Para el fin de semana

Cuatro excursiones con raquetas de nieve en el Valle de Benasque

El valle de Benasque ofrece, probablemente, el surtido de excursiones invernales más abultado y variado del todo el Pirineo. Sus montañas y sus valles son un verdadero paraíso para los montañeros, especialmente para los que prefieren enfrentarse a la nieve con raquetas. He aquí un pequeño ramillete de propuestas para realizar el fin de semana que dejarán huella en quien las lleve a cabo.

Autor: Grandes Espacios y Javier Fernández Delgado | No hay comentarios |
Unas marcas negras y amarillas señalan un camino alternativo a la pista para llegar a la Besurta. Benasque  (Javier Fernández)
Unas marcas negras y amarillas señalan un camino alternativo a la pista para llegar a la Besurta. Benasque

El valle de Benasque es uno de los más bellos rincones del Pirineo. No en vano, una parte importante de su territorio está incluido en el Parque Natural Posets-Maladeta. La cabecera del valle, donde se sitúa la capital, Benasque, está rodeada por sesenta cumbres de más de tres mil metros, o lo que es lo mismo, el veinticinco por ciento de todos los tresmiles de la cordillera pirenaica, donde perviven los glaciares más extensos del Pirineo (aunque tampoco se salvan del retroceso que amenaza a los hielos europeos).

Esta fabulosa acumulación de montañas le ha valido el sobrenombre de Valle de los tresmiles, y a la villa el de Chamonix pirenaico. Salvando el hecho de que el Aneto tiene mil cuatrocientos metros de altura menos que el Mont Blanc, y que la villa de Benasque es pequeña en comparación a la famosa ciudad alpina, cuando uno se pasea por sus calles no puede dejar de pensar que la comparación es acertada.

El señor del valle

La villa de Benasque, Benás en la lengua patués, es un hervidero de gente en verano… y también cuando la nieve cubre el valle central y el rosario de valles laterales. En esos días, Benasque no solo se parece a la capital de los Alpes; también se da un aire a St. Moritz, con sus hoteles, edificios de apartamentos, restaurantes y comercios. Los que no están ahí para deslizarse por las pistas de Cerler (la estación de esquí alpino más alta de Los Pirineos que esta temporada cumple su 40 aniversario) o “fondear” por la estación de esquí nórdico de Llanos del Hospital (quizá la mejor situada del Pirineo Central), han venido para enfrentarse al colosal Aneto.

Gran surtido

El Aneto atrae a los aficionados como un fanal a los mosquitos. Durante toda la temporada blanca, cientos de aficionados se plantan en Benasque con el firme propósito de conquistar el Techo de los Pirineos utilizando raquetas de nieve, esquís de travesía o a “bota desnuda”, y no es difícil encontrar atascos de montañeros en el famoso Paso de Mahoma. A ojos de un extraño pareciera que en este rincón del Pirineo no hubiera otro sitio a donde ir, y no es así. El valle ofrece, probablemente, el surtido de excursiones invernales más abultado y variado de todo el Pirineo. Las hay para todos los colores y gustos. En las páginas siguientes ofrecemos cuatro ejemplos especialmente los usuarios de raquetas de nieve, pueden encontrar en este Valle Blanco. El autor es Javier Fernández Delgado, autor de varias guías de excursiones con raquetas por el Pirineo.

1. Ibones de la Escaleta

El histórico Camino de los Araneses, ese que se adentra por el valle de Benasque hasta el final es uno de los caminos más recorridos del Pirineo, ya que es el que lleva al refugio de La Renclusa y el Aneto, señor de la cordillera.

El camino entre los llanos y la Besurta es, en realidad, una pista asfaltada que durante los meses de invierno y de primavera permanece cerrada al tráfico. De hecho, hasta bien entrada la primavera es imposible subir en automóvil a La Besurta aunque la nieve haya dejado libre la pista, ya que lo impide un pequeño pero estratégico nevero situado justo encima del Hospital. En esos casos, es obligatorio “chuparse” los cuatro kilómetros y medio en el “tren de San Fernando”. Con la nieve cubriendo la pista es una excursión ideal para iniciarse en la disciplina de raquetas o para hacerla con niños, teniendo en cuenta que la pista es utilizada por esquiadores de fondo. Sin nieve es un agradable paseo de una hora entre bosques. En ambos casos, el trayecto es tan sencillo que no merece la pena pararse en describirlo, así que, demos un salto en el espacio y situémonos ya en La Besurta.

