El pasado viernes 19 de Septiembre, Kiko Galera, David Torres y yo (Javi Martín), no tuvimos mejor idea que cruzar Sierra Nevada de Este a Oeste, desde el Primer Tres mil, hasta el último. Digo que lo hicimos al flash porque era la primera vez que íbamos en verano y solo llevábamos unas pocas indicaciones para entrar a la Norte de la Alcazaba y los recuerdos de hacer la misma travesía en primavera de 2007 con esquís.
La idea surgió de David Torres que se lo había planteado como entreno para sus raids, éste se lo dijo a Kiko, que a su vez me llamó el martes y me dijo «Javi, vamos a hacer la integral, te animas… por qué no». No surgió como un proyecto trabajado para buscar el mejor tiempo, con asistencias, reconociendo el recorrido… de eso seguro que se encarga nuestro amigo Kilian que llega esta semana a Granada, nosotros solo éramos los sparring.
Presumíamos que tardaríamos menos de las 11horas y 30 minutos que hicimos con los esquís, entre otras cosas porque ahora podíamos ir por la cuerda entre los picos, no saldría ni tanta distancia ni tanto desnivel. Al final 36 km y 3.500 m de desnivel positivo. El recorrido se intuye fácil, aunque en muy pocos momentos discurre por senderos (o por lo menos nosotros no los conocíamos). Desde el primer tres mil, Picón de Jerez 3.086 m, pasando por más de 14 puntas de más de 3.000 m: Puntal de juntillas, Los Cervatillos, La Atalaya, El Cuervo, Vacares, Los Machos, Cartujo, Elorrieta, Tajos de la Virgen, Caballo… sin olvidar las joyas de la corona, Alcazaba 3.364 metros, Veleta 3.396 m y Mulhacén 3.479 m. Lo más duro del recorrido sea seguramente la ausencia de sendero, las zonas de trepada en la Alcazaba, que es fácil perderse y sobretodo en el Veleta, con pasos de IV y con un patio digamos que abundante. También fue muy dura la altitud, ya que de los 36 kilómetros tan solo 5 son por debajo de 3.000 m. De hecho, pasado el Veleta los tres íbamos ya con un buen dolorcillo de cabeza, y cualquier excusa era buena para parar y tomar aire… pero siempre aparecía Kiko para sacarnos las muelas acelerando el paso.
Otro problema es la ausencia de agua, ya que si se quiere coger agua hay que descender mucho, lo que alargaría la ruta. En fin, una experiencia genial, que esperamos repetir en cuanto se nos vuelvan a agotar las neuronas y no seamos conscientes en lo que nos metemos.
Javi Martín