La urgencia por encontrar personas sepultadas bajo la nieve debido a avalanchas ha sido siempre un problema en zonas de montaña.
Durante los meses de invierno, tan solo algunos viajeros se aventuraban a cruzar los pasos de montaña, siempre temerosos de que las terribles avalanchas los arrastrasen en su camino.
A mediados del siglo XVIII, en el paso del Gran San Bernardo, localizado entre Suiza e Italia, los monjes que habitaban en el monasterio situado en el paso utilizaron el extraordinario sentido del olfato de sus perros para la búsqueda y rescate de personas que se perdían en invierno.
Los perros encontraban a los viajeros enterrados o semienterrados y se acostaban sobre ellos para proporcionarles calor, o bien regresaban al monasterio en busca de ayuda.
Este sistema de rescate continuó durante 150 años, y se estima que los perros San Bernardo auxiliaron a más de 2000 personas. Eso sí, el barril de licor que aparece debajo de cuello es un mito que se popularizó a partir de una pintura de 1820 de Edwin Landseer titulada Alpine Mastiffs Reanimating a Distressed Traveller.
El perro San Bernardo más famoso fue “Barry der Menshenretter” (1800-1814), que literalmente significa “Barry, el salvador de hombres”. Durante sus 14 años de vida salvó más de 40 vidas. De ahí que la marca Mammut decidiera poner el nombre Barryvox a sus dispositivos.
Durante la Primera Guerra Mundial, las avalanchas fueron un gran problema para las tropas alpinas que tenían que moverse por zonas innivadas a cotas muy elevadas y cruzar pasos de montaña para ganar posiciones.
Los soldados se ataban a la cintura cordones largos y, si les arrastraba una avalancha, la cuerda ligera se desplegaba y quedaba en la superficie. Estas cuerdas estaban marcadas a cada metro con un número y una flecha que apuntaba al esquiador, de modo que desenterrándola se podía calcular hacia dónde estaba la víctima y a qué distancia.
DVA, sonda y pala los tres elementos imprescindibles en el equipo de seguridad de quienes practican actividades deportivas en montaña invernal.
En 1968 el Ingeniero J.Lawton desarrolló el primer sistema emisor-receptor para búsqueda de víctimas de avalanchas y se probó gracias a los servicios de rescate en pistas de Aspen.
Este sistema emitía en una frecuencia de 2275 kHz, y fue llamado SKADI, en honor a la diosa del invierno de la mitología nórdica (Skaði o Skade). A partir de ese momento numerosas empresas se interesaron en desarrollar sus propios sistemas, utilizando todos la frecuencia de 2275 kHz, hasta que la empresa suiza Autofon lanzó su modelo Barryvox VS que emitía a 457 kHz.
El modelo posterior, llamado Barryvox VS68 fue considerado durante mucho tiempo el Rolls-Royce de los dispositivos de búsqueda. El hecho de tener dispositivos que emitían (y buscaban) en diferentes frecuencias supuso un gran problema para los equipos de rescate y, aunque Ortovox fabricó hacia 1980 el modelo Ortovox F2, que permitía emitir y buscar en cualquiera de las dos frecuencias (457 kHz y 2275 kHz), siendo compatible con todos los dispositivos existentes en el mercado en ese momento, el problema seguía estando ahí.
Finalmente, en 1984, gracias a los esfuerzos de distintos organismos internacionales relacionados con el rescate en montaña, se adopta y estandariza la frecuencia única de 457 kHz. Esta frecuencia permite alcanzar un rango mayor en la anchura de la banda de búsqueda.





¿Cómo funciona un DVA?
Un Detector de Víctimas de Avalancha (DVA) dispone de una antena que emite un campo electromagnético. Este campo es emitido a pulsos, creando una señal característica.
En el momento que la víctima queda enterrada bajo la nieve, todos los miembros del grupo que han quedado fuera cambian su dispositivo a modo de búsqueda, con el objetivo de detectar la señal emitida por el compañero sepultado.
Debemos pensar que los DVA juegan a “Marco Polo”, es decir, no ven pero escuchan muy bien. Y, al igual que jugábamos de niños, van a dirigirnos hacia la señal que sienten más cerca.
