Iba a ser, con toda seguridad, el último ataque a la cumbre del G-II. Tras una retirada a apenas cien metros de cumbre hace dos semanas, la expedición de Tente Lagunilla, Ignacio García Pinacho y Nuria García Pachón aprovechaban la ventana de buen tiempo que ha llegado al Karakorum y que está posibilitando que muchos equipos traten de alcanzar sus metas para esta temporada.
Tente, Ignacio y Nuria llegaban al C2 el día 28, dispuestos para la acometida definitiva, que iniciarían al día siguiente, en el que tratarían de llegar al CIV para desde ahí y una jornada después tratar de superar el rigor del Karakorum y alcanzar los 8.030 metros del segundo de los Gasherbrums. El equipo, el día 29, terminaba cambiando de estrategia, deteniéndose en el CIII para iniciar el intento desde allí, lo que les supondría más metros de desnivel pero les ofrecía la posibilidad de descansar mejor y de evitar un desgaste desmesurado de su organismo, evitando las posibles consecuencias de un día de espera en el cuarto campo de altura.
A media noche pakistaní los tres alpinistas se preparaban para salir, aunque «el descanso no era tan reparador como ellos hubiese querido», asegura la crónica de la jornada. La noche se mostraba tranquila y el viento hacia un somero acto de presencia. Desde el campo de altura superior, el IV, varias expediciones también iniciaban la ascensión, «lo que podía ayudar a lograr un final exitoso en caso de tener que moverse en zonas de mucha nieve».
A las 22:30, hora española, Tente e Ignacio comunicaban haber llegado al CIV. «Ha sido un ascenso rapidísimo y han decidido descansar media hora para así dar tiempo a Nuria a que les alcance». La noche permanecía agradable, sin viento, aunque con un frio intenso, un trámite que se ha de pasar en cualquier caso. Noche, eso sí, sin luna, que ha bañado de oscuridad toda la montaña. La próxima etapa pasaba por llegar al Collado Chino, a donde accederían cerca de cuatro horas más tarde.
El día
Ha amanecido, «no se ve una nube en kilómetros a la redonda». Tente e Ignacio aguardan a que el sol les haga entrar en calor. Están a 7.850 metros y han dado el do de pecho para adelantar a todas las expediciones que salieron por delante, con lo que les tocará abrir huella. «Solo están ellos dos para avanzar sobre una nieve bastante profunda que les está exigiendo muchísimo esfuerzo». No hay nadie cerca que les posibilite el relevo, aunque el frío tampoco les permitiría detenerse a esperar. Su ritmo prosigue impecable y la cumbre puede verse en el reloj a unas cuatro horas.
En España, a las 3:37 de la madrugada del 30 de julio, llega la voz de Tente Lagunilla «emocionadísimo», afirmando que la bandera de Gaspar Arroyo está ondeando en la cumbre del Gasherbrum II. Casi sin aliento resume sus sensaciones: «la vista es espectacular y el día absolutamente radiante». Ya se han dado cuenta que los cien metros que la niebla les negó hace dos semanas eran, en realidad, menos de 20. Igualmente «un mundo de distancia del maravilloso espectáculo que están presenciando».
Tras veinte minutos en la cumbre, comienzan el descenso. Apenas dos horas más tarde Ignacio y Lagunilla han llegado al CIV, «cansados como un perro». Bajando han encontrado a Nuria, a cerca de una hora de hacer cima. Su intención ahora pasa por esperarla y descender juntos hasta el CIII.
Para Vicente Lagunilla, el GII supone su tercer ochomil, después de haber conquistado en su larga trayectoria el K2 y el Everest. Ignacio García Pinacho logra el primer ochomil vallisoletano de la historia.