Itinerario

En la Besurta hay una zona donde reponen fuerzas los esquiadores de fondo. Allí finaliza también el trazado de las pistas de esquí. Se trata de un lugar que bien merece una parada, no sólo para reponer fuerzas, sino para poder admirar con más calma todo lo que nos rodea. Un poste indica la dirección a tomar tanto si se va hacia el Forau como si el destino es el refugio de la Renclusa, cuyos caminos coinciden en su primer tramo. Después de atravesar un terreno de arbolado, existe una pequeña rampa que superamos para luego desviarnos hacia la izquierda, abandonando el camino hacia la Renclusa.

En una zona con arbolado disperso y bajo el Turó de la Pleta de la Renclusa iniciamos una subida. Tras bordear el citado Turó y efectuando un pequeño descenso, volvemos a encontrarnos con el río Ésera, aunque esto es un decir, ya que la nieve impedirá verlo.

Continuando prácticamente en un llaneo junto al río nos toparemos con el Forau de Aigualluts, el inmenso agujero por el que el agua del glaciar del Aneto se cuela para formar el río Garona en el valle de Arán. Después de admirar este peculiar capricho de la naturaleza y caminando un poco más por el valle por donde discurren las aguas que van a ser engullidas, obtendremos una visión privilegiada del Aneto y de todo su macizo.

Tras haber contemplado un buen rato el Aneto, desde el llano que existe junto al Forau nos encaminaremos hacia un barranco que se encuentra a nuestra izquierda y por el que desciende el río de la Escaleta. Entre dos verticales paredes avanzaremos por ese embudo que parece estrecharse y no tener salida, pero finalmente, tras ganar altura rápidamente, se abrirá a una extensión relativamente llana: a la izquierda y sobre nuestras cabezas está el el Col del Toro, el punto más emblemático en el camino de los Araneses. Para ascenderlo, conviene caminar bajo el mismo y, una vez que prácticamente lo hayamos dejado atrás, iniciar la ascensión por su lado este. En ese lugar la pendiente es algo menos acusada. Es probable que encontremos alguna pequeña cornisa antes de alcanzar el paso, formada por el viento que sopla norte-sur, siendo ésa exactamente la orientación del citado collado.

El Col del Toro es prácticamente un llano, ayuda a tener esa sensación el helado lago del mismo nombre que allí se encuentra, pero desde luego, una vez superado el mismo, la caída hacia el Val d’Aran no es precisamente un suave descenso.

Para continuar con el recorrido propuesto tendremos que descender al camino que llevábamos. Otro nuevo embudo nos espera –corredor sería muy pretencioso-, se encuentra en dirección sudeste y da paso a los Estanys de la Escaleta. La recomendación es tratar de hacer una media ladera desde el Col del Toro en esa dirección, tratando de perder la menor altura posible. El llano-valle que tendremos ante nosotros nos recompensará del esfuerzo realizado. Es un lugar cercado por agrestes picos.

Según la época invernal en la que nos acerquemos a este lugar, podemos encontrarnos con un ambiente más o menos sombrío, la orientación norte tiene la culpa o el encanto según se mire, dependerá de cada uno. Pero en cualquier caso la conjunción de ambos factores crea un lugar único y culminará sobradamente un espléndido día invernal con raquetas.

Situación

Desnivel: 600 m

Tiempo: 7 a 8 h

Dificultad: baja hasta La Besurta y media la segunda parte

Cartografía: Valle de Benasque. 1:30.000 y Aneto-Maladeta. 1:25.000. Ambos de Alpina.

Observaciones: el recorrido carece de dificultades reseñables, salvo los dos pasos estrechos que pueden complicarnos la progresión si la nieve está dura.

2. Tuca de Roques Trencades

Este itinerario es de altura. Y no solo por su categoría y calificación, también por las vistas que se obtienen, ya que tendremos al alcance de la vista el Techo de los Pirineos y toda su cohorte de tresmiles del Pirineo; una visión de lujo. La dureza en algunos tramos se ve compensada por las excelentes vistas, los magníficos descensos, la grandiosidad del paisaje y, sobre todo, por el sentimiento de superación que experimentaremos.

