Más allá del mismo galardón, los Piolets d´Or son unas jornadas de análisis sobre el alpinismo y la gente que lo practica. Ayer, en Chamonix, se ponía el primer punto y seguido de esta 17ª edición de los premios, entre cuyo jurado internacional se encuentra Darío Rodríguez, director de Ediciones Desnivel, y que incluirá un homenaje a Walter Bonatti, maestro de maestros, que recibirá un Piolet d´Or honorífico por su corta pero irrepetible trayectoria.
La primera jornada, este miércoles 22 de abril, reunió a los seis miembros internacionales del jurado con François Garrel y Patrick Wagnon, enzarzándose en un debate sobre «Himalayismo moderno: perspectivas y desviaciones». En él también tomaron parte alpinistas como Stephen Venables o Andy Parkin, quienes trataron de explicar el cómo y el por qué de las grandes expediciones actuales a los gigantes asiáticos, llegándose a definir como «un nuevo deporte» ese alpinismo de rutas normales, cuerdas fijas, oxígeno y estilo pesado. En ello tuvieron mucho que decir los británicos Doug Scott y Andy Parkin, quienes expusieron la ética que les ha movido desde el Reino Unido al Himalaya, siempre en un estilo limpio y austero.
Hubo tiempo también para la escalada deportiva y ese viejo sueño de las Olimpiadas, que unos ven tan lejano (en general los escaladores) y otros tan cerca (la IFSC). Doug Scott, mezclando disciplinas, elaboró una completa recreación de los males de la competición en la montaña, basándose en su propia experiencia en el Pamir, a lo que seguiría una interesante charla sobre los últimos paraísos vírgenes como la Isla de Baffin o el sur de Georgia.
Hoy, jueves 23, el Duque de los Abruzzos copará las charlas, y a través de su figura, Mirella Tendirini y Michael Shandrik harán una pequeña incursión en la historia del alpinismo para evaluar si esa nobleza, ese espíritu inicial persiste intacto en las montañas. Esta exposición dará paso a Christian Trommsdorf, Doug Scott o Peter Habeler, quienes continuarán con un debate didáctico acerca de cómo pasar de alpinista a expedicionario.
Bonatti el Grande
Para muchos es el gran alpinista, el modelo a seguir. Con solo 35 años había logrado establecer algunas de las obras maestras del alpinismo. Irrumpiendo en la escena de la escalada internacional en 1949, este enjuto hombre nacido en Bergamo, demostró que antes de los 20 años muchos están dispuestos a pasar a la edad adulta. Walter Bonatti lo hizo ascendiendo el Espolón Walker a las Grandes Jorasses, cuando solo tenía 19 años. Con 21 resolvió finalmente el gran problema de la cara este del Grand Capucin, junto a Luciano Ghigo. Y luego llegarían las expediciones. Como la del K2, que le sirvió para comprender el auténtico sufrimiento por encima de los 8.000 metros, además de darle una causa de lucha durante 50 años debido a la intensa polémica en el seno del alpinismo italiano ocasionada por la primera ascensión de Lino Lacedelli y Achille Compagnoni.
En el verano de 1955, Walter se lanzaba a una empresa en solitario que le mantuvo en vilo durante cinco días en el pilar suroeste del Dru… a lo que siguieron el Pilar Rojo de Brouillard (1959), la norte del Pilar d´Angle (1962), o la ascensión de Gasherbrum IV, una de las montañas más hermosas y difíciles del Himalaya, con Carlo Mauri. Sus días de alpinista (al más alto nivel) acabaron con la ascension del Cervino, reconvirtiéndose en periodista del diario Época, lo que le permitiría seguir viajando por el mundo, con una cámara en vez de con un piolet, demostrando que su dimensión humana iba mucho más allá de las propias ascensiones que le encumbraron.
45 años después de su última gran actividad en los Alpes, Walter continúa siendo el gran ejemplo de alpinista polivalente, limpio y sentimental… por lo que la Organización de los Piolets d´Or le han escogido para su primer premio honorífico, lo que será un honor para Walter y un privilegio para todos los que anden por Chamonix y, en aquel lugar de peregrinación del alpinismo, se crucen con su «mesías».