¡Por fin! Carlos Logroño llevaba tiempo buscándolo, tiempo esperándolo. Las sucesivas repeticiones, las decotaciones y la terquedad para con él no habían reducido ni un ápice su motivación. Citro logra encadenar, tras casi cuatro años de intentos, veranos e inviernos, incontables pegues, una de las vías clásicas de Rodellar: Pata negra (8c).
«Hasta que el cuerpo aguante», fue lo que nos comentó cuando le preguntamos hasta cuando seguiría intentándolo. El apodo que le han puesto algunos franceses lo resume todo: El tractor de Rodellar, va lento pero arrasa con todo.