En la carretera de Cerler a la zona del Ampriu, a unos 300 metros antes de llegar al aparcamiento de la estación, existe una pista a la izquierda de la misma. El punto concreto se puede identificar por la existencia de algunos paneles informativos. En caso de no poder estacionar debido a la nieve, podemos hacerlo en la estación de esquí y descender hasta dicho lugar.

Itinerario

La primera parte del recorrido coincide con la pista que bordea la Sierra del Cubillar, entre los 1.900 y 2.000 metros. Primero caminaremos por una zona despejada, y después nos internaremos en el bosque. La pista nos depositará sobre el barranco de Obago y su río, que atravesaremos por un puente, siguiendo la pista. Tras caminar unos 300 metros y cuando el cortado que se encuentra a nuestra derecha va desapareciendo, debemos desviarnos y abandonar el trazado de la pista.

El tramo que nos espera tiene algunos puntos delicados por fuerte pendiente, por lo que conviene extremar las precauciones, ya que además la orientación no es la más segura de cara a la posibilidad de aludes.

La primera parte es suave en cuanto a su pendiente, debemos ir poco a poco ganando altura pero con tendencia hacia nuestra derecha, buscando el barranco de Obago para situarnos paralelos al mismo, pero sin llegar en ningún momento a entrar en él ni perder altura. Teniendo a la vista el barranco de Obago, y más o menos en la dirección que llevamos, tendremos que buscar un pequeño barranco; su identificación será evidente ya que se trata del único lugar donde las rampas son más accesibles. Aunque en algunos puntos el desnivel es considerable, no tendrá nada que ver con las laderas que existen a los lados.

El barranco por el que efectuamos la dura subida nos marcará el camino hacia la parte alta del Obago. La pendiente disminuye según el barranco se abre. La altura rápidamente ganada nos ofrecerá una buena perspectiva del Pico Castanesa y de la propia Tuca de Roques Trencades.

Continuaremos por una amplia loma en dirección nordeste y rodeamos Cuellos Gordo para evitar la profunda depresión que tenemos delante. Es más apropiado bordearla y alcanzar fácilmente el collado de Estiba Freda, que se encuentra al sur del pico del mismo nombre y que es perfectamente visible al otro lado.

Poco antes de llegar al final de la loma empezaremos a tener a la vista la espalda del macizo de la Maladeta. Anteriormente habremos hecho lo propio con el macizo del Posets. En ese lugar debemos girar y buscar el collado de Estiba Freda, que alcanzaremos tras caminar bajo el pico del mismo nombre. La visión de las Maladetas es aquí mucho más espectacular. El descenso hacia el barranco de Estiba Freda y el valle de Ballibierna está formado por amplias laderas de suave desnivel por las que dan ganas de lanzarse a tumba abierta.

El último tramo hasta nuestro destino final es indescriptible, igualmente lo es el regreso con el Aneto siempre frente a nosotros.

Guía práctica

Desnivel: 850 m

Tiempo: 5 a 6 h

Dificultad: media-alta

Cartografía: Valle de Benasque, 1:30.000. Ed Alpina.

Observaciones: las duras rampas en la zona próxima al barranco de Obago requerirán experiencia en el manejo de las raquetas, tanto para afrontar la ascensión, como, sobre todo, para el descenso.

3. Ibones de Batisielles

El valle de Batisielles guarda celosamente uno de los rincones más cautivadores del valle de Benasque y su entorno; el que forman las agujas de Ixeia y Perramó y los ibones de Batisielles. Si los días han sido muy fríos habrá que sumar la extraordinaria cascada helada de Perramó y sus decenas de metros de hielo colgados literalmente de la pared. Si tenemos esa suerte bien podemos decir que nos ha tocado la lotería.

Desde Benasque seguimos por la carretera que se interna en el valle. Inmediatamente después de cruzar el río Esera sale a la izquierda una pista que se adentra en el valle de Estós. Continuaremos por la misma hasta una explanada donde aparcaremos el automóvil.

Itinerario

La pista continúa un trecho cementada y se encajona por encima del embalse de Estós. La zona es extremadamente sombría y el hielo está asegurado.

