La cara norte del Eiger es, sin duda, uno de los más grandilocuentes escenarios para el alpinismo. Lo ha sido durante décadas, y mantiene todavía hoy en día su magia, con desafíos que están aún entre lo más exigente que se pueda imaginar. El alemán Robert Jasper y el suizo Roger Schäli lo saben perfectamente. Juntos acaban de completar una meritoria trilogía que han venido persiguiendo desde hace años: la liberación de las tres vías más directas de la vertiente, las famosas direttissimas.
Su aventura comenzó siete años atrás, en verano de 2006, cuando los dos se encordaron para enfrentarse a la Ghilini-Piola Direttissima. En aquel entonces, escalaron ya la mayoría de la ruta en libre, aunque tuvieron que salir de la pared dejando el trabajo a medias después de dos días y medio de esfuerzos y de una terrible tormenta. “No estábamos preparados todavía”, reconoce el propio Robert Jasper.
Quizás en 2006 no habían estado suficientemente preparados para el reto que se habían planteado. Pero tres años más tarde, en 2009, sí lo estaban. A finales de agosto de aquel año escalaron en libre los 1.800 metros de recorrido de la directísima Japonesa, con dificultades máximas entonces cotadas de hasta 8a. Abierta por un escogido equipo japonés, el Japanese Expert Climbing Team en 1969, se convertía en la línea más exigente de toda la pared. Recorre el sector más desplomado del muro, el llamado Rote Fluh.
Animados por aquel éxito, la cordada Robert Jasper y Roger Schäli decidió repetir pared al año siguiente, con el objetivo entonces de enfrentarse en libre a la famosa John Harlin Direttissima. Una vía mítica por la tragedia que la rodea, ya que John Harlin falleció cuando participaba en su apertura en 1966 al romperse la cuerda fija por la que ascendía. En esta ocasión, escogieron realizar su escalada a finales de septiembre, para minimizar los riesgos de la caída de piedras y antes de la llegada de los rigores del invierno. Así pues, su éxito, después de escalar la línea y salir por la Heckmair en tres días, dio como resultado la primera en estilo alpino, con dificultades de hasta M8, 7a, E5.
La cuenta pendiente
Con estos dos impresionantes logros en el bolsillo, el escenario quedaba listo para resolver su cuenta pendiente de 2006 con la liberación de la Ghilini-Piola. Esta vía había sido abierta utilizando técnicas de artificial durante cinco días de 1983 por parte de Michel Piola y René Ghilini y recorre “la parte más desplomada de la cara norte del Eiger”, según explica el propio Robert Jasper, quien añade que “durante muchos tiempo, ambos alpinistas habíamos soñado con ella e invertido mucho en este proyecto”.
Robert Jasper y Roger Schäli necesitaron 14 horas de escalada y una excelente coordinación como cordada para resolver este problema pendiente, que resumían de esta manera: “2 de agosto de 2013, seis de la tarde, Robert Jasper y Roger Schaeli están en lo alto del Tschechenpfeiler de la famosa cara norte del Eiger y se felicitan mutuamente de todo corazón con un enérgico abrazo! ¡Sí, lo hicimos!”.
La liberación les ha llevado a través de una pared rocosa de unos 1.400 metros de altura, con una roca de escasa calidad e inciertas opciones de retirada. Un desafío con un alto grado de compromiso y una sensible dificultad técnica y exigencia física.