Denis Urubko ha escalado los catorce ochomiles en nueve temporadas y sin oxígeno adicional. Algunos de ellos, además, por nuevas rutas o realizando primeras invernales. Entre sus grandes logros está la ascensión de tres ochomiles con apenas once días de diferencia, sin oxígeno, sin compañeros de cordada ni la asistencia de sherpas o porteadores, y en estilo alpino.

Denis Urubko estará mañana 3 de diciembre (a las 20h) en la Semana Internacional Montaña Guadarrama y firmará ejemplares de su libro.
«Hay que tener en cuenta que, aunque podría parecer que son muchas las expediciones que buscan aventuras en estilos parecidos, en realidad estas son bastante limitadas. No representan un espectro amplio de la actividad. Son increíblemente peligrosas. Por eso pedimos al lector que se lo piense tres veces antes de ponerse a prueba frente una forma tan arriesgada de ascender montañas».
La elegancia de la eficencia
Pero en su trayectoria, sobre todo, destaca su faceta solidaria y su intervención en decenas de rescates en la Zona de la Muerte. En uno de ellos, en mayo de 2008, una llamada le despertó cuando dormía en su hotel de Katmandú. No lo dudó, salió directo hacia una de las paredes más exigentes del Himalaya, la cara sur del Annapurna, para ayudar a su amigo Iñaki Ochoa de Olza, atrapado a 7400 m. O años más tarde llegó a renunciar a intentar la ascensión invernal al K2 para rescatar a Élisabeth Revol en el Nanga Parbat. Urubko relata estos dos rescates con todo detalle por primera vez.
Y en La elegancia de la eficiencia se describen otros muchos episodios poco conocidos en los que Denis Urubko ha tenido ocasión de prestar ayuda en el Himalaya y en el Karakórum.
«No tengo ni fuerzas ni tiempo para narrar todos los rescates, hay muchos que me cuesta recordar. De algunos, solo me acuerdo de sensaciones. El primero en montañas «grandes» sucedió en el verano de 1993, cuando el equipo CSKA lanzó un helicóptero a la base del Khan Tengri (7010 m). Aquel día corrimos para desenterrar el cuerpo del famoso alpinista Valeri Khrichtchaty. ¿Impresiones? Es de noche, alrededor silban avalanchas terribles y los músculos están al límite. Hay gente experimentada al lado, pero yo soy un componente novato, no sé nada. Cavaba zanjas y pozos tratando de encontrarlo… A nuestro lado, por las laderas, se derrumbaban trombas de nieve recién caída y a veces nos hundíamos hasta las rodillas; era muy arriesgado. Pudimos haber perdido a alguien más, pero no sucedió. No fue una pesadilla tan solo porque no podía pensar en nada».
La elegancia de la eficiencia
No es un libro sobre una realidad objetiva, que relate de manera periodística unos hechos. Lo hace de la manera más rigurosa que puede pero, además, describe su vivencia: la fina línea que separa la vida de la muerte; una cuerda de nailon de 9 mm, comerse una mandarina, bajar unos segundo antes de esa avalancha, los ronquidos de la respiración al límite, el crujido de la nieve, ayudar a una persona en una situación dura o «la belleza de una conciencia ardiente».
Y de esta manera te haces una idea clara sobre lo que pasó, cómo él lo vivió y en ocasiones lo que opina al respecto desde su propia ética personal.
«Durante los últimos treinta años, a menudo me ha tocado arriesgarme por irresponsabilidades ajenas. Cuando una persona, por el motivo que sea, se mete en dificultades, tienes que dejar a un lado tus asuntos e ir a socorrerla. Razonando desde la lógica, eso supone un desperdicio total de energía, de tiempo… de dinero. A menudo, supone decepcionarte con otras personas. Son muchos los que hablan de lo lógico. Yo también puedo ponerme a filosofar, sí. Abajo, en casa. Pero cuando ocurren accidentes en la montaña, no hay tiempo para abstracciones: solo tengo tiempo para actuar».
La elegancia de la eficiencia
La elegancia de la eficiencia recoge historias extraordinarias de supervivencia en las que nos hace reflexionar sobre la esencia del alpinismo, o la legitimidad de saber asumir riesgos para salvar la vida de otro ser humano. Pero como dice su autor: «Las montañas siempre cautivarán por su belleza y sus aventuras. Y habrá gente que venga a ayudar cuando lleguen los problemas».