Una de las grandes contradicciones de muchos montañeros, expedicionarios y amantes de la naturaleza es el impacto en el medio ambiente que tienen los viajes que realizan para disfrutar de esos paisajes prístinos que tanto les gustan. Stefan Glowacz y sus compañeros Philipp Hans, Markus Dorfleitner, Christian Schlesener y Moritz Attenberger se pusieron como objetivo escalar una ruta nueva en un pico de Groenlandia sin que ello conllevara perjuicio alguno para el medio ambiente.
Disponían de dos meses en verano para conseguirlo. Así pues, todo empezó en la estación de tren de Stamberg, desde donde viajaron por ferrocarril a París, Londres y Glasgow, para embarcarse en un velero prestado en Escocia. Cruzaron las Hébridas en plena tormenta y tocaron tierra en Groenlandia tres semanas después de haber salido de casa.
Peligro, caída de rocas
El objetivo inicial era intentar abrir una ruta en la cara norte del Grundtvigskirken. Sobre ellos, 1.300 metros de granito hasta la cima, situada a 1.977 m. Se metieron enseguida en la pared y a punto estuvieron de protagonizar una tragedia.
Stefan Glowacz y Philipp Hans escalaban el primer largo cuando un gran bloque de roca se desprendió unos 100 metros sobre sus cabezas y se estrelló contra una repisa situada a media altura. El bloque estalló en mil pedazos y las piedras resultantes llovieron sobre los escaladores. Philipp Hans salió ileso, pero Stefan Glowacz sufrió heridas en el muslo y el antebrazo derechos.
Suffer and smile – Boys don’t cry
No hubo dudas. Abandonaron el objetivo inmediatamente y dieron la vuelta al pico para encarar su arista sur, que registró un intento incompleto británico en 1978.
Una vez allí, la ascensión progresó de forma mucho más fluida. Superaron 1.500 metros verticales, descansaron unas cuantas horas en un vivac y finalmente alcanzaron la cumbre del pico por la mañana. Volvieron a descender hasta el campo base, unas 24 horas después de haberlo abandonado y con la satisfacción de haber trazado una línea que bautizaron como Suffer and smile – Boys don’t cry (Sufre y sonríe – Los chicos no lloran).
Veinte años de expediciones
Stefan Glowacz, uno de los pioneros de la escalada deportiva y de competición en los años ’80 y ’90, lleva ya veinte años de expediciones verticales por todo el mundo.
Entre muchas otras, forman parte de su currículum la famosa Trilogía Alpina en libre en 2001; La conjura de los necios al Gigante (México) con Kurt Albert, Holger Heuber y Klaus Fengler en 2002; The lost world al Cerro Murallón (Patagonia) con Robert Jasper en 2003; Purgatory al Tepuy Acopán (Venezuela) con Kurt Albert, Iván Calderón y Holger Heuber en 2007; Behind the rainbow a la Proa del Tepuy Roraima (Venezuela) con Holger Heuber en 2010; Into the light en la cueva Majlis al Jinn (Omán) con Chris Sharma; o la cara oeste del Turret (Baffin) con Robert Jasper.
Creo que sería más correcto decir -"con la menor huella de carbono que hemos podido"- o algo similar. "Sin huella de carbono", queda algo pretencioso.
Aunque viajemos en tren y velero.
Por cierto, ojalá todos nos planteáramos este tipo de actividades a nuestra escala, claro.
Enhorabuena a Philipp Hans, Markus Dorfleitner, Christian Schlesener y Moritz Attenberger y Stefan Glowacz.