Ahora veréis: comenzamos a entrenar poco a poco, sin prisas, para mejorar nuestra salud y ponernos en forma. Después de este periodo pensamos en medirnos con un crono, con otros deportistas o con un recorrido a superar.
En el último artículo de Entrenamiento hablaba sobre las pruebas de esfuerzo. Si para comenzar a entrenar son necesarias y muy recomendables, para acudir a alguna competición resultan IMPRESCINDIBLES. Si el resultado de la prueba es positivo, todo está en orden y si hemos entrenado un mínimo, ya podemos tomar la salida en alguna competición, aunque teniendo en cuenta estos diez consejos:
Primero. Debemos buscar un tipo de prueba que se ajuste, dentro de lo posible, a nuestro nivel y dedicación al entrenamiento. Si “sólo” dedicamos 5 o 6 horas por semana a entrenar, lo pasaremos muy mal si, por ejemplo, nos inscribimos en un maratón.
Por lo tanto, valorando el tiempo que dedicamos a entrenar, buscaremos la competición más adecuada. En concreto: para comenzar estaría bien una carrera de 10 a 12 kilómetros sin muchos desniveles y a poder ser en tierra; siempre son más agradables y menos “machaconas” que las de asfalto.
Llegar es lo prioritario
Segundo. Nuestro planteamiento de la carrera debe ser el de salir a acabar el recorrido propuesto por la organización. En otras palabras: nos marcaremos como principal objetivo el finalizar la prueba.
Y para lograrlo es necesario que salgamos corriendo a nuestro aire, no al de los demás. ¿Cómo conseguimos esto? Marcándonos el mismo ritmo que llevamos cuando entrenamos. Si nos dejamos llevar por el ritmo de otros corredores, posiblemente no logremos terminar la carrera. Éste es uno de los fallos más habituales que se producen en las competiciones.
No hay sensación más desagradable en una competición, que además habíamos preparado con ilusión, que la de abandonar. Terminar una carrera siempre nos servirá para acumular experiencia y nos motivará para participar en otra.
Tercero. La semana anterior a la competición bajaremos un poco el nivel de los entrenamientos para llegar descansados y con los “depósitos” llenos. Hay muchos deportistas, incluso de alto nivel, a los cuales los nervios les traicionan y durante los días previos a la competición, incluso horas antes, quieren comprobar si están a tope. Esto es muy perjudicial, puesto que las fuerzas que gastan en ese momento son las que echarán en falta el día que realmente hay que dar gas a fondo.
Cuarto. No debemos presionarnos a nosotros mismos con previsiones de tiempos a realizar durante el recorrido, ni con ritmos e intensidades que no son los nuestros, ni con querer batir a amigos que también participen en la prueba, ni con superar ningún record.
Quinto. Es también muy importante que nuestra vestimenta y calzado se adapten lo mejor posible al tipo de competición que hemos escogido. Si es una carrera en tierra, por ejemplo, deberemos llevar unas zapatillas con una suela para tierra, con un dibujo bien marcado y buena amortiguación. Si utilizamos unas zapatillas de asfalto, notaremos mucho el relieve y las piedras.
Sexto. El día de la competición es mejor no hacer experimentos… Nada de estrenar material, cambiar la alimentación o bebida, ni de probar un nuevo tipo de barritas energéticas. Todo lo que hagamos ese día es mejor haberlo probado con anterioridad.
Con cabeza y sin pasión
Séptimo. Es posible que los nervios nos jueguen una mala pasada ese día, que no tengamos hambre para desayunar, que vayamos al baño más veces de lo habitual… y notaremos un cosquilleo extraño en el estomago. Todo esto es normal, le pasa al más experimentado. Lo que debemos hacer es ir paso a paso: si lo que toca es desayunar, nos centraremos en esto, no en la subida que sabemos que hay a mitad del recorrido, por ejemplo.
Octavo. Comer bien e hidratarse correctamente, antes, durante y después de la prueba. Aprovechar todos los avituallamientos que haya durante el recorrido, aunque nos parezca que perdemos tiempo si nos detenemos en ellos. Siempre será un tiempo que recuperaremos después, pudiendo mantener mucho mejor nuestro ritmo.
Noveno. Calentar bien antes de comenzar la competición, una media hora antes de la salida. Un síntoma de que hemos calentado bien, es cuando rompemos a sudar.
Décimo. Los días posteriores a la competición serán de recuperación. Si entrenamos, que sea suave, aunque no nos notemos muy cansados, pues tenemos que dejar que nuestro cuerpo se recupere totalmente.
Lo que hemos de pensar en todo momento, es que lo que vamos a hacer es porque nos apetece. Nadie nos obliga ni a nadie debemos dar explicaciones, vamos a disfrutar, a acumular experiencia para otras competiciones, a ver todo el ambientillo que se monta en las carreras
En fin, una competición tiene que ser el premio que nos damos por entrenar. Recordad en todo el momento el objetivo principal: de momento…. ACABAR.
Los diez mandamientos
Elegir una carrera que se adecúe a nuestras posibilidades y a la preparación que hayamos realizado previamente.
Correr utilizando el mismo ritmo que el de los entrenamientos. No dejarse influir por la emoción del grupo.
Cuando llegue el día de la competición tenemos que estar en forma: no forzar los entrenamientos los días previos a la misma.
En esta ocasión no tenemos que batir ninguna marca; nuestro objetivo es llegar al final en un estado aceptable.
Vestimenta y calzado deben adaptarse al perfil de la carrera: temperatura, tipo de terreno…
Nada de experimentos; todo lo que hagamos ese día tenemos que haberlo hecho con anterioridad.
No dejar que los nervios nos jueguen una mala pasada. Centrémonos en el presente sin anticiparse a los acontecimientos.
Alimentarse e hidratarse correctamente antes, durante (no pasar los avituallamientos por alto) y después de la competición.
No pasar por alto la sesión de entrenamiento, sobre todo el día de la competición.
Después de la carrera, lo más urgente es recuperar. Los entrenamientos, si los hacemos, que sean suaves.
Por Lluís Capdevila, director de Extrem Team
Actividades y Entrenamiento de Alto Rendimiento
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