Poco a poco el valle se va abriendo. No hay pérdida posible ya que el camino, bien ancho, sigue el curso del río que en breve cruzaremos por el puente de Aiguacari.

Siempre en suave subida, alcanzaremos la cabaña de Santa Ana, antiguo refugio de pastores hoy convertida en una especie de ermita con con su imagen de la Virgen. Frente a nosotros, hacia el noroeste, conemplaremos una sucesión de tresmiles presididos por el Gourgs Blancs, aunque el verdadero rey del valle de Estós, después del Posets, es sin lugar a dudas el Perdiguero.

Abandonaremos el cómodo y placentero camino del valle de Estós en un cruce. Un poste señala la senda que entre el bosque se dirige a los ibones de Batisielles. El camino es menos evidente que el que hemos dejado atrás, pero no es muy difícil de seguir ya que, en algunos trechos, forma un pasillo entre los árboles.

No es aconsejable buscar recorridos alternativos y más directos bosque a través, ya que el desnivel y la pendiente son considerables. Lo más cómodo es tratar de seguir el camino de verano.

Poco a poco el camino se va haciendo más estrecho y la dificultad para intuirlo aumenta. Tras un placentero paseo a medio camino entre el llaneo y la cómoda ascensión, alcanzaremos un puente de madera que salva la Aigueta de Batisielles. Al otro lado el camino gira a la izquierda y continúa durante un corto tramo paralelo al barranco que hemos superado, hasta llegar a una zona relativamente llana donde veremos una pared de roca frente a nosotros. En este punto es fácil despistarse. Para tomar la dirección correcta hay que girar a la derecha antes de llegar a la referida pared, dejándola primero a la izquierda y luego prácticamente a nuestra espalda. Enseguida volveremos a intuir la senda, sobre todo porque la pendiente es de una inclinación considerable y el camino a seguir es casi el único lugar relativamente plano.

Entre revuelta y revuelta seguimos subiendo, y parece que el bosque nunca acabará. Pero de repente la pendiente se modera y entre los pinos negros se vislumbran Las Tucas y la Aguja de Ixea, y luego la Aguja de Perramó. La vegetación se va haciendo menos tupida y deja paso a un terreno plano y más abierto, donde se encuentra el helado Ibonet de Batisielles. La sensación que se tiene al contemplar este lugar resulta difícil de explicar.

Tras haber recuperado fuerzas y disfrutado del lugar, podemos continuar hacia los ibones de Escarpinosa. Para ello, nos dirigimos hacia el suroeste; las agujas de Chuise e Ixea sirven de referencia, ya que justo a sus pies se encuentran los señalados ibones. Una variante del GR-11 coincide en este tramo con el camino que tenemos que seguir, por lo que algunas de sus señales o hitos pueden estar a la vista a pesar de la nieve.

Dejando atrás el Ibonet, avanzaremos por un terreno prácticamente llano, desviándonos al poco rato a nuestra derecha para afrontar una pequeña subida entre bosque, la cual nos depositará en una plana. Allí se intuyen las retuertas del río y una pared que enmarca la referida plana. Después de atravesarla, deberemos buscar un puente, referencia importante para seguir el camino correcto.

Una vez atravesado el puente, frente a nosotros se encuentra un pequeño barranco, formado por el río que baja desde los ibones de Escarpinosa. Debemos seguirlo buscando entre el arbolado el sombrío paredón por donde se descuelga el hielo de la cascada de Perramó. Finalmente, como por encanto, el primero de los ibones de Escarpinosa, el ibón Azul, surgirá ante nuestros ojos. Como punto final a este recorrido, recibiremos de regalo una excepcional vista del Perdiguero, siendo por lo tanto un motivo más para acercarnos a este recóndito lugar.

Guía práctica

Desnivel: 745 m

Tiempo: 7 a 8 h

Dificultad: media

Cartografía: Posets. 1:25.000. Ed Alpina

Observaciones: recorrido sin complicaciones técnicas, pero hay que prestar atención a la orientación ya que al transcurrir por un terreno caótico y con arbolado las referencias son escasas.

