Cuando a edades tempranas se realizan grandes proezas, la luz de la juventud brilla con más fuerza e ilumina los caminos de los que fueron por delante y de los que vendrán por detrás.
Edu Marín, con ventiún añitos, ha realizado una temporada excepcional, pero un carácter fuerte y tener los pies en la tierra (rara frase para un escalador) hacen de este tipo alguien humilde, aunque consciente de su potencial. Charlamos con él durante un buen rato y éstas fueron sus respuestas.
¿Qué supone hacer La Rambla para ti?
Bueno, es un sueño para mí. Es una de las vías más duras y más míticas que hay actualmente y realmente la veía cerca y lejos a la vez. Era una ilusión y un reto. Quería hacerla por superación, por superar los retos…
Además, ha sido en un momento curioso, con todo este asedio…
Sí, igual ha sido un poco por eso. Yuji (Hirayama) se marchaba la noche antes a Japón y estuvimos echando unas risas con él y con Chris (Sharma). La mañana siguiente yo iba a probar La Rambla, pero tranquilamente, veía que no era un buen día para mí. No tenía buenas sensaciones. Lo intenté con calma y cuando me di cuenta «¡Joder! si tengo el bidedo ya cogido…».
Allí estaban Dave Graham, Dani Andrada, Yuji, Sharma… todos probándola.
Sí, eso hace que me suba la presión y sobre todo la autoestima. Ha sido también un poco la clave… La Rambla es muy psicológica, me ha motivado mucho.
¿Cuál es la clave de La Rambla?
Estar muy fuerte. Tiene algunos pasos muy aleatorios, hay que tener un nivel un poco por encima de su dificultad.
¿Cuáles son los pasos clave?
Para mí coger el invertido. Ahí sientes la fuerza, es muy explosivo. Debes confiar en tu cuerpo y tu mente. Apretar mucho, es el que más me costaba. Hay otro en el que Ramón (Julián) se caía siempre, dicen que era el más duro, pero yo sólo me he caído ahí dos veces. Es el paso del bidedo. Es una presa muy mala, desde el invertido tienes que lanzarte a un agujero muy pequeño. Están además muy arriba y la cabeza te puede jugar malas pasadas. Caerte ahí te desmotiva un poco.
¿Cuánto la has probado?
El año pasado estuve casi un mes y éste he estado tres días. El año pasado tenía problemas de piel y descansaba mucho. Realmente me he sorprendido.

Siempre se ha dicho que si escalas en competición, el nivel en roca será menor y viceversa. Tú vienes de una temporada entera de competiciones….
Ya, yo creo que se confunden los términos. Pienso que los escaladores que ganan la Copa del Mundo, con su nivel harían cosas bestiales. Pero como en competición hay tanto nivel, se tienen que dedicar exclusivamente a ella si quieren ganar. Es cuestión de tiempo. Las competiciones son muy duras. No puedes fallar, hay que estar al cien por cien el día señalado, en roca si un día no estás bien puedes intentarlo al siguiente. No es que sean incompatibles, es que si deseas hacer buenos resultados en competición no puedes hacer grandes proyectos en roca por cuestión de tiempo.
¿Qué te aporta la competición?
Yo empecé a escalar en vías largas, luego descubrí la deportiva y más adelante pasé a la competición. Soy muy competitivo, me gusta mucho. Te aporta adrenalina, superarte a ti mismo, trabajar mucho la mente, luchar contra ti y tu presión. Me interesa explotar mi potencial en competición. Llegará un momento en que psicológicamente, quizá, no pueda dedicarme a ello. La roca me aporta tranquilidad, calma. Estás en contacto con la montaña y con la roca, lo disfrutas más. Vienes un mes, haces La Rambla (9a+), A muerte (9a)…
Es curioso que los dos primeros encadenadores de La Rambla, Ramonet y tú, hayan compartido entrenador, David Macià…
Para hacer La Rambla hay dos cuestiones fundamentales: el terreno físico, en el que David nos ha ayudado enormemente, y ser duro de cabeza. El entreno es importante para ambas cosas. David es para mí el mejor entrenador. Es un punto de apoyo, puedo contarle mis sensaciones, mis problemas. Me desahogo con él.
¿Cómo es tu entrenamiento?
