Hace unos días, Jesús Martínez Novás anunciaba a la Casa del Tíbet de Barcelona, representante en España del gobierno tibetano en el exilio, su intención de ascender el sagrado monte Kailas, para realizar desde su cumbre virgen, una declaración mundial en nombre de la paz y la conservación del medio ambiente.
Su anuncio recibió una negativa por parte de la Casa del Tíbet, ya que el Kailas es una montaña santa para las religiones budista e hindú. Concretamente, es considerada morada de sus divinidades, algo que ha mantenido intactas sus laderas desde el principio de los tiempos.
Además, el proyecto de Martínez Novás ha causado una crítica reacción entre destacados himalayistas de nuestro país, como Eduardo Martínez de Pisón, José Ramón Bacelar (socio de la Casa del Tíbet), Sebastián Álvaro, Carlos Soria o Miguel Ángel Vidal. Para todos ellos, las intenciones del alpinista gallego van en contra de las creencias de millones de personas, y supone pasar por encima de una cultura milenaria, para la que el Kailas engloba un significado muy especial.
Como el propio Jesús Novás nos confirmaba hace unos días, el proyecto no saldrá adelante si no cuenta con el apoyo del pueblo tibetano. Por ello, y a pesar de la primera negativa de la Casa del Tíbet, el alpinista gallego ha decidido explicar por escrito las razones por las que ha elegido una montaña tan especial como el Kailas para lanzar su mensaje ecológico. Un escrito que nosotros os ofrecemos íntegro.

Kailas. Una luz en la oscuridad
Somos montañeros. Al vivir una montaña nos sentimos plenamente integrados en ella. Nos sentimos plenamente integrados en la naturaleza. La altura que nos ofrece las montañas, su soledad, su desafío, sus enseñanzas crean en nosotros pasión por la vida y por nuestros semejantes. Aprendemos en ellas el significado de la supervivencia y de la esperanza.
La lucha. En sus cumbres sentimos la ansiedad de gritar que es posible conquistar la cumbre de nuestro futuro. El de la especie humana.
Somos conscientes. Nuestra actitud colectiva destruye nuestra existencia. No tenemos derecho a destruir todo lo que nos rodea. Tenemos la obligación de aprender de la naturaleza que nos hizo posibles. El ego, como el peor de nuestros demonios interiores nos lleva hacia una carrera alocada en la que cada vez existe menos reflexión y más desconfianza; menos civismo y más brutalidad; menos solidaridad y más individualismo…
El lucro, como la parte material del ego destruye nuestro ser. Primero nuestros valores, después a nuestros semejantes y por último la naturaleza y la vida misma. Estamos todos en un planeta demasiado pequeño y frágil. La Tierra se resiente de manera preocupante de nuestra presencia.
El ego y el lucro. Nuestra especie, en esa loca carrera hacia nuestra destrucción, quiere cada vez más poder y dinero. Para ello construye industrias que expolian la naturaleza para enriquecerse a corto plazo con el menor costo posible. Los dirigentes insensatos no dudan en expoliar también a los pueblos con situaciones de sobre explotación. Tampoco dudan en utilizar los pueblos para guerrear por aquello que la naturaleza ofrece como oro negro y seguir en esa carrera sin sentido de destrucción de nuestros semejantes y de nuestra naturaleza.
La acción. No es una cuestión de subir o no subir la montaña sagrada. Es una cuestión de acción colectiva para cambiar el rumbo de autodestrucción que en estos momentos llevamos. Queremos implicar todos en la lucha por la transformación de nuestros hábitos destructivos. No somos nadie, perosoñamos con que millones de personas que ven en el Kailas la montaña sagrada se movilicen para exigir el respeto a la naturaleza y al ser humano.
Medio ambiente y Paz. Esta última significa, entre otros, un planeta con libertad de expresión, derecho a la enseñanza, derecho a la sanidad, derecho a la vivienda, derecho al trabajo, derecho a la autodeterminación, …. son algunos de los valores recogidos en la ONU que puestos en práctica harían del planeta Tierra un mundo más pacífico y vital.
Para millones de semejantes el Kailas es una luz en la oscuridad. La Esperanza. Millones de personas que tienen la fuerza de su fe. Los representantes del Tibet en el exilio saben que no subiremos hasta su cumbre si no es con ellos. Sabemos que para subir el Kailas se debe subir en estado puro, nos gustaría que El Ser Humano subiese hasta su cumbre de la esperanza para conquistar el estado de pureza que nos brinde la posibilidad del futuro.
El Camino de Santiago ofrece la posibilidad de recorrerlo, El Vaticano puede ofrecer la posibilidad de hablar a todos desde su balcón, La Meca ofrece la posibilidad de circunvalarla, El Muro de Las Lamentaciones da la posibilidad de reflexión sobre nosotros, El Kailas da la posibilidad de subir a su cumbre (si el Dalai Lama lo considera) y la Ciencia nos avisa de lo que viene. Nosotros, tenemos la posibilidad de apoyarnos en nuestros Dioses y en la Ciencia para hacer frente común contra nuestros demonios.
Soñamos con subir el Kailas, con millones de semejantes, con la esperanza de que desde su cumbre se podrá alumbrar a más millones de personas y dirigentes. Emitir un mensaje de Paz y de respeto la Naturaleza, un mensaje de que debemos dar una oportunidad al Ser Humano y de destruir el Ego.
Deseamos vuestro apoyo y deseamos apoyaros. Para ello contamos con millones de viajeros que ven en el Kailas una luz en la oscuridad.
Galicia, 16 de Marzo del 2001
Xesús Martínez Novas
César Pazos Carreiro