La situación política en Nepalsigue complicándose todavía más, desde que en noviembre se rompieran lasconversaciones y negociaciones de paz entre el gobierno nepalí y la guerrillamaoísta, en sempiterna lucha contra la monarquía desde su insurrección en1996. Los pasados 2 y 4 de febrero sendas explosiones causaban el caos en elaeródromo de Lukla, punto de acceso clave para la mayoría de expediciones ytrekkings que cada primavera visitan el campo base del Everesty la región del Khumbu, y que posiblemente conforman la principal fuente deingresos de este país himaláyico. De hecho, antes de su ampliación el añopasado, Lukla acogía 30 aterrizajes en temporada alta (primavera paraexpediciones, otoño para trekkings)
Aunque desconocemos la gravedad real de las explosiones, y en principio lacomunidad turística no suele ser objetivo de estos ataques -según unapublicación británica el año pasado se produjo un asalto a un grupo detrekking en la región del Kangchenjunga-,las reacciones no han tardado en llegar, especialmente cuando está a punto deiniciarse la temporada premonzónica en el Himalaya(la más caudalosa del año en cuanto a expediciones), y todavía se recuerda elasesinato de la familia real nepalí a manos del príncipe heredero Dipendra elpasado verano.
El British Mountaneering Council y el Departamento de Estado de EE.UU., cuyonivel de turismo en el Himalaya evidenció ya un pronunciado bajón a raíz delos atentados del 11 de septiembre y el posterior conflicto armado enAfganistán, han recomendado evitar viajar al reino nepalí, donde sólo un díadespués del segundo artefacto en Lukla, 16 policías fallecían, al parecer, enotro ataque de la guerrilla maoísta. Una serie de ataques que el pasado mes denoviembre llevó el gobierno a declarar el Estado de Excepción.