Si solo hay una persona enterrada, nos dirigirán hacia ella. Si por el contrario hay varias personas enterradas, la señal que esté más próxima será la que se reciba con más fuerza y, por tanto, nos dirigirá hacia ella. Por otro lado, al detectar campos electromagnéticos, cualquier interferencia producida por móviles, GPS, smartwatches o radios va a influir en la eficacia de la búsqueda.
¿Qué pasa con las antenas?
Inicialmente los DVA se fabricaban con una antena. Esta antena servía para emitir el campo electromagnético cuando estaba en modo emisión, y para detectar la señal emitida por el DVA enterrado si actuaba en modo búsqueda.
Con los DVA de una antena, resultaba complejo llevar a cabo un rescate, ya que el rescatador debía orientarse sobre la superficie de la avalancha en función de la intensidad de la señal detectada y utilizando el método de las cruces.
Este sistema consumía mucho tiempo, agotando prácticamente las posibilidades de encontrar a la víctima viva, y requería un conocimiento profundo de las técnicas de búsqueda por parte de los rescatadores.
A principios de los 90, la marca BCA incorporó la segunda antena en los DVA. Esta segunda antena no influye en el modo emisión (todos los DVA, antiguos y modernos, emiten por una sola antena, que es la más larga).
La incorporación de la segunda antena supuso un gran avance en la fase de búsqueda, ya que permitía dibujar un vector que indicaba distancia y dirección, conduciendo más rápidamente a la víctima. Esta forma de ver el rescate definía la avalancha como una superficie (es decir, 2D).
Del mismo modo, y a medida que la tecnología avanzaba, se fueron añadiendo cambios en los DVA. Sistemas de LED que se iluminaban según la intensidad y/o dirección de la señal recibida, pantallas que incorporaban una interpretación de la señal analógica y la transformaban en una indicación de distancia, etc.
La tecnología jugaba a favor de la seguridad. A finales de los 90 empezaron a realizarse las primeras búsquedas en helicóptero incorporando una tercera antena para medir la distancia al suelo, dando buenos resultados para la localización de la víctima en la avalancha y el cálculo de la dimensión en vertical.
Rápidamente esta tecnología se incorporó a los DVA de usuarios con el PIEPS DSP, ya que en una avalancha debemos encontrar a la víctima enterrada en un espacio 3D: las componentes X y Y nos conducen a través de la superficie de la avalancha, y la tercera componente Z corresponde a la profundidad de enterramiento.
A día de hoy, los DVA de 3 antenas son la mejor opción.
¿Qué tenemos actualmente?
A medida que la tecnología ha seguido avanzando, se han incorporado a los DVA nuevos elementos que ayudan a reducir enormemente el tiempo de búsqueda y a facilitar la interpretación del escenario al rescatador.
Cada vez más se busca que el manejo sea intuitivo y que no exija al usuario grandes conocimientos. Los microprocesadores son capaces de identificar distintas señales y tratarlas de forma individual, la tecnología WLink ayuda a detectar los signos vitales de las personas sepultadas, el bluetooth permite conectarse con aplicaciones y actualizar cada temporada el software de modo que se depuran pequeños fallos de programación detectados, etc.
Las diferentes marcas del mercado suelen ofrecer un modelo de usuario y un modelo de profesional. Los modelos de usuario resuelven el 99% de los casos que podemos encontrar en la montaña. El 1% restante, corresponden a casos muy poco frecuentes, en los que es necesario tener un conocimiento avanzado de manejo de DVA, técnicas alternativas de búsqueda y una visión global de los diferentes escenarios que se pueden dar.
¿Qué debemos pedirle a día de hoy a un DVA?
- Que tenga 3 antenas. Debemos descartar 1 antena o 2 antenas, aunque se sigan fabricando, ya que su utilización en búsqueda es más compleja y menos intuitiva.
- ¡Estamos en la era digital! No lleves material de los 90. Los nuevos dispositivos incorporan tecnología que juega en nuestro favor (en este caso, en favor de nuestro compañero que está bajo la nieve)
- Sistema de control de grupo: nos ayuda a comprobar que todos los DVA de las personas que participan en la actividad emiten y reciben correctamente.
- Discriminador de víctimas: hoy en día todos los dispositivos son capaces de identificar y tratar las distintas señales emitidas por los DVA de varias víctimas enterradas. El discriminador de víctimas va a permitir aislar la señal una vez se ha encontrado a la víctima, para poder ir a la siguiente.
Mantenimieno y últimos consejos
Es muy importante mantener nuestro DVA en buenas condiciones. Para ello seguiremos rigurosamente las indicaciones del fabricante en cuanto a mantenimiento, almacenaje, cambio de pilas, etc.
Además, será necesario pasarlos “por el taller cada 50.000 km”, igual que el coche, solo que en este caso son horas de uso. Un pequeño fallo mecánico, un golpe que recibió, etc, pueden haber modificado la amplitud de la onda, o su pulso, o cualquier otro parámetro y, sin darnos cuenta, estamos confiando nuestra vida a un aparato que no cumple el estándar.
¿Me compro el modelo de usuario o el modelo profesional?
Como hemos dicho anteriormente, el 99 % de los casos que nos vamos a encontrar se resuelven con un DVA de tipo usuario. Si no sabes distinguir entre una señal analógica y una digital, o no conoces los métodos alternativos de búsqueda, la respuesta es clara.
El de usuario normal es tu DVA ideal, porque lo importante no es la flecha, sino el indio. Cuanto más practiques con tu DVA, y más estés familiarizado con él, más eficaz serás en la búsqueda.
Sonda y pala, los compañeros del DVA
El DVA es uno de los 3 elementos que se debe llevar como material de seguridad durante nuestra actividad invernal. Los otros dos son la sonda y la pala.
Las características que deben cumplir estos elementos son las siguientes:
- SONDA
La sonda es el segundo elemento fundamental que tenemos que llevar con nosotros a la hora de hacer un rescate. Sirve no sólo para localizar a la víctima, sino para saber a qué profundidad está (muy importante para dosificar fuerzas o decidir si auxiliamos a otra víctima enterrada a menos profundidad).
Sin entrar en las técnicas de sondeo, las recomendaciones a la hora de elegir una sonda son:- Debe ser robusta. Calcular que tenga el grosor del dedo índice. La nieve en una avalancha es muy dura y las sondas finas se doblan y se parten.
- Se recomienda una longitud de 2,65 m mínimo. Si la sonda es corta de 160 cm, y la víctima está a 100 cm, se consume mucha energía subiendo y bajando con nuestro cuerpo para localizar a la víctima.
- Es preferible que en el interior tengan sirga metálica, ya que el alma de cordón acaba dándose de sí y los tramos tienen holgura. Al final, la sonda baila al emplearla y se vuelve un trasto incómodo de usar, perdiendo sensibilidad y creando dudas sobre falsos positivos.
- Debe estar graduada en cm, con los números bien visibles. Si sólo tenemos una graduación por tramos de colores, es difícil saber qué profundidad está marcando al localizar a la víctima.
- El sistema de montaje debe ser rápido y sencillo. Cada marca tiene el suyo; los hay más rápidos y más lentos y en un rescate, el tiempo es oro.
- PALA
- La pala debe ser metálica. Si es de plástico, es muy probable que se parta. Además, en nieves duras las palas de plástico vibran y hacen más difícil el trabajo.
- El cazo de la pala debe ser relativamente grande. Se recomienda 30×30 cm aprox.
- Mejor si dispone de un mango extensible, ya que a mayor longitud del mango, mayor palanca. Esto facilita el trabajo de extracción de la nieve.
- Por último, la empuñadura debe ser en forma de T o D. De este modo podremos agarrar la pala firmemente incluso con guantes puestos y así trabajar de forma eficaz.
Igual de importante es tener el material de seguridad adecuado como saber usarlo.
Es fundamental conocer las técnicas de autorrescate (búsqueda con DVA, sondeo y paleo) para poder localizar a la víctima en el plazo de tiempo más corto posible. Existen cursos de formación de diferentes niveles para adquirir destreza en el rescate
Rocío HURTADO
(Ingeniero de Montes, Técnica en Avalanchas, miembro de MountainSafety.info, ACNA y Comité Seguridad FEDME)
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