1981. Óscar Cadiach acaba de aterrizar en el Karakorum. Es la primera vez que se enfrenta a las grandes montañas asiáticas y lo hace con una Súper 8 y el enérgico estilo “new age” del alpinismo catalán de aquella década. “Fue un momento de revolución, del despertar de nuevas tendencias. Buscábamos el acceso a grandes paredes vírgenes, muy influenciados por las actividades anglosajonas de Doug Scout, Dougal Haston o Bonnington”. No logra coronar el Rakaposhi, pero al año siguiente forma parte de la primera expedición catalana al Everest, acometiendo la arista occidental y alcanzando los 8.500 metros. En el 83 llegan, por la arista tibetana NNE, hasta los 8.300. El Everest no se iba a resistir mucho más y en 1985, Óscar, Toni Sors y Carles Vallés recogen sus frutos y pisan los 8.848 metros. Era la recompensa de la montaña a un estilo en el Himalaya que llevaría a Cadiach a lograr, en alpino, el Nanga Parbat, el Shisha Pangma o el Makalu y a abrir nuevas rutas en el Cho Oyu o el Broad Peak Central.
En 2004, durante el tumultuoso cincuentenario del K2, Óscar formaría parte del reducido equipo que conseguiría repetir por primera vez una de las rutas más duras y emblemáticas del alpinismo, abierta en 1986 por una expedición polaca (W.Wroz, P.Piasecki y P.Bozik), la Magic Line: un hito que pondría a Jordi Corominas en la cumbre y en el que perderían a su compañero y amigo Manel de la Matta.
Coincidimos con Óscar (Barcelona, 1952) en la X Semana de la Montaña de Leganés. Le pusimos frente a la cámara y quisimos que recordará aquella actividad en la montaña de las montañas, que hiciera balance de su trayectoria y del himalayismo en general.
Vídeo-entrevista a Óscar Cadiach