
Para Harald Berger, en realidad, no se ha terminado nada. Si acaso, cierra una página con su repetición de Silbergeier (200 m, 8b+ en libre): la conocida Trilogía del libre de dificultad en el viejo continente, y que hasta ahora sólo Stefan Glowacz había completado. Pero para el austriaco, esta taquicárdica ascensión sólo marca el inicio de «una historia interminable».
La recta final de este capítulo nos sitúa en el Rätikon, a finales de agosto, según la narración del propio Harald. Se trataba de aprovechar la buena meteo prevista entre el 27 de dicho mes y el 5 de septiembre, y cerrar con Silbergeier la conocida Trilogía. Después de demasiados días de plafón en Salzburgo causa de las lluvias y nieves del mes de agosto, había ganas de tocar roca de nuevo, pero a su vez, la necesidad de acostumbrar el cuerpo de nuevo a Silbergeier: los movimientos plaqueros en caliza gris, y su característica exposición, nada tienen que ver con los desplomes del tablón.
El primer intento se había saldado con penurias a causa de condiciones «invernales», y la rotura de un canto invertido muy importante en el quinto largo. Consecuencia, otra nueva secuencia muy dura, aparte de la sección clave, claro. Harald intentó ponerle remedio improvisando un nuevo método, pero «honestamente», reconoce, «no halló la forma de conectar todos los movimientos, especialmente no después de haberme dado bastantes largos duros antes». Solución, una buena cena, mucho vino tinto, una agradable conversación con Beat Kammerlander (aperturista y liberador de Silbergeier), y descanso al día siguiente.
La relajación mental tuvo su éxito, pues Harald encontró la solución del rompecabezas al siguiente día en la pared, tras rapelar desde el top de la vía y centrarse en el paso clave. La solución, un canto de pie. Ahora sólo necesitaba no desfallecer después del primer largo (40 metros de 8b en el Rätikon, abiertos desde abajo), y aguantar los 40 grados de temperatura propios de esta cara sur a finales de agosto. Después de ocho días en la tapia, Harald estaba preparado para el primer intento serio.
Éste fue perfecto hasta el quinto largo, el de la rotura, el clave. Tras un pequeño reposo en la repisa anterior, y a pesar de estar algo acalorado todavía, Harald se lanzó a por ello… y hubo premio, por los pelos. Un pie sale disparado del pequeño apoyo que pisaba, cuando estaba a un centímetro escaso de agarrar el canto salvador. La hora posterior de reposo en otra repisa pensando lo cerca que estaba de conseguirlo le vino excelente, aunque el sol seguía pegando de lo lindo.
Cansado, pero muy mentalizado todavía, Harald reinició la ascensión. «Todo resultaba duro y el dolor en mis brazos era constante». Sin recordar bien cómo, centró toda su concentración en aprovechar sus últimas reservas de fuerza, hasta alcanzar la repisa final, tras un último largo de 8a, que a pesar de todo, Harald resolvió «seguro de no caerse». Por debajo, el jovencísimo David Lama (15 años, 8c+ encadenado), colgándose sólo cinco veces, logró resolver todas las secuencias al flash. Por último, toca desglosar la vía por largos (y grados), y Harald sugiere la siguiente secuencia: 8b, 7c+, 8a+, 7a+, 8b+, 7c+/8a «y por descontado, que merece realmente la pena escalar este pedazo de roca».