Todo comenzó con una fotografía del Cervino que colgaba de la habitación de niñez de Kilian Jornet, pero Summits of My Life son muchas cosas: no solo cumbres como el Mont Blanc, el Cervino, el Elbrús, el Denali, el Aconcagua y el Everest. Son 5 años de retos increíbles pero también de amistad, de aprendizaje, de tristeza y de respeto por la naturaleza. El atleta ceretano cerró el proyecto con un doble ascenso al Everest en mayo de 2017.
Aprovechando la presentación del nuevo libro Summits of My Life: sueños y retos en la montaña, Kilian ha hecho balance sobre estos cinco años que le han llevado a descubrir las cimas de su vida. Editado por Ara Llibres en catalán y castellano, incluye textos escritos en primera persona por Kilian, fotografías e infografías.
«Elegí ocho cumbres que me hacían una ilusión especial»
¿Cómo nace Summits of My Life?
Todo comienza con una foto del Cervino que presidía la habitación de mi infancia. En mis sueños imaginaba que un día subiría. En 2011, después de una temporada de trail muy buena, me notaba deprimido. Sentía que estaba perdiendo oportunidades de conocerme y hacer cosas diferentes que me permitieran abrirme de una nueva manera. Un día, al volver de entrenar, apareció la foto del Cervino. Había tenido la suerte de conocer a personas como Marino Giacometti, padre del skyrunning, que había hecho ascensos a cumbres míticas con material muy ligero. Él había guiado a corredores como Fabio Meraldi, Pep Oller, Jean Pelliser o Bruno Brunod a establecer récords de velocidad al subir y bajar del Mont Blanc, el Aconcagua, el Cervino… Si uno me hacía especial ilusión superar, y también me daba miedo, era el del Cervino, establecido por Bruno. Me sudaban las manos y el corazón me latía con fuerza y me di cuenta de que era el momento de iniciar Summits of My Life.
El Cross del Mont Blanc, la Innominata, el Mont Blanc, el Cervino, el Elbrús, el Denali, el Aconcagua. ¿Por qué estos ocho retos?
Elegí ocho cumbres que me hacían una ilusión especial: por el reto deportivo, por la historia, por la belleza de la montaña, por las dificultades que encontraría o por el aprendizaje que me aportaría. Sabía que en la montaña lo que venden son los récords pero, también, que lo que queda de todo ello es el recuerdo de cómo lo hemos hecho. Por eso escribí una carta de valores donde establecía los principios que debían regir el proyecto: para reivindicar el ‘cómo’ y no tanto el ‘qué’.
Ligeros, en silencio, con responsabilidad, de manera purista y minimalista. ¿Así entiendes que se debe descubrir la montaña?
Creo que tenemos que aprender a vivir con menos, con lo que necesitamos para poder ser lo más humanos posible, el máximo de adaptados al medio, a la naturaleza. A mí me gusta ir a la montaña sin intermediarios, sin asistencia, sin ayudas externas, con humildad, sin querer ser superior a ella. Nuestra fuerza son los pies, el cuerpo, las piernas y la mente. La montaña es sincera, está lejos de la hipocresía. Ninguna mano puede ayudarnos cuando estamos en peligro y tampoco hay nadie que nos felicite. Somos responsables de todas nuestras acciones, tanto si salen bien como mal.
«Al llegar al campo base avanzado estallé de emoción: ¡dos Everest en una semana!»
El 21 de mayo de 2017 llegas a la cima del Everest ¿Qué sentiste al pisarla por primera vez?
No sabría cómo decirlo: no sentí una emoción muy fuerte en ese momento; quizá el cansancio me lo impedía y el cerebro funcionaba ahorrando el máximo de energía posible. Sí, estaba contento porque ya no tenía que subir más, pero solo pensaba en que tocaba bajar rápidamente.
¿Por qué decidiste hