
«Cogimos el vuelo el 14 de marzo, cruzando cielos azules. Establecimos nuestro pequeño Campo Base bajo su cara norte y pasamos la jornada siguiente entera buscando líneas en su pared. Entonces vino la tormenta, y todo se convirtió en una desastre». Así, iniciaban su crónica Ryan Jonhson y Sam Magro, quienes abrían una nueva gran ruta en la cara Norte de la Torre Oeste de las Mendenhall Towers (Alaska). Cerca de 800 metros mixtos que demuestran porque estos dos tipos recibieron uno de los premios Mugs Stump en su edición de 2008. Y como cuentan, las cosas se empezaron a torcer desde el principio. «La tormenta duró cuatro días, el viento era horrible y casi 3 metros de nieve se asentaron por todas partes».
Magro y Jonhson se conocieron en el Campo 4 de Yosemite en octubre de 2007. Después de una noche de cervezas, Jonhson, nativo de Alaska, puso sobre la mesa una foto de las Mendenhall Towers, unas agujas de granito que habían sutraido la imaginación de Jonhson durante años. Y éste le pregunto a Magro si le gustaría acompañarle. «No pude resistirme», comenta Sam, «Estaba impresionado».
El primer día que el tiempo lo permitió, Ryan y Sam se lanzaron a probar la ascensión de la Torre Oeste. «Deseábamos encontrar buenas condiciones en el hielo o al menos algo de solidez, pero aquello era imposible». Regresaron al Campo Base replanteándose su situación, evaluando otras posibilidades. Pero la atracción por aquella pared y la cabezonería del alpinista volverían a ponerles, al día siguiente, a los pies del muro en el que habían puesto sus ojos.
«El día 27 de marzo volvimos a intentarlo. Sam probó el primer largo. 18 metros después yo recibía la señal para empezar a subir los petates», recuerda Ryan Jonhson. La parte inferior de la montaña estaba absolutamente anegada de nieve, alcanzando en ocasiones los 90 grados. «Era aterrador y extraño, pero hermoso». Al anochecer llegaban a una pequeña repisa, con la misma cantidad de nieve que el resto de la pared, y allí establecían su primer vivac. «Podíamos ver un cielo rojo, prever una mala noche y observar las Luces del Norte sobre el campo de hielo de Juneau».
Tras la noche, comenzaban los primeros movimientos por la pared central. «Había nieve que parecía azúcar y los desplomes complicaron mucho la escalada. Pensábamos que iba a ponerse peor y a endurecerse. Pero no fue así. La ruta era fantástica». Llegaban a la cima a las seis de la tarde, mientras el sol cocía la vertiente Oeste. «Debíamos correr si queríamos regresar», y lo hicieron, con mucha prisa, destrepando y efectuando un solo rápel, para llegar al Campo Base al mismo tiempo que la oscuridad.
Habían escalado 14 largos, proponiendo para el más fácil AI3+ y para la tirada más dura A1, M5, y AI4. «Esta escalada justificaba la desesperación y el miedo de los primeros días». Ryan Jonhson y Sam Magro protagonizaban la primera ascensión de la Norte de la Torre Oeste, bautizando el itinerario como The great white conqueror (V, AI4, M5, A1). «Fue un gran viaje».
Fuente:climbing.com