La mayoría de aficionados a la escalada deportiva relacionarán el nombre de Sergio Verdasco (24 años) con el plafón y la escalada bajo techo. En 2017 logró su título más mediático, con el triunfo en el programa Ninja Warrior España, y en 2018 se convirtió en campeón de la Copa de España de Búlder. Su carrera parecía enfocada hacia los podios y ya acumulaba experiencia en más de veinte pruebas internacionales.
Sin embargo, el año pasado decidió dar un giro a sus intereses en la escalada. En el plafón, ahora ocupa el puesto de routesetter profesional (equipador FEDME y equipador IFSC de paraclimbing), mientras que ha trasladado su práctica deportiva a la roca. Principalmente en Rodellar, donde tiene su campo base, “aunque estoy en un plan nómada”, admite.
De ahí que en septiembre del año pasado lograra encadenar su primer 8c, con De buda madre en Rodellar, cinco años después de haber alcanzado el listón del 8b+. Este verano, su objetivo era encadenar 8c+, y lo dejó resuelto a mediados de julio con la repetición de Così fan tutte, también en Rodellar. Como todavía le quedaba verano por delante, se dejó animar por los colegas y se lanzó a probar un proyecto de 9a, Autoengaño, que ha terminado cayendo este fin de semana.
Autoengaño es una vía equipada hace doce años por Dani Andrada, de la que él mismo firmó la primera ascensión en 2016. Desde entonces, ha gozado de cierta popularidad y ha sido repetida por Dani Fuertes, José Luis Palao, Lucas de Jesús, Gonzalo Larrocha, Jonatan Flor o Kymy de la Peña.
Hablamos con Sergio Verdasco para que nos cuente los detalles y sus planes:
“El proceso ha sido duro, sobre todo la cabeza”
¿Esta vía era tu principal objetivo en Rodellar?, ¿por qué te metiste en ella?
No, mi principal objetivo este verano era «Cosi fan tutte» (8c+) pero me hice con ella mucho antes de lo que esperaba, así que cambié mi objetivo a intentar hacer todas las vías que pudiese.
Después de unas semanas escalando varias vías de 8b+ y 8c volvía a tener curiosidad por probar algo que me exigiese al 100%, pero no lo tenía claro, en el fondo me daba miedo embarcarme en algo que me fuese grande.
¿Quién te la recomendó? ¿La conocías de antes?
Fue gracias a Maragda (mi pareja) y a Dave Graham y Alizee Dufraisse que después de hacer Pata Negra me animaron a que le diese una oportunidad a la vía. Nunca había escalado en esa parte de Ventanas, pero si conocía la vía de cuándo mi amigo Lucas la hizo, quien también me motivó mucho durante el proceso.
¿Cuánto tiempo te ha llevado y cómo ha sido el proceso hasta encadenar? ¿Qué te ha resultado lo más difícil?
El proceso ha sido duro, sobre todo la cabeza. Los primeros días era todo muy motivador, el primer pegue hice todos los movimientos, después cada día hacia un pegue mejor que el anterior, sacaba detalles nuevos que mejoraban mis métodos, unía secciones largas…
Mi 10º día en la vía, caí muy arriba, fue un chute de motivación, vi que podría encadenarla, y ahí fue cuando empezó el juego mental y di un paso atrás en mi progresión en la vía.
Empecé a hacer retro pegues, cada día me pasaba algo… y fue duro gestionar la cabeza, haber dado un pegue muy bueno y después volver atrás es duro para la motivación. Pero de eso se trata muchas veces un proyecto, de saber llevar los altibajos, seguir trabajando en la vía, probarla, aunque sepas que no son las mejores condiciones o que seguramente no sea el día y así entrenar para cuando llegue.
Y así fue, alejarme unos días de la vía y escalar otras, despejarme y acumular ganas de probarla han sido la clave para mí. Ha sido similar a cuándo estaba escalando en una compe, enfrascado en un bloque, daba un paso atrás, me sentaba en la colchoneta y se me aclaraba la mente. Es loco y difícil de hacer, pero a veces, no probar la vía te hace mejorar. Finalmente han sido 38 pegues, repartidos en 20 días de escalada en 1 mes y 9 días.
¿Qué se siente al ser novenogradista?
Sin duda, hace ilusión unirse al club, pero al final, no deja de ser un número más. La sensación es de motivación máxima y ganas de comerte el mundo, pero igual que cuando haces tu primer 6a, 7a, 8a o cualquier grado, es superación personal y ganas de más.
Lo bueno de la escalada es que es un juego sin final, hay vías por todos lados y después de un buen encadene, lo mejor es pensar en la siguiente víctima y no perder el tiempo hasta estar debajo de la siguiente.
Hasta ahora habías centrado más tu actividad en el plafón y la competición, pero últimamente te hemos visto más en roca, ¿cómo ha sido esa transición? ¿Ha sido una decisión o cuestión de las circunstancias?
Así es, en el 2015 me centré por completo en la competición y prácticamente no escalaba en roca. Hasta mayo de 2019, que decidí volver a hacer un cambio radical, dejar la competición y volver con más ganas que nunca a la roca.
Mi retirada de las competiciones ha sido un cúmulo de circunstancias, hacerse adulto conlleva una serie de obligaciones que son muy difícil de compatibilizar con competir al más alto nivel. Otra de las razones es que el routesetting de competición me gusta lo mismo o más que competir. Además, la suma de llevar bastantes años compitiendo y algunos cambios en el equipo nacional que no me motivaban demasiado, hicieron que tomase la decisión.
En cualquier caso, tu evolución en roca ha sido muy notable. Si no me equivoco, hiciste tu primer 8c el año pasado, primer 8c+ este mismo verano y ahora primer 9a. ¿Cuál es la clave? ¿Cómo te has preparado para ello?
Sí, en septiembre de 2019 hice mi primer 8c y en julio de 2020 mi primer 8c+. La clave ha sido la motivación y las ganas de escalar. Parece increíble, pero han pasado 10 años desde que empecé a escalar y cada día me gusta más y me vuelve más loco.
Tengo mucha suerte de compartir mi vida con Maragda, quien es más motivada que yo casi y la mejor compañera que pudiese imaginar, con alguien así a tu lado todo es más sencillo, tener una persona incondicional, que sabes que irá al fin del mundo si hace falta, ayuda mucho y da mucha seguridad a la hora de afrontar proyectos.
No he hecho una preparación específica para la vía, aunque durante el confinamiento, entrené mucho con Jorge Díaz y Maragda en un murito que montamos en mi trastero y eso me hizo llegar un poco más en forma al verano.
La mejor preparación ha sido que desde mayo del año pasado he escalado mucho, he intentado moverme y así escalar en diferentes estilos, escalo mucho a vista también (algo que creo que te enseña a luchar a muerte, te da repertorio y ¡te peta mucho mucho!). Pero, sobre todo darlo todo, aprovechar mucho cada día ¡y tener muchas ganas!
Y ahora, ¿qué otros proyectos tienes en mente?
Creo que estaré dos semanas más en Rodellar, me apetece escalar varias vías que me motivan, pero a la vez me daré un pequeño respiro de probar algo tan exigente. Es necesario después un proyecto que te consume tanto unos días «tranquilidad» y darle un respiro al cuerpo y la cabeza (escalando a muerte claro, estar quieto me gusta poco). Y después la idea es ir a Villanueva del Rosario y Otiñar un tiempo; hay varias vías que me gustaría intentar allí, y nos apetece viajar un poquito. Pero bueno, nunca se sabe en este 2020 lleno de dudas e incertidumbre, no hay planes, solo ideas.