Eiger (3.970 m) significa Ogro en alemán. Un nombre más que adecuado para una montaña temible, cuya triangular cara norte y sus 1.800 metros de desnivel se convirtió en uno de los últimos problemas por resolver en los Alpes. Una especie de mito que cayó el 24 de julio de 1938 bajo el esfuerzo de los alemanes Anderl Heckmair, Heinrich Harrer, Fritz Kasparek y Wiggerl Vörg, condecorados por Hitler gracias a dicha ascensión, a la que se dio un fuerte significado político. Hoy se cumplen 75 años de aquella gesta alpina.

Una historia llena de tragedias
Las dimensiones de la pared, su dificultad técnica, la caída de piedras y la propensión a la formación de potentes tormentas inesperadas han sido siempre los factores que se han combinado para construir la imagen de dureza de la cara norte del Eiger. El primer intento de ascenderla llegó en 1934, aunque no pasó de los 2.900 m. Al año siguiente, los alemanes Karl Mehringer y Max Sedlmeyer lanzaron el segundo intento, seguido en directo a través de telescopios desde el paso Kleine Scheidegg. Tormenta, nieve, nubes y niebla dificultaron su ascenso y terminaron provocando su fallecimiento por congelación en el conocido como Vivac de la Muerte (3.300 m).
En 1936, la siguiente tentativa a cargo de una expedición formada por diez escaladores alemanes y austriacos terminó con el trágico fallecimiento de cinco de ellos. El primero, durante una escalada de entrenamiento. Los otros cuatro, Andreas Hinterstoisser, Toni Kurz, Willy Angerer y Edi Rainer fueron barridos por un alud que despeñó al primero y dejó colgando a los otros tres de la cuerda, falleciendo los dos últimos en la misma caída. Kurz fue protagonista de un agónico intento de rescate en el que terminó muriendo a pocos metros de sus rescatadores.
Los primeros escaladores que regresaron vivos de un intento serio al Eiger fueron Matthias Rebitsch y Ludwig Vörg, quienes se dieron la vuelta por encima del Vivac de la Muerte cuando les sorprendió una tormenta en agosto de 1937. En 1938, los italianos Bartolo Sandri y Mario Berti ampliaron la cuenta de muertos tras ser sorprendidos por una tormenta en la parte baja de la pared.
La primera ascensión
La expedición patrocinada por las autoridades nazis que finalmente logró la primera ascensión de la cara norte del Eiger constaba de dos cordadas inicialmente independientes formadas por los alemanes Heckmair y Börg y por los austríacos Harrer y Kasparek, respectivamente. Comenzaron a escalar estos últimos un día y al siguiente lo hacían los otros dos. Ya en la pared, decidieron unir sus fuerzas bajo el liderazgo de Anderl Heckmair.
Las avalanchas amenazaron constantemente a los escaladores, que sufrieron numerosas caídas durante su progresión. El tercer día –cuando lograrían culminar la ascensión- estalló una tormenta unida a un importante descenso de las temperaturas. Un alud alcanzó a los cuatro hombres, que consiguieron evitar ser barridos de la pared, alcanzando finalmente la cumbre a las cuatro de la tarde, completamente exaustos. Descendieron la ruta normal en plena ventisca.
Otras ascensiones históricas
Grandes figuras de la historia del alpinismo han inscrito su nombre en la cara norte del Eiger a lo largo de los años. La segunda ascensión llegó en 1947, a cargo de los franceses Louis Lachenal y Lionel Terray. También dejaron su impronta en 1958 Kurt Diemberger y Wolfgang Stefan, así como Chris Bonington e Ian Clough en 1962. La primera invernal llegó en 1961, a cargo de Toni Kinshofer, Anderl Mannhardt y Toni Hiebeler, mientras que la primera en solitario la protagonizó Michel Darbellay en 1963 y la primera de una mujer Daisy Voog en 1964.
Otro de los grandes hitos históricos fue la apertura de la vía más directa hasta la cima, la Direttisima que terminó tomando el nombre de Harlin Route después del trágico fallecimiento de John Harlin II cuando se le rompió una cuerda mientras intentaba abrirla en marzo de 1966. La completaron tres días más tarde su compañero Dougal Haston, que se unió a la cordada competidora formaada por Siegi Hupfauer, Jörg Lehne, Günter Strobel y Roland Votteler.