Es complicado. La temporada es muy larga y tienes poco tiempo para entrenar. En semanas duras entreno de lunes a jueves. Hay que ponerse muy fuerte, en competición si se te va un pie, se va a tomar por culo todo el trabajo. Ahora que vengo a la roca no estoy en el pico de forma de la temporada, quizá este al noventa u ochenta y cinco por ciento. He tenido mejores sensaciones que ahora. Eso me pone muy contento.
¿Es muy diferente la escalada en roca de la escalada en resina?
Bueno, si eres muy técnico y buen escalador te habitúas rápido. Pero realmente sí es muy diferente. En roca hay que coger el feeling, ir suelto, tranquilo, disfrutando…
Durante mucho tiempo, Ramonet y tú hicisteis mucha vida juntos…
Para mí Ramón es ante todo muy buen amigo, compañero de entreno, de fatigas y de encadenes. Hemos disfrutado y sufrido juntos. Desde pequeño con él.
¿Qué significa el grado para ti, la dificultad?
Son un poco letras y números. Al fin y al cabo, si no te motiva una línea o no te motivan los pasos ni siquiera lo intentas. La Rambla es una vía muy bonita, es impresionante… La motivación es lo más importante.

Hiciste una vía muy expuesta con Toti Valés este año…
Un 8a+ en Noruega. La verdad es que fue una locura. Iba con Toti haciendo vías largas. Llevábamos una semana en el campo base y yo estaba de los nervios. Él no quería subir porque estaba nublado y como lloviese… Al final le convencí y cuando estábamos arriba comenzó a llover. Íbamos a hacer una vía de 7c más o menos. Le propuse a Toti que en vez de bajarnos, yo podía abrir vía por debajo de los techos, por los desplomes. Hicimos una vía nueva. Tiramos para arriba. Era una fisura bastante buena, aunque arriba se estrechaba. Cuando me quise dar cuenta estaba a veinte metros del microfriend y la fisura se había cerrado completamente. Me apoyaba en regletas muy pequeñas y el último seguro estaba muy lejos. Era imposible poner otro seguro. Mucha tensión. Era un paso muy complicado. Una situación muy crítica. La pared estaba lisa, no podía subir ni podía bajar. Se te pasan muchas cosas por la cabeza, la familia…
Descubrí una hilera de musgo y un planito más arriba. Me tiré al musgo, se me fueron los pies y alcancé el plano. De ahí para arriba, me la estaba jugando. Poco después encontré una repisa muy pequeña y tampoco podía seguir subiendo. Se me había acabado la cuerda. Llevaba sesenta metros y sólo había puesto tres friends. Tenía que montar reunión por cojones, pero allí no había manera. Puse una cinta en una roca que se movía, afiancé mis pies y Toti comenzó a subir, pero le costaba mucho. Me dijo que le asegurara y tuve que anudar la cuerda a mi cintura. Si me iba para adelante nos íbamos los dos para abajo. Una situación muy dura. Le di mucha caña a Toti para que se diese prisa. Él no sabía por qué, y cuando llegó arriba y se vio anclado a mi cintura… casi se echa a llorar. Impresionante. Al acabar la historia toda mi cintura morada. Muy heavy. Poca publicidad le hemos dado. ¡Y además no sabía que estaba haciendo un récord mundial!
¿Te apetece volver a hacer pared?
Sí, me encantan. Es como yo empecé. Pero con cabeza. Lo que pasa es que no tengo tiempo para hacer todo lo que me ronda por la mente.
¿Empezaste a escalar con tu padre?
Sí, desde bien pequeño. Mi padre siempre me llevaba a escalar. A Montserrat… Empecé de verdad a los doce años, con vías largas. Después de varios sustos que le di, porque me saltaba reuniones, seguros… cuando me ponía a escalar me olvidaba de todo, él ya dijo «el niño se me va a hacer daño, nos pasamos a la deportiva». Muy fanático él, más que yo. Tiene una motivación brutal. 8a+ hace. Con 55 tacos, alucino. Cuando le dije por teléfono que había encadenado La Rambla se pasó unos minutos gritando.
Ahora te dedicas profesionalmente a la escalada, ¿cómo es vivir de ello?
Para empezar hay que ser el mejor. Mucho dinero no da. Hay que estar arriba, si no es imposible. E incluso así, hay mucho problemas. Vivo justito y las competiciones son un desahogo. Es complicado vivir de la escalada.