mecánico de José Manuel Pellicier en el Rally Dakar (y de conducir su vehículo de asistencia), aparecen realizaciones notables como la reequipación y ascensión de Mirall impenetrable, siete largos de A5 en la Pared de L»Aeri de Montserrat, la primera repetición de Tramuntana, obra elegante del Silvia Vidal y Pep Masip (7a+ y A4+), o su salida airosa de la intensa lucha con Sueños de invierno (500 metros, ED+ y A5, también al Urriellu). Una buena base para afrontar los retos del maestro Beyer.

En el quinto largo de Intifada, A6 de Jim Beyer a la Cottontail Tower.- Foto: Esther OlléEn el quinto largo de Intifada, A6 de Jim Beyer a la Cottontail Tower.- Foto: Esther Ollé

El miedo es algo intrínseco a la actividad en grandes paredes… pero lo de Intifada parece exagerado.
Creo que el miedo debe acompañar a cualquier escalador en toda ascensión, pero nunca piensas que puedas matarte al ir a realizar una escalada, o no irías, pero lo que está claro es que en Intifada tuvimos algún momento muy tenso debido a la precariedad global: reuniones, puntos de progresión… más que temer por mi vida mi única preocupacion era la seguridad de Ester (Ollé). Es por lo único que me ponía nervioso cuando el tema se complicaba. Cuando voy solo esto no me pasa, no me preocupo en absoluto, pero cada uno tiene sus cosillas y los que me conocen saben que cuando escalo con alguien siempre me preocupa más mi compañero que yo mismo, que le voy hacer…

¿Cómo os decidisteis por una ruta de tal envergadura?
Es muy sencillo. A mí siempre me ha apasionado el artificial y siempre me ha llamado la atención la dificultad. Es no quiere decir que renuncie a realizar una vía proque sea fácil, ni mucho menos, pero lo que realmente me gusta y me hace sentir bien es estar en una gran pared con todo el «pollo» de material y saber en todo momento que lo tengo todo bajo control. O al menos casi todo. Mirar hacia arriba y ver que me esperan 50 metros de precariedad, 50 metros de desconexión con el mundo, 50 metros para ir encajando cada parte del puzzle. Esa sensación realmente me hace sentir bien conmigo mismo.

La idea de hacer Intifada surgió hace unos cuatro años junto con mi gran amigo Xavi Sánchez. Realizamos la escalada a la Sundevil Chimney en el Titán y alguna que otra escalada clásica en las Fisher Towers y me di cuenta que este tipo de escalada y de roca me encantaba. Su color te hechiza… Cada día al ir al Titán pasábamos por delante de Intifada y empezamos a barajar la posibilidad de escalarla algún día. Después, con el tiempo, repetimos y abrimos algún A5+ en Montserrat y por fin le llegó el turno al mito del artifo extremo, la gran obra de Beyer.

Vivac durante la repetición de Tramuntana, 7a+ y A4+ al Naranjo de Bulnes.- Foto: David PalmadaVivac durante la repetición de Tramuntana, 7a+ y A4+ al Naranjo de Bulnes.- Foto: David Palmada

El gran Beyer…
De Beyer no te puedo decir nada que no sepas, pues es de sobra conocido por sus hazañas y ascensiones extremas.

De Beyer te puedo decir que me gusta su estilo, me gusta que en el mundillo del artificial se marquen nuevos retos, como fue el caso de Intifada. Es dura, tanto técnicamente como psicológicamente y lo peor es tener que bajarse cada día y volver a subir la mañana siguiente, sabiendo lo que te espera. Eso te va fundiendo el cerebero. Además, en esta época del año el sol es abrasador y entre la roca, el calor y la dificultad de la vía se genera un coctel explosivo que hace que tu adrenalina fluya a borbotones.

¿El riesgo es parte esencial de la aventura?
Sí, en mi opinión. Si me dijeras que en cualquier escalada si te caes no va a pasar nada, perdería todo el encanto. A todos, en mayor o menor medida, nos gusta tentar a la suerte, desde el que hace clásica al más extremo alpinista. Todos nos movemos motivados para superar nuestras metas y eso siempre conlleva algún riesgo. Sí, el riesgo es esencial.

¿Por qué escogiste a Esther como compañera para la actividad?
Yo creo que no la escogí, más bien logré engañarla. En serio, con Esther me siento muy compenetrado. Ella domina todas las técnicas de gran pared y tiene una gran virtud, nunca se aburre en las reuniones pues dispone de una enorme paciencia. Esto hace que se convierta en la compañía perfecta para cualquier escalada de Big Wall. También había realizado muchas escaladas con ella, fáciles y difíciles y sé exactamente como responde ante cualquier problema. Es verdad que en Intifada vi una cara en ella que nunca antes había visto; cara de miedo. Esther no decía nada, pero se respiraba en el ambiente. Eso era lo que más me preocupaba durante la ascensión, pero como siempre no me defraudó y aguantó hasta el final tragándose todos sus miedos y sus dudas.

¿Lo mejor y lo peor?
Lo mejor, el lugar, la tranquilidad y sobre todo la compañía. Queremos agradecer su presencia a María, a Pep y a Galo que durante esos días de precariedad fueron nuestros ángeles de la guarda. Solo bajar y verles aliviaba nuestra angustia. Lo peor, que las vacaciones sean tan cortitas.

«A todos, en mayor o menor medida, nos gusta tentar a la suerte, desde el que hace clásica al más extremo alpinista».

David Palmada saboreando una fisura de La Pedriza madrileña.- Foto: FEECDavid Palmada saboreando una fisura de La Pedriza madrileña.- Foto: FEEC

¿El mundo del artificial crece o decrece?
La verdad, no sabría decirte. Pienso que la gente que lo prueba puede quedarse enganchada, pero la realidad es que para el artifo hay que ser muy pesado y constante, y mucha gente se termina aburriendo y tirando hacia actividades más sencillas; escalar más y portear menos, aunque creo que dominar un poco la técnica a veces te puede sacar de algún marrón.

¿Qué opinas del búlder o de la deportiva?
Son disciplinas que me gustan, aunque no las practico casi nunca. Creo que tener el nivel suficiente para poder liberar rutas de artificial extremo en escalada libre tiene que ser genial e increíble. Yo cuando escalo un IV me siento el rey del mundo, y cuando es un V ya ni te cuento…

Tu próximo objetivo…
Poder hacer muchas horas en el «curro» para pagar otro viaje a los Estados Unidos.

Un sueño en la pared…
Uno que se me repite mucho es que el tiempo se para y no tengo ningún tipo de prisa en volver. Tengo todo el tiempo del mundo, si no escalo hoy lo haré mañana, pero cuando abro los ojos y me doy cuenta que ya es tarde otra vez y me toca empezar a correr…. La historia de mi vida, joder.

Un lugar…
Imposible nombrarlos todos. A mí me asombra todo el mundo. Quizá un lugar en el que para escalar no tengas que trabajar… ¿Conoces alguno? Pues mientras tanto cualquier pared tranquila me sirve.

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