Más tragedias durante esos años afectaron a la expedición italo-alemana de Claudio Corti, Stefano Longhi, Franz Meyer y Gunther Nothdurft de 1957. El primero de ellos –golpeado por una piedra- se convirtió en el primer hombre rescatado desde arriba en esa pared, por un grupo de 54 rescatadores, mientras que sus tres compañeros terminaron falleciendo.
Muerte de Rabadá y Navarro, y 1ª española de Anglada y Pons
La primera ascensión española a la cara norte del Eiger tuvo también una historia trágica. Después de un intento de Joan Manuel Anglada y Jordi Pons en 1962, el año siguiente fueron los célebres Ernesto Navarro y Alberto Rabadá quienes fueron a por ese ansiado objetivo. Sin embargo, el ‘ogro’ pudo con los dos históricos escaladores aragoneses y fallecieron en la zona conocida como La Araña. Finalmente, de nuevo los catalanes Anglada y Pons regresaron en agosto de 1964 logrando alcanzar la cima. El propio Jordi Pons lo recuerda así hoy en día:
Bajo mi punto de vista, las montañas se eligen por su belleza se escalan por su historia. A la segunda definición podría pertenecer el Eiger, una cumbre cuyo escaso encanto choca con la belleza de sus cumbres vecinas, el Monch y la Jungfrau, una trilogía harto conocida en la región del Berner Oberland. Siendo así, cabe preguntarse: ¿cuál es el motivo por el que se conoce el Eiger? La respuesta hay que buscarla en su pared Norte, una muralla de roca y hielo de 1.800 metros de altura protagonista de trágicos desenlaces antes y después de su conquista el 24 de julio de 1938. El Eiger tiene en su haber el privilegio de ser una de las grandes paredes conocidas, una pared por donde la historia ha trazado varias líneas donde la obsesión, la búsqueda de la excelencia y el patriotismo convirtió en tragedia los primeros intentos de conquista. A nivel histórico, existen grandes libros sobre la conquista del Eiger y uno que considero muy recomendable es el de Anderl Heckmair, uno de los grandes escaladores históricos que tuve el placer de conocer.
Siempre que observo el amenazante semblante de la norte del Eiger me vienen a la memoria recuerdos imborrables de nuestra escalada en 1964, junto a Josep Manuel Anglada. Los alpinistas que en 1964 (y antes) entramos en la pared norte del Eiger sabíamos el grado de compromiso al que nos enfrentábamos, una pared letal, durísima y esta era la riqueza de nuestro objetivo, lejos de cualquier ayuda externa, de comunicación y de rescate. Del Eiger y su cara norte conservo excelentes recuerdos, entre el que destaco por encima del resto el momento en el que hicimos cumbre, completando así la primera escalada española y catalana y la número 47 a nivel mundial. Tengo muy presentes los tres vivacs cuyos nombres son difíciles de olvidar: Nido de Golondrinas, Vivac de la Muerte y Travesía de los Dioses. Cuando completamos a escalada, lo primero que hice fue estrechar la mano de mi amigo Josep Manuel Anglada, mi compañero de escalada, para transmitirle la íntima satisfacción por haber realizado con éxito dicha ascensión. Lo segundo fue acelerar el descenso por la ruta normal, ya que la tormenta eléctrica se cernía sobre nosotros y a 4.000 metros, sin visibilidad, no hay héroes sino simples alpinistas.
La concepción actual sobre cómo se puede realizar una ascensión, sumada a la aparición de nuevos materiales, ha hecho posibe llevar a cabo escaladas que hasta hace pocos años eran inimaginables. Actualmente, las escaladas express están mas cerca de los récords Guinness que del alpinismo más tradicional, pero eso es otra historia…
Récords de velocidad
Una vez pasada la época de los pioneros y de las primeras ascensiones nacionales, la cara norte del Eiger no perdió atractivo para los alpinistas, quienes han visto en ella un terreno de juego inigualable para escaladas rápidas y en solitario. Una esencia que captó a la perfección Leo Dickinson en el documental Eiger Solo, que narraba la primera británica en solitario de la cara norte a cargo de Eric Jones.
Reinhold Messner y Peter Habeler dieron el primer paso con su ascensión de la cara norte en 10 horas en 1974. En 2008, dos cordadas se sucedieron en el récord: Roger Schäli y Simon Anthamatten (6 horas 50 minutos) en enero, Dani Arnold y Stephan Ruoss (6 horas 10 minutos) en febrero. En otoño de 2010, Ueli Steck y Bruno Schläppi lo rebajaron a 5 horas 3 minutos, y en febrero de 2011, de nuevo Roger Schäli ahora con Simon Gietl establecían la actual marca de 4 horas 25 minutos.
Eso, en cuanto a la escalada más rápida a cargo de una cordada. El récord de la escalada más rápida en solitario pertenecía a Christoph Hainz desde 2003 cuando un talento llamado suizo Ueli Steck se fijó en él como objetivo deseable. En 2007, lo situó en 3 horas 45 minutos. Pero, no satisfecho con eso, volvió a batirlo en 2008 para dejarlo en unas increíbles 2 horas, 47 minutos y 33 segundos. Una marca esta que su compatriota Dani Arnold todavía fue capaz de rebajar en 2011 hasta situarlo en 2 horas y 28 minutos.
El testimonio de Ueli Steck
En el libro Interlaken, Jungfrau-Aletsch (Víctor Riverola y Jekaterina Nikitina, Ediciones Desnivel 2011), Ueli Steck aportaba el siguiente testimonio acerca de lo que representa la magia del Eiger para él:
El mito de la pared norte del Eiger nació en los años treinta, en plena efervescencia alemana en Europa. Durante mucho tiempo fue considerada como uno de los grandes enigmas (o problemas) sin resolver de los Alpes y fueron muchos los alpinistas que han intentado superarla. Hubo tragedias, accidentes y muchos perdieron incluso la vida. Finalmente fue Anderl Heckmair, junto con sus tres compañeros, quien en verano de 1938 logró llegar a la cima por la cara Norte. La prensa de la época siguió con mucho interés la ascensión, despertando la curiosidad de muchos espectadores anónimos que siguieron muy de cerca una hazaña de tamañas características. Desde entonces, la pared continúa seduciendo a los alpinistas que se acercan a sus pies y a los turistas que la contemplan fascinados. Desde la estación del cremallera en Kleine Scheideg, la visión panorámica de la Jungfrau, el Mönch y la norte del Eiger es sobrecogedora. Cada verano, sus terrazas panorámicas suelen llenarse de curiosos que siguen con admiración la evolución de los alpinistas en la pared, exactamente igual que en los años treinta, hace mas de 70 años, demostrando el magnetismo que ejerce el Eiger sobre el ser humano.
Mi relación con el Eiger es intensa. Desde hace años vuelvo una y otra vez a su pared norte, pues en ella encuentro siempre nuevos desafíos. El Eiger se ha convertido en mi montaña favorita, un lugar muy especial donde he desarrollado y perfeccionado mi carrera como escalador y alpinista. Son casi 1.800 metros de altura de roca y hielo, escalando a través de una roca extremadamente quebradiza y al mismo tiempo muy fuerte debido a sus características (caliza), que no ofrecen mucha seguridad. Los tramos más difíciles suelen estar totalmente cubiertos por nieve y hielo, imaginando la pared como un tejado demasiado inclinado que apenas nos ofrece puntos de soporte… pero, ¿qué sería el Eiger si no fuera tan complejo? Me encantan los desafíos, forman parte de mi vida y si algo me resulta muy fácil, se convierte en algo aburrido. Actualmente, si miro hacia atrás con respeto, me doy cuenta que he pasado mas de 60 días en la pared Norte del Eiger.
El ascenso más rápido lo logré en el año 2008 invirtiendo 2 horas y 47 minutos. Para mí, batir el record de ascensión en la Norte del Eiger significó entrar en una nueva dimensión, fue algo único, viviendo en menos de tres horas un cúmulo de emociones y sensaciones que deseo transportar muy lejos, al Himalaya y al Karakorum. Si lo consigo o no, ya se verá. Hasta entonces subiré numerosas veces con el ferrocarril cremallera hasta la estación de Eigergletscher, para caminar después sobre el Eigertrail hasta el punto de salida de la vía, ascender por la Norte, tomarme unos minutos de descanso y al atardecer disfrutar de una ensalada en Kleine Scheidegg, con medio litro de Rivella… y seguir soñando con mi próxima aventura.
Para los amantes del senderismo deportivo recomiendo el itinerario que discurre a lo largo de la falda de la pared (el Eigertrail) pues es toda una experiencia.
El BASE solo de Dean Potter
Quizás la última gran actividad pionera de la cara norte del Eiger fue la ascensión en BASE solo de Dean Potter en verano de 2008. El estadounidense ascendió en solo integral la vía Deep blue sea, equipado con un paracaídas como única medida de seguridad, que después utilizaría para saltar al vacío en salto BASE.
- Etiquetas: Alpes, Eiger, Heinrich Harrer, Jordi Pons, Norte Eiger, Ueli Steck
Es una pregunta! Alguien sabe quiénes fueron los primeros españoles en ascender «en el día» al Eiger. Me refiero a subirlo sin necesidad de vivaquear.
El video está equivocado. No corresponde al Eiger sino al Mattehorn (Cervino).
Kurt, perdona, creo que te equivocas. Hablas de las muertes en el Eiger de 1936 y 1938. Supongo que solo te referias a las de 1936. Interesante este artículo http://www.ukclimbing.com/articles/page. php?id=1004
…los nazis se apuntaban a todo lo que les aportara publicidad. Existen libros en alemán muy buenos que tocan el tema, y en varios de ellos aparasen las fotos de las cordadas austriacas y alemanas con varios miembros del partido, incluso como bien se dice por aquí, con el mismo Hitler. La expedición de Harrer en el HImalaya estaba patrocinada por los nazis.
En 1936, J. Goebbels, ministro de propaganda nazi alienta a los alpinistas alemanes a conquistar la cara norte del Eiger tratando de convertir la hazaña en un acto de apología a la raza aria en favor del Tercer Reich y aprovechando que en Berlín se celebrarían los Juegos Olímpicos. En 1938 los nazis se tomaron (al 100%) como algo personal la conquista de la norte del Eiger…Puede que la palabra mas acertada sea apoyar, publicitar…pero patrocinar no me parece erronea, pues por aquellos tiempos
Exacto. En 1936 el partido tomo cartas en el asunto al ver el potencial que el Eiger ofrecia a los escaladores alemanes y a Alemania como potencia. Y en 1938 tras el Anschluss, ya se lo tomaron como algo personal. Solo con leer los libros de Harrer queda clarísimo. Los nazis patrocinaron muchas expediciones y ascensiones.
Pero si fracasaban, eran una vergüenza. Hitler en persona siguió con mucha atención la muerte de las cordadas en el Eiger en 1936 y en 1938. Tras conquistar el Eiger, Harrer, Heckmair y el resto, incluso se fotografiaron con Hitlr, la foto se puede ver en el libro de Anker. Las expediciones estaban patrocinadas o apoyadas por los nazis, lo cual no significa que sus integrantes lo fueran. Harrer estaba afiliado, pero solo para poder escalar como se ha demostrado con los años.
La frase es correcta. A partir del Anschluss, los nazis se lanzaron a promocionar o incluso patrocinar multitud de actividades deportivas aprovechando le potencial de los deportistas austriacos. Muchos, como Harrer, nunca se consideraron 100% alemanes (se observa en Siete Años en el Tibet). Con Toni Kurz ya lo intentaron (en Norwand se narra muy bien) llegando incluso a mandar delegados nazis hasta Kleine Schdeideg. Si subian y hacian cumbre, eran unos heroes, si morian, mártires del Reich.
La expedición patrocinada por las autoridades nazis que finalmente logró la primera ascensión de la cara norte del Eiger constaba de dos cordadas inicialmente independientes formadas por los alemanes Heckmair y Börg y por los austríacos Harrer y Kasparek, respectivamente… ¿Expedición patrocinada? No me consta en absoluto, por favor, revisen sus fuentes