4. Valle y Circo de Remuñe

Esta excursión puede parecer a priori un simple paseo, pero no es del todo así: en algunos puntos puede exigir una cierta destreza. Es, en definitiva, un itinerario para empezar a exigirnos más con las raquetas, pero sin grandes complicaciones.

Por otro lado, el recorrido en sí nos sorprenderá, sobre todo en cuanto ganemos un poco de altura y nos parezca estar mirando casi de tú a tú al pico de Alba y a las últimas cimas que cierran el macizo de la Maladeta por el oeste. Y eso sin olvidar al principal protagonista de nuestra excursion: el encajonado y hermoso valle de Remuñe y su circo.

La carretera que desde Benasque sube hasta los Llanos del Hospital termina bruscamente encima del referido llano. No es la broma de un ministro. Es que el túnel que uniría Benasque con Bagneres de Luchón no se construyó. Todavía hoy, de vez en cuando sale en algún periódico noticias sobre la posible construcción del túnel, pero… Mientras ese día llega, la carretera es de uso exclusivo de montañeros y excursionistas. En invierno se limpia para que se pueda llegar al Hospital de Benasque, de modo que podremos llegar casi al principio de la excursión.

Itinerario

Comenzaremos buscando un cartel indicativo en el borde izquierdo de la carretera en sentido de subida, que señala el valle de Remuñe. Un pequeño repecho nos servirá para superar el talud de la carretera y salir a una zona relativamente llana con arbolado disperso.

La primera parte del recorrido se desarrolla entre arbolado, pero a partir de 1.900-2.000 metros éste prácticamente desaparece. Esta vegetación puede complicar en algunos lugares la elección de la dirección, pero no es un grave problema, ya que el propio valle marca el rumbo de la marcha.

Después de un pequeño paseo, donde los pinos no suponen problema alguno, debemos ir ganando altura poco a poco, pero esta vez entre un bosque relativamente denso. Cuando el bosque se abre aparece una media ladera por un barranco encajonado y con algún riesgo de aludes. Conviene dar un rodeo, que, además de ser menos peligroso, se desarrolla por un terreno visualmente más atractivo.

El lugar por donde debemos continuar se encuentra detrás del pequeño cresterío que tenemos a nuestra izquierda, esto es, al otro lado del barranco más encajonado. Entre el punto donde nos encontramos y la subida por el sitio que señalamos, se encuentra el río; y decimos esto porque si el río está oculto por la nieve, no pasa nada; pero si no es así, tendremos que buscar el paso más apropiado para cruzarlo.

La visión de la primera rampa quizá nos haga pensar que nos hemos equivocado. No es así; con un par de zetas y un corto pero incómodo tránsito por entre unos árboles, saldremos a un pequeño llano. Desde aquí se intuye el camino a seguir: se trata de continuar por el barranco con cierta tendencia hacia la derecha hasta dar con el “camino” que viene por el fondo del valle. Ambos “caminos” se vuelven a encontrar en una zona llana. El valle vuelve a encajonarse y de nuevo se abre antes de alcanzar los ibones de Remuñe. La zona es un lugar más o menos llano y abierto bajo el pico de Remuñe y con la visión al fondo del valle de la Forca de Remuñe, que vendremos contemplando desde hace algún tiempo.

En estos ibones, o simplemente en este lugar, ya que difícilmente los ibones podrán ser identificados bajo la nieve, podemos dar por terminado este peculiar y a la vez sorprendente recorrido.

Si nos encontramos con fuerzas y tenemos tiempo suficiente, podemos intentar continuar hasta el propio circo de Remuñe. Para ello, debemos seguir caminando por el fondo del valle, con un nuevo encajonamiento que posteriormente da paso a otro llano, esta vez justo a los pies de la Forca de Remuñe y el pico de Maupas. Espectacular. Reservad fuerzas, aún nos queda bajar y disfrutar con la visión del macizo de Maladeta y el pico de Alba.

Guía práctica

Desnivel: 400 m

Tiempo: 4 a 5 h

Dificultad: media

Cartografía: Valle de Benasque. 1:30.000. Ed Alpina.

Observaciones: no existen peligros de consideración. Únicamente debemos estar atentos a los posibles aludes en las caras sur, esto es, principalmente en la margen izquierda del valle, sobre todo en los encajonamientos.

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