“Quizás la principal razón por la que estoy aquí, sea sobre todo por una cuestión de amistad”, escribía Ferrán Latorre antes de iniciar el ataque al GIV, en palabras de Sebastián Álvaro, director de Al Filo de lo Imposible, “la más bella, la más esbelta y hermosa de los seis picos que forman los Gasherbrum”. “Seguramente esta puede ser la última ocasión en la que todos juntos compartamos una aventura como esta: una gran montaña, difícil, alta y de gran prestigio, en compañía de buenos alpinistas pero sobre todo grandes amigos”, concluía Ferrán, que desde el 1 de agosto, a las 17:00 horas acumula una imagen perenne más en su trayectoria, el Karakorum desde los 7.910 metros de la cumbre secundaria del GIV.
A esta cima, junto a Ferrán, llegaban los vascos Alberto Iñurrategi, José Carlos Tamayo, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, tras una agotador día de cumbre, en el que trabajaron durante 12 horas, y una no menos corta jornada anterior, en la que instalaban el cuarto campo de altura. El equipo se decantó finalmente por la ruta australiana-americana de 1986, abierta por Geoff Radford, Andy Tuthill, Greg Child, Tom Hargis y Tim Macartney-Snape, que discurre por la arista noroeste y que supuso la segunda ascensión absoluta a la cima principal del GIV. Una ruta que sólo completaron Child, Hargis y Macartney-Snape.
Duro, duro…
La ascensión comenzaba el 29 de julio, día en que los miembros de la expedición llegaban al campo 2 “siguiendo el plan previsto para el ataque a cumbre”. El día 30 partían en dirección al tercer campo, siendo sorprendidos por una ventisca que fue amainando al final de la jornada. A pesar de ello, Ferrán describía las condiciones como “buenas”. “Ánimo alto y con miras al campo 4, siguiente objetivo para mañana. El viernes, ataque a cima”. Y así fue. El día 1, después de ocho horas de intensa lucha con los 600 metros de desnivel, alcanzaban el emplazamiento del campo 4 y al día siguiente, la cumbre norte, a 7.910 y separada de la principal (7.925 m) por una arista de unos 300 metros de longitud. “Duro, duro, duro, muy duro”, aseguraba Ferrán, de vuelta en el CIV. “Estamos muy satisfechos, pero pensando ya en la bajada”.
El descenso también sería duro y “lleno de trampas”. Ferrán (www.ferranlatorre.com) lo explica: “Un rapel tras otro hasta encontrar descanso después de dos durísimas jornadas”. Llegaban al cuarto campo y descansaban hasta las 4 de la mañana, cuando emprendían de nuevo un arriesgado descenso en el que las complicaciones llevaron a Latorre a fisurarse un codo.
Los cinco miembros de la expedición, a salvo en Skardú y esperando su salida a Islamabad, regresarán a España con un reto alpinístico de primer nivel bajo el brazo, la conquista de la “montaña brillante” por una ruta tan bella como comprometida. Puro alpinismo, con firma nacional.