El mundo se mueve y no sólo sobre su eje, debió de pensar Andreu Mateu hace seis años. Se sentó a la mesa, escribió uno a uno los sueños que atesoraba, preparó concienzudamente su proyecto y se lanzó al mundo con la intención de demostrar que la palabra «imposible» tendría que ser retirada de todos los diccionarios. Él, al menos, la borró del suyo.
Qué cataclismo tiene que suceder para abandonar un bien retribuido puesto en una importante empresa y lanzarse a conocer mundo? ¿Qué sueños cruzan la mente de un hombre que se calza unos patines para iniciar un viaje alrededor del globo? ¿Qué espera conseguir ese hombre de su viaje; dinero, reconocimiento social, fama, publicidad o sólo cumplir con sus sueños?
Podríamos seguir haciéndonos preguntas de este pelo para tratar de explicarnos los por qué del viaje que Andreu Mateu emprendió hace ya seis años y que le llevó a través de 120 países en un extraordinario periplo alrededor del mundo. Tres años después, los mismos que duró aquel vagabundeo, Andreu se ha decidido a contar en clave telegráfica su experiencia casi anónima. El libro acaba de ver la luz y se llama Las 131 formas de viajar, porque precisamente en esto radica la originalidad de este catalán que se acerca a los cuarenta: la de haber utilizado todos los medios de transporte que se le ponían a tiro para completar su viaje.
Lo importante no era sumar kilómetros para acercarse a un destino, por otra parte incierto, o añadir letras a la palabra récord, sino convertir en realidad el sueño que metódicamente había ordenado y escrito en su apartamento de Nueva York.
Inevitablemente, y aunque él niegue categóricamente haberse inspirado en la novela de Julio Verne, la experiencia de Andreu se parece mucho a la de aquel viajero de ficción, Phileap Fogg, que «dio» la vuelta al mundo en sólo 80 días utilizando todos los medios móviles que encontró en su camino, muchos menos que los que empleó el joven Mateu. Sólo que en este caso no se trataba de ganar una apuesta… o tal vez sí; la de demostrarse a sí misma la fabulosa capacidad que tienen los hombres para convertir sus sueños en realidad rindiendo obstáculos que parecían, a priori, inexpugnables.
Tenías en Nueva York lo que aquí consideraríamos un trabajo de primera. ¿Qué ocurrió para decidirte a abandonarlo todo y embarcarte en una aventura de tamaña envergadura?
Me agobiaba el trabajo y los compromisos sociales y decidí darle un cambio a mi vida. Hice un informe por escrito: «de dónde vengo, dónde estoy, y a dónde quiero ir»; luego hice una lista de todos mis sueños: volar, navegar, conocer países del mundo… y decidí englobarlos todos en un mismo proyecto.
Saliste de Nueva York rumbo al mundo, pero antes tomaste la precaución de operarte de una posible hernia. Todo parece muy preparado. ¿También habías meditado la idea de utilizar todos los transportes posibles?
No. Mi proyecto consistía en recorrer el máximo número de países del mundo, utilizando el máximo número de transportes diferentes y superando una serie de retos para demostrar que el potencial del ser humano está siempre muy por encima de lo que pensamos.
¿Seguías algún plan preestablecido o era fruto de la improvisación?
Pasé un año preparándolo. Tenía una ruta establecida y sobre la marcha fui haciendo algunas modificaciones pero siempre guardando la idea original.
Algunos de los «transportes» que utilizaste son realmente anecdóticos ¿En serio crees que subirse a una balsa de bambú para navegar unos metros, patinar por una avenida, lanzarse por un cable o cabalgar en un avestruz, puede ser tenido como «viajar»?
Viajar puede significar muchas cosas. En el caso de este libro he entendido este término como el hecho de desplazarse de un lugar a otro cuando uno está fuera de su casa. De todas formas, procuro no creerme nada en serio y acepto otras interpretaciones al vocablo «viajar». Las verdades absolutas no existen. Todo lo que hay en el mundo es relativo y está a merced de la interpretación de cada uno.
En algún lugar describes el verbo viajar como «desplazarse de un punto A a un punto B». ¿Cuánta importancia tiene el espacio y la forma de recorrerlo?
El espacio es muy importante y, evidentemente, viajar en diferentes medios de transporte me ha dado la posibilidad de ver muchas cosas. El problema es que el mundo es infinito y en él hay muchas cosas interesantes que descubrir. Yo decidí centrarme en un tema concreto y estudiar las diferentes formas de transporte que existen en él.
Acabas de publicar el simpático libro Las 131 formas de viajar. Leyéndolo tengo la impresión que que sientes la misma fascinación por los entornos naturales y salvajes que por las ciudades más superpobladas del planeta. ¿Es así?
Sí; me encanta la soledad del mar, la majestuosidad de las montañas, la grandeza y soledad de los desiertos, pero también me fascinan algunas grandes ciudades como Nueva York, Tokio o HongKong.
Alguno de los «medios de transporte» eran manejados por ti mismo, como una avioneta o un ultraligero; y no dudaste en experimentar sensaciones nuevas como el paracaidismo en caída libre o el puenting. Uno no sabe con qué carta quedarse y piensa: ¿O es un loco, o ha tenido mucho tiempo para preparar cada una de estas aventuras?
Muchos piensan que soy un loco y un temerario. Respeto su opinión pero no la comparto. Yo pienso absolutamente lo contrario. Creo que soy una persona tremendamente miedosa lo que me hace ser muy prudente y conservador. Esto me permite hacer muchas cosas que los menos prudentes no pueden hacer. El miedo no me bloquea; es lo que hace que prepare concienzudamente cada una de las cosas peligrosas que se me presentan. El coraje es lo que me ayuda a superar el miedo y seguir hacia delante. En definitiva, existe mucha preparación en mi viaje.
De aquel viaje alrededor del mundo sorprende el número y la variedad de medios utilizados, y también las enormes diferencias entre ellos. Recorriste África en moto y Sudamérica en un todoterreno, algo que, sin restarle mérito, ya no sorprende, pero también atravesaste el Estrecho de Gibraltar a nado y te atreviste con el Atlántico en solitario en un barco de vela. ¿Cómo explicar estos extremos?
Como dije al principio intenté diseñar el itinerario con una serie de retos para demostrar que el potencial del ser humano está muy por encima de lo que todos creemos. Me gusta marcarme retos y ver cómo los voy superando. Es mi forma de hacer interesante esta vida. Si no, me aburriría.
Normalmente los viajeros no pueden colarse en la locomotora del Indian Pacific, ni subir en una tanqueta del ejército nicaragüense, ni viajar en el techo del teleférico más elevado del mundo en Venezuela. ¿Cómo conseguías esos privilegios?
Pues hablando con los responsables. Les contaba mi proyecto y les pedía lo que necesitaba. Para que creyeran lo que les estaba contando llevaba un artículo de prensa plastificado.
Tu empresa se llama Dreams and Adventure (Sueños y Aventuras). En la publicidad la anuncias como organizadora de actividades y expediciones para altos directivos y multinacionales. ¿Puedes explicar un poco mejor en qué consiste?
Organizamos actividades al aire libre y de aventura para reuniones de empresa. Somos especialistas en elaborar programas al aire libre donde los participantes, divididos en equipos, compiten entre sí. Diseñamos raids de aventura a la medida de las necesidades de la empresa y del perfil de sus participantes.
También te has especializado en enseñar a quien lo pide los secretos y trucos íntimos que te ayudaron a superar los obstáculos que encontraste. ¿Puedes elaborarme una pequeña y sencilla receta con unos cuantos ingredientes de estos?
Sí. Es muy fácil: «Olvídate de todo lo que te han contado tus padres, el colegio, etc… y deja de hacer e intentar ser lo que los demás quieren que tú hagas o seas. Busca dentro de ti y descubre cuáles son aquellas cosas que verdaderamente te apasionan, aquellas cosas con las que te gusta jugar. Convierte tu afición en un trabajo buscando un servicio relacionado con lo tuyo que puedas ofrecer al resto de seres humanos de esta sociedad. Convierte tu sueño en un objetivo poniéndolo por escrito. Luego diseña un plan y lánzate con todo tu entusiasmo a perseguir tu sueño».
De entre todas esas 131 formas de viajar que experimentaste ¿Cuál eligirías ahora como único medio para repetir la experiencia?
Volvería a dar la vuelta al mundo en un velero o en una moto.
¿Con qué medios económicos contabas en el momento de emprender tu peculiar circunvalación, y cómo fuiste renovándolos?
Vendí todo lo que tenía y lo convertí en efectivo. ¿Para qué va a servirme esta silla para dar la vuelta al mundo? También conseguí el apoyo de algunos patrocinadores.
¿Algún otro «viajero» ha opinado que tu forma de recorrer el mundo tenía poco de aventura; que respondía mal a los cánones clásicos del aventurero?
No, no he oído ningún comentario en este sentido. Normalmente, por las reacciones que veo y los comentarios que oigo, los otros «viajeros» sienten pequeña su aventura cuando conocen la mía.
En una entrevista comparabas tu viaje a la lectura rápida de un libro cuyos capítulos más interesantes releerías en el futuro. El futuro es hoy ¿A cuál de ellos has vuelto para profundizar?
De momento ninguno. Ahora estoy organizando mi centro de operaciones. Una empresa que me va a dar los recursos económicos necesarios y la posibilidad de hacer nuevos viajes en el futuro.
Alguno de los países que visitaste sufrían, y sufren, situaciones humanas, sociales o económicas deprimentes. ¿Fuiste sólo un observador neutral o tuviste la intención, el deseo o la necesidad de intervenir?
Tuve y sigo teniendo la fuerte necesidad de intervenir en muchísimas ocasiones. Y lo he pasado y lo sigo pasando mal por culpa de esto. El mundo está lleno de injusticias. Todavía existen muchos tiranos, políticos, curas, iluminados, farsantes y otros autoproclamados hijos o representantes de Dios, que basándose en la debilidad e ignorancia de la gente engañan, abusan y reprimen. Lo he pasado francamente mal cuando he visto y vivido estas situaciones. En algunas ocasiones no he podido resistir y he intervenido. Ha sido y sigue siendo muy difícil y muy duro para mí. Además siento cierta frustración al ver el poco espíritu de rebeldía y gran hipocresía de la mayoría de seres.
Cualquier viaje transforma al viajero, al menos en su manera de mirar el mundo o a sí mismo. ¿De qué manera tu vuelta al mundo te ha transformado?
Valoro más lo que tenemos en nuestro país. Pero también soy más crítico y escéptico con todas las creencias, supersticiones y tradiciones que pululan por el mundo.
Tu empresa organiza actividades de aventura para altos directivos; sin embargo, uno de los componentes esenciales de la aventura es el encuentro con lo desconocido. ¿No tienes la impresión de abusar del término «aventura»?
No. Para mí el término «aventura» es muy amplio. Y lo que nosotros organizamos es una auténtica aventura. Sobre todo para una persona que se pasa todos los días de la semana encerrado en un despacho.
¿Qué rocambolescos proyectos estás maquinando ahora?
Una vuelta al mundo en bicicleta con un pelotón de 250 personas de todas las nacionalidades. La salida será de Barcelona el 1 de enero del 2000 para llegar al mismo lugar el 31 de diciembre; 250 personas en una alucinante aventura alrededor del mundo para celebrar el nuevo milenio.
Dioni Serrano