
Durante las últimas semanas, hablar de Carlos Pauner y del Kangchenjunga setraducía exclusivamente en crónicas sobre un descenso dramático por suvertiente suroeste, la misma que siguieron los protagonistas de su primeraascensión, los británicos George Band y Joe Brown en 1955.
El aragonés se retrasaba durante el descenso de su segundo, y exitoso,ataque a cima, perdiendo contacto con el trío italiano que lo acompañaba:Silvio Mondinelli, Mario Merelli y Kristian Kuntner, todavía por encima deochomil metros. El desenlace es hoy por todos conocidos: casi tres díasdesaparecido por encima de 7.000 metros con dos vivacs a pelo incluidos(7.900/8.000 m, y 7.400 m).
Superado el susto, y ya en plena recuperación de sus congelaciones-«los dedos que están bien recuperan muy rápido, pero en la manoizquierda tengo dos que están peor, y en el pulgar me tendrán queintervenir»- es hora para Carlos de rumiar y recordar lo anterior a sullegada a la cima, es decir, el ascenso de la cordada hispano-italiana.
Nueva línea

El resultado es una nueva variante final desde el Campo 3 (7.600 m) de laruta normal de la cara suroeste (que siguieron hasta ahí), y que improvisaronen su segundo ataque cimero, el bueno. Desde las tiendas del C3, colocadas alpie de la pirámide final de roca, la vía normal realiza un flanqueo a laizquierda por el Corredor Anway, hasta alcanzar una serie de repisas de roca quellevan a la cima.
Pauner, Mondinelli y compañía decidieron realizar un ascenso más directo,tras haber iniciado el flanqueo y no ver claro que repisas tomar (la normal erael plan previsto inicialmente). Todavía por debajo del corredor, atacaron una goulottede hielo que parecía ir hacia la cima por el centro de la pared. «Íbamosbien de hora, estábamos fuertes, y vimos que iba hacia arriba y parecíaasequible, aunque luego se complicó más».
Una travesía conducía a un segundo corredor, y tras otra travesía hacia laderecha, alcanzaron un espolón rocoso que se convertía en chimenea. Aquísuperaron los tramos más complicados, con pasos de IV, IV+ y posiblemente Vgrado en roca, a unos 8.500 m. «A esa altura es muy difícil graduar, peroyo creo que sí podría ser de V grado».
Descenso improvisado

Habla el propio Carlos Pauner, que durante el descenso, ya en solitario, noacertó a ver las cuerdas de la travesía que unía ambas goulottes deascenso. «En medio de la noche no lo vi claro, no veía las cuerdas, yaposté por el corredor porque seguía hacia abajo y por lo menos perdía alturarápidamente. Pero acababa en un muro de roca, que tuve que destrepar parallegar a los campos de nieve que hay al pie de la pirámide somital».
Esa noche realizó un primer vivac entre 7.900 y 8.000 m, y por la mañana,sufrió la caída de 100 metros en los seracs cercanos al campo 3. Logróreponerse, orientarse, y llegar a las tiendas, donde apenas se detuvo un rato.»Como tenía horas de luz seguí bajando, pero las cuerdas estaban tapadaspor la nieve, y perdí mucho tiempo buscándolas. Cuando cayó la noche hice elsegundo vivac, entorno a 7.400 m». El descenso continuó por diferentecamino al ascenso, hasta llegar al Campo 2, y desde allí tomar ya la rutaoriginal, equipada durante las semanas anteriores, hasta el campamentobase.