Los alemanes Stefan Glowacz y Philipp Hans comenzaron a finales de junio unas particulares vacaciones de dos meses por los Alpes que han bautizado como Wallride Tour. La filosofía es sencilla: “tres países, tres paredes, tres primeras ascensiones, dos amigos, dos bicicletas, 50.000 metros de desnivel y aproximadamente 2.500 kilómetros de distancia”. Partieron desde la orilla del lago de Starnberg, en Baviera, con destino a Italia, Suiza y Francia, antes de regresar al punto de partida a finales de agosto.
Wallride Vol. 1
El primer episodio de este periplo los llevó a los Alpes italianos y, más concretamente, a los Dolomitas. Carreteras, pistas, refugios y algún vivac mediante, los llevaron hasta el macizo de la Marmarole y la Croda Bianca (2.841 m).
Allí, se centraron en el pilar suroeste, donde escalaron una línea nueva de 700 metros de desnivel que asciende a la derecha de la histórica Via Tessari, cruza directamente la Via del Gran Diedro en una diagonal de izquierda a derecha. Su nueva creación se llama Wallride Vol. 1.
Del mismo modo que con sus desplazamientos en bicicleta, Stefan Glowacz y Philipp Hans trataron de dejar la mínima huella en la pared. Para ello, usaron principalmente empotradores y friends, aunque emplazaron algunos parabolts en las reuniones. Eso sí, tiraron siempre de parabolts extraíbles, que se llevaron posteriormente en el descenso.
En la carretera
Tras bajarse de la Croda Bianca, Stefan Glowacz y Philipp Hans volvieron a subirse en sus bicicletas y regresaron a la carretera para continuar devorando kilómetros. En sus mochilas, además de esa primera vía nueva, llevan ya 600 km recorridos y 20.000 metros de desnivel superados.
El segundo destino se encuentra en Suiza. En sus redes sociales publican actualizaciones casi a diario, en las que se les puede ver superando dificultades de todo tipo en los senderos alpinos, con sus bicicletas y sus remolques.
Stefan Glowacz y Philipp Hans ya compartieron una aventura con la misma filosofía de cero impacto en la huella de carbono en 2019. También acompañados por Markus Dorfleitner, Christian Schlesener y Moritz Attenberger, viajaron en tren y velero hasta Groenlandia para abrir una nueva ruta en el Grundtvigskirken sin generar contaminación.
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