Este es el relato de Alex de estos dos intensos días de actividad… y de frío.
“El día 9, a eso de las nueve y media de la mañana, Carlos y yo salimos hacia el campo 1. El resto del equipo había pasado la noche en este campo situado a 6.200 metros con mucho frío: -35 bajo cero. ¡Lo que nos espera!”
“En hora y media, como casi siempre, nos plantamos en la base de la pared, y al llegar a la rimaya nos encontramos con que los crampones de Carlos estaban enterrados por una avalancha. ¡Qué faena! Pero después de unos 40 minutos los encontramos, menos mal…”
“Empezamos ascendiendo por las primeras cuerdas fijas, y hacia las cinco de la tarde llegamos al campo 1. Nos cruzamos primero con Darek y Tamara, y en el 1 con Nissar, Gerfield y Cedric, quienes han hecho un buen trabajo fijando hasta los 6.650 metros, muy cerca de la arista. Ahora nos toca a nosotros.”
“Dentro de la tienda no parece que haga mucho frío pero según van pasando las horas, el frío parece aumentar y se nos quedan “tiesos” los dedos de los pies, y poco a poco también las piernas. ¡Qué sensación más dura salir del saco por la mañana! ¡Qué tortura! Los cartuchos de gas han dormido con nosotros, de lo contrario se congelarían también, como casi todo. No hemos mirado la temperatura pero casi seguro que roza los -40º. Salimos de la tienda a las nueve y media de la mañana, cargados con dos tiendas y con intención de llegar a lo alto de la arista”.
“Hace muchísimo frío, llevamos los pies helados. Van pasando las horas y no se calientan, pero lo que es peor: las condiciones se recrudecen y el viento empieza a soplar y el frío cada vez es mayor. ¡Joder qué desesperación! estamos muy cerca de la arista, queremos llegar, pero…..”
“Llegamos al punto más alto que llegaron nuestros compañeros el día anterior. Yo he subido cargado y el primer largo le toca a Carlos, una escalada difícil, muy difícil. Tarda como una hora y ya no puedo más, no siento los dedos de las manos. Carlos quiere bajarse. Normal, yo también. Estamos muy, muy cerca, de la arista, pero si seguimos nos vamos a congelar, seguro… Lo dejamos para el próximo intento”.
“Ahora toca bajarse de aquí, pero ¿cómo? Si no puedo mover los dedos! Toca sufrir. ¡A rapelar! Corriendo para que el descensor coja calor con el rozamiento de la cuerda. Por momentos parece que funciona, pero no es así… ¡qué putada! Ya falta menos para el C1…”
“Una vez en el campo 1 nos lanzamos como locos a intentar calentarnos. Ya falta menos, son las 5 de la tarde y todavía nos toca bajar al campo base. En una hora rapelamos toda la pared. A las seis de la tarde oscurece. Una vez más llegamos de noche al campo base. Una vez sobrepasado el glaciar nos quitamos los crampones a duras penas, con muchísimo frío, y al quitarnos los crampones ¡qué alivio! No nos duelen los pies, pero en cuanto comenzamos a caminar empieza el dolor. Tras hora y media, por fin llegamos al base. Qué alegría, estamos descojonados, muy, muy cansados. Lo hemos dado todo. Nos cambiamos la ropa lo antes posible y para la cocina (el sitio mas caliente del campo base). Nada más entrar Carlos pide agua caliente para meter los pies. Tiene los dedos tiesos, pero no es nada grave. Yo los tengo igual pero tengo miedo de mirarlos. Me voy a secar los calcetines y esperaré a mañana. Tenemos las manos y pies doloridos, muy doloridos del intenso frío del Karakorum. Hoy nos ha dado una lección, aquí el que manda es el Karakorum. ¡Cuidadín chavales!”
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4 comentarios
buena raja en tu mono de plumas nuevo, bueno…
Grande Carlos Grande! Seguid así.
No ves que esta todo blanco, ¡Están en la «fiesta de la perica»! ¡A tope hasta que triunféis! Ya tengo nombre para cuando habrá una garito guapo de fiesta, comúnmente conocido como «discoteca»: «Gasherbrum one»
Ese Carlos que parece que viene de la fiesta de la perica.