Alberto Zerain partió ayer de Bilbao con destino a Nepal, para intentar la cumbre del que sería su noveno ochomil, el Manaslu (8.163 m). En lugar de su compañero habitual en el proyecto 2x14x8.000, Juanito Oiarzabal, que se está recuperando de la enfermedad que desarrolló en primavera en el Dhaulagiri, esta vez irá encordado con Mariano Galván. Precisamente, el alavés y el argentino compartieron la citada ascensión al Dhaulagiri, demostrando que son una cordada muy, muy fuerte.
Esa condición de los dos himalayistas les lleva a ser ambiciosos y plantearse la posibilidad de ascender al Manaslu por una ruta diferente de la normal. De hecho, el itinerario original de la primera ascensión de 1956 por la cara noreste será la ruta más concurrida de todo Nepal este otoño, ya que las agencias la han elegido para dirigir a sus expediciones comerciales y se calcula que habrá más de 100 alpinistas en ella. Alberto Zerain y Mariano Galván podrían optar por la ruta de Denis Urubko y Sergey Samoilov, en la misma vertiente pero por su parte central.
«Intentaremos la ascensión a la mínima que la montaña nos deje una oportunidad»
¿Cuál es tu plan para este otoño?
Subir al Manaslu. No hay ningún plan que sea diferente de ese.
¿Vas por la ruta normal?
La idea es hacer otra ruta, pero de momento sólo es la idea. Luego ya veremos… Si podemos, igual intentaremos la ruta que abrió Denis Urubko en 2006. Por lo que hemos hablado Mariano y yo, parece que es una ruta que está accesible desde el mismo campo base, que discurre por una línea paralela, por otra vertiente en la misma cara este. Hay que cruzar el típico glaciar, luego vas remontando y discurre paralela a la arista noreste. Según veamos cómo está el panorama, nos entregaremos a intentarlo por ahí.
Resumiendo, la idea es hacer una buena aclimatación e intentar valernos de nuestras características de rapidez y hacer una ascensión a la mínima que la montaña nos pueda dejar una oportunidad.
¿Has compartido otras ascensiones con Mariano Galván?
Aparte de esta última en el Dhaulagiri, más que compartir, hemos coincidido, por ejemplo en el Broad Peak, que él subió el primero y casi el único en la cumbre en 2015, por la ruta Carsolio. Estamos hablando de una persona que busca siempre darle una vuelta a lo que son las ascensiones normales, buscando rutas más estéticas o algo diferente a lo habitual. En ese sentido, y valiéndose de esa fortaleza que le caracteriza (en el Broad Peak, subió del tirón al C3 y con unas pocas horas de descanso siguió por esta ruta casi desconocida porque hacía muchos años que no se hacía)… Esa ascensión le define.
«En el Dhaulagiri, Mariano y yo hicimos una ascensión con mucha potencia y ganas»
O sea que compartís una misma visión del alpinismo, porque tú eres igual, también te gusta ascender rápido y ligero, como vimos en el K2 y en otras ascensiones…
Sí, sí. Mariano Galván es una persona bastante más joven que yo (tiene 37 años) y tiene ese ímpetu de la juventud y una gran experiencia. Además es guía de montaña y rescatador en Argentina. Una persona acostumbrada a estar expuesto y en la montaña.
En primavera hiciste cima en el Dhaulagiri, ¿cómo recuerdas ahora esa ascensión?
Después de haber preparado esa aclimatación y pensar que quedaban pocos días para aprovechar y hacer un intento a cumbre, se dio la circunstancia de que Juanito Oiarzabal enfermó y por suerte estaba en el campo base y se quedó al cuidado de los médicos británicos y descansando. Una vez eso concluido, yo opté por seguir con el ataque que habíamos planificado. Yo subí solo e iba pensando a ver cómo se encuentra todo, porque nadie había hecho cumbre. Había alguna expedición –sobre todo sherpas con algún cliente– que estaban ya esperando en los campos de altura. Gente que se había metido con mal tiempo, que es la diferencia entre ir con oxígeno o sin oxígeno… Dejando eso al margen, ahí estábamos Mariano y yo, que nos encontramos en el C3 para realizar la ascensión en cuanto se pudiera. Y se dieron las circunstancias. La primera noche que pasamos en el C3 fue muy mala, con una ventisca muy potente que destrozó tiendas y casi se las llevó… Decidimos pasar otro día más y esa noche fue sorprendentemente tranquila; aprovechamos y realizamos la ascensión con mucha potencia y muchas ganas. Salimos entre las doce y la una y, en cuanto amaneció, estábamos casi a 7.800 metros. Nos quedaba muy poco y vimos que, con el ritmo que llevábamos y que no notábamos demasiado el cansancio, la cumbre nos esperaba. Y, efectivamente, hacia las 6:30 de la mañana estábamos ya arriba. Fuimos los primeros en llegar, abriendo huella en la parte final, porque las otras expediciones habían salido bastante antes pero los adelantamos antes del corredor, les ayudamos llevándoles una cuerda cada uno para agradecer que habían abierto hasta allí, ya que nosotros íbamos a subir sin cuerda la parte final.
«Vamos sin sherpas, sin oxígeno y sólo con las cuerdas para encordarnos nosotros»
Al Manaslu, ¿vais sin sherpas, sin cuerdas fijas y sin oxígeno?
Sí, sí, vamos sin sherpas y sin oxígeno y, a nivel de cuerdas, llevamos las de encordarnos nosotros. Cuando nos encontremos, hablaremos y quizás habrá que llevar 100 o 200 metros por si tenemos que abrir una parte que está delicada, para salvaguardar nuestra integridad.
Si haces cima en este ochomil, tendrías diez… ¿Te plantearías terminar los Catorce?
No lo sé. Si surge, surge, pero no voy con esa meta tampoco.
Dime una frase sobre tu experiencia en cada uno de tus ochomiles. ¿El K2?
Culminación de un sueño que sigue vivo en mí.
¿El Lhotse?
Una montaña pequeña al lado del gran Everest, pero a la vez muy sólida y muy alpina.
¿Gasherbrum I?
Soledad después de vivir la masificación en el vecino G2.
¿Gasherbrum II?
Alegría por el grupo que formamos y que pudimos compartir la cumbre.
¿Kangchenjunga?
Desmadre el día final, en el sentido de que no fui a esa cumbre de la manera que yo lo quería, sino por las circunstancias de tener que ir a ver por problemas de otras expediciones.
¿El Everest?
Primera experiencia en el mundo de los ochomiles, muy grata por cierto y que me inyectó esa motivación y esas ganas de seguir esos caminos de las altas montañas.
¿Makalu?
Ahora lo miro con el tiempo y, con la poca experiencia en ochomiles que tenía (había ido sólo al Everest, que es una montaña donde estás a merced de las planificaciones de todas las expediciones que hay), fue serio, solos con la montaña. Como si hubiésemos hecho ese cursillo en el Everest y el examen era en el Makalu.
¿Dhaulagiri?
Después de todas las cumbres que he hecho, fue como un regalo para mí, muy asequible, pero con el mal sabor de no haber podido compartirlo con la persona con la que iba, Juanito Oiarzabal.
¿Sigues compatibilizando el trabajo de camionero con tu pasión por el alpinismo?
Exactamente, hasta el último día antes de irme compatibilizo el tema del camión con las expediciones.
Pasar tantas horas en un camión debe ser casi lo peor para la preparación de un alpinista, ¿no?
Tampoco estoy tantas horas, porque no salgo demasiado a la carretera, sino que hago pequeños traslados. A la vez, como estamos en época de crisis, me da más tiempo.