Le ves aparecer, con cara de chico bueno y sus ciento veinte kilos de peso. Con una gorrita negra, de pana. «La gente dice que me voy a quedar calvo por llevar la gorra. Qué más da, si llevo la gorra no se ve.» Luego habla contigo. Te cuenta que trabaja de chófer de trailer y que lo pasa en grande con su mujer y su hija. O ves con él cómo pierde el Barça por 3 a 1 con el Español, y cómo se retuerce en la silla por que su Barcelona no defiende. Y comprendes cómo este tipo ha abierto más de cien vías. Ha escalado parte de las rocas más duras de España, en solitario. Y sobre todo, ha mantenido una sabia forma de ver la vida: «hay que buscar la aventura. Hay que ir, descubrir e imaginar.»
Jaume Clotet Paca es un catalán con aspecto de gigante. Con sus cerca de dos metros se sienta en una roca, junto a la pared gris de la Casa Colonia de Santa María de Meiá, y se alegra de poder hablar con nosotros, de poder expresar ideas y sentimientos. Él nunca pierde una ocasión para hacerlo. Y nosotros no perdemos nuestra ocasión de escuchar.
Cien primeras y has decidido dejar la escalada….
Me gusta que me hagas esta pregunta. Cien primeras… Uno empieza a escalar por pasión o por ganas o por «famoseo» o por competitividad, pero nadie tiene pensado como dejar de escalar. Lo que veo en compañeros y gente mayor es que nadie tiene previsto como dejar de escalar y al final por la familia o el cansancio lo va dejando, y es triste acabar así. Mi pasión por la escalada es tan grande que supe como quería mi principio y mi final. Me puse mi meta; las cien primeras. Siempre con la ayuda de Armand Ballard, si no no habría sido posible. Cien primeras vías de más de tres largos.
Lo conseguí en diciembre del año pasado, la última vía se llama Sayonara, muy explícita. Y decidí retirarme. Nadie se lo cree. Quizá haya más razones, pero la principal es que ya no puedo aportar más, al contrario, cada vez voy a menos. La gente a la que le ocurre eso o se deprime o se compra una máquina y empieza a poner chapas por todos lados. La otra forma es «mira ahora que hago A3/V, me bajo y lo dejo».
¿Y lo has conseguido?
Bueno hay gente que lo deja de golpe. Yo en un año he hecho dos vías; subí al Naranjo con mi mujer, porque me lo pidió y a tu mujer no le puedes decir que no, hay que hacerlas caso. Sobre todo si durante los nueve años de relación te ha dejado hacer lo que te ha dado la gana. Hay que cumplir.
La otra es algo que siempre he hecho, y siempre haré, que es abrir una vía para un compañero que se muere en montaña. Se murió Bunny y le pedí a mi amigo Pelut (David Palmada) si quería abrir una vía en Montrebei, una vía dura dura. Con una condición; yo voy de segundo, recupero las tiradas y hago que los petates suban solos. Y efectivamente, los petates subían solos (imaginen sus recios 120 kilos de contrapeso haciéndolos volar sobre la roca). El abrió toda la vía de primero, excepto un par de largos. Pero es la sensación, estar arriba y decir «que coño hago aquí, lo he hecho tantas veces, ¿no estaría mejor en casa, jugando con mi hija o tocando la batería?.
Te han marcado mucho las muertes de compañeros…
Claro. La escalada es un deporte de riesgo, hagas 7a o hagas lo que hagas. Hoy día parece que no…y la escalada en pared tiene más riesgos todavía, en solitario pues todavía mucho más. Si los escaladores buenos se matan, los mediocres…Y más si haces una actividad extrema o puntera. Dejar de escalar es relativo, yo siempre cogeré la cuerda y me iré a la Pedriza, donde no he escalado nunca, por ejemplo. Con dejar de escalar me refiero a las paredes largas, en solitario, en el «a ver quien puede más..». Ahora eso no me apetece; me apetece por ejemplo enseñar, para que la gente flipe como he flipado yo.
En tu caso tiene mucho mérito el haberte dedicado a la escalada con tu peso…
Noventa, más o menos, pesaba cuando escalaba habitualmente. No es tanto merito, al contrario. Un amigo mío me dijo una vez, que no me preocupara que eso eran reservas para la pared. Alguna vía que he abierto en cordada; mi colega pasa hambre y yo tan contento. No, es broma. Precisamente me dedique a la artificial, es con lo que podía. Lo bueno es el libre. Como eso no podía, ¿qué hago, me quedo en casa viendo Telecinco?, pues no. Voy a la montaña de otra manera: el artificial.
¿Qué ventajas e inconvenientes tenías por el peso?
Bueno, el peso es relativo. Hay gente que pesa 60 y se lleva todo el material encima y pesa lo mismo que yo. Es más cómo poner las piezas, las ganas, la cabeza. Es diferente. Silvia Vidal pesa 40 kilos y ella pasará por un A5 de otra manera distinta a la mía. Ella a lo mejor mide un metro y medio, por decir algo, y yo mido casi dos metros. Ella igual pasa poniendo un «chicle» y yo a lo mejor tengo que poner cincuenta. Estaré más rato, gastaré más material.
Y el tema del A5 no es algo tan a tener en cuenta. Yo he ido a hacer vías de A2 de los años setenta en Montserrat y he pasado más miedo. Y la vía donde más miedo he pasado es una burilada del Anglada, donde por mucho A5 que hayas hecho terminas llorando. El grado es muy relativo.
¿Cómo ves la evolución del mundo de la escalada?
Muy mal. Hablo de escalada clásica. La escalada deportiva es cojonuda, porque se va a más y no se sabe donde tiene el límite. Ves a los jóvenes que empiezan a escalar haciendo 6b y uno que sólo ha hecho uno en su vida y porque no hacía viento…La escalada clásica muy mal. Primero, no se pueden abrir buenos itinerarios porque esta todo abierto. Segundo, la montaña es un riesgo y tendemos a anularlo. Ahora hay reequipamientos sobre reequipamientos, hay prohibiciones, necesitas pedir permiso, están los guardas mirándote en muchos parques. Salías de la ciudad porque te controlaban los padres, la zona azul del aparcamiento…la montaña era libertad y ahora cada vez va a peor. Se tiende a pensar más en la seguridad que en el disfrute.
Lo bueno está hecho, siempre podrás repetir vías clásicas maravillosas pero ya es muy difícil abrir nuevas. A mí incluso se me ha acusado de abrir vías donde no había sitio. Hay sitio, hay que buscarlo, pero está muy difícil. Incluso he pensado en desequipar mis vías para dejar sitio a las nuevas generaciones para que disfruten en libre, en artificial o como quieran. Yo ya disfruté lo mío y ahora hay que dejarles a ellos.
Eso da lugar a que haya vías fuera de sitio. Por ejemplo la del Pilar del Segre (junto a Belle Epoque y La festa del Paca) es sinceramente una puta mierda. Ponte que vamos a Siurana; está La Rambla, pues el Paca va ahora y abre un A4. Está fuera de lugar. Aquello es un sector de deportiva y el otro (Pilar del Segre) lo es de artificial, o de libre. La mejor evolución es hacer todo lo que se pueda en libre: el Pilar del Cantábrico o Sueños de Invierno, lo que se pueda en libre.
¿Qué escaladores te han influido?
Es muy buena pregunta. Yo soy totalmente autodidacta y estoy vivo de milagro. Escaladores que me han marcado: Anglada, le admiraba por lo que hacía y luego tuve la suerte de conocerle. Ahora somos amigos. Bridwell, al que también conseguí conocer. Estaba comiendo delante de él sin saberlo y cuando me lo dijeron me volví loco. Pero el que más me ha influido es Antonio García Picazo. Es y era mi ídolo. El abría una vía y yo iba corriendo a repetirla. Lo que me da lástima es haberme enterado de que me odia profundamente. Me llevé la mayor desilusión de mi vida porque sigue siendo mi ídolo.
Resulta que está muy enfadado conmigo porque él abría una vía en Montrebei y yo abría tres al lado… pero siempre que hice algo así era por imitarle, por admiración. Después nos hemos encontrado y cuando le saludo se da media vuelta y se va. Un auténtica lástima. Al final me frustré cantidad con los mitos. Y sus vías son una auténtica pasada.
¿Y qué vías te han marcado?
El Mirall Impenetrable. Tengo tres intentos y algún día lo conseguiré. Es la vía de referencia en Cataluña. Sueños de Invierno me gustó, lo que hice, que fueron los cuatro primeros largos en solitario. No estaba a la altura supongo. La cara oeste del Naranjo de Bulnes, que no he hecho. No es la pared, ni el material, ni las ganas. Es el tiempo. Tormentas, viento, lluvia; las movidas en la pared me asustan mucho.
Una que me ha marcado profundamente y que algún día terminare es Vivencias del Solitario, esa gran vía de Fernando Ruiz que es un misterio. Que lleva veinte años sin repetición. Que nadie puede con ella. Soy el único que ha hecho el cuarto largo, no se ha llegado más arriba. Es una línea cojonuda porque si hay problemas puedes rapelar por la misma vía. Y todo el Pilar del Segre también, y las Picazo de Montrebei.
¿Qué piensas del tema del grado, a raíz de la propuesta de Santi Llop?
El grado para mí es inútil y muy complicado. Es verdad que la gente joven necesita información, pero también hay que ir a la aventura y ver lo que te encuentras. Yo creo que esta bien de A1 a A5 y de ahí ir subiendo. Pero creo que no se puede graduar. Cambia la roca, el material, la gente, el estado de ánimo, una caída. Para mí no es graduable. Si veo A5 quiere decir que ese largo me va a costar más, A4 un poco menos… pero no se puede graduar la muerte, ni el riesgo, ni las ganas.
¿Cómo ves el futuro de la escalada clásica?
Lo veo mal para los jóvenes. Ahora ya no se puede ser tan pionero. Sí es verdad que tenemos mejor material, mejores accesos, podemos tener un 4×4… pero nos prohíben ir por las pistas; tenemos grandes paredes y grandes equipamientos… pero no nos dejan escalarlas. Quizá porque hay un pájaro. Siempre se podrán repetir las grandes clásicas, pero eso nos lleva a la masificación. Soy muy pesimista, pero el futuro de la escalada es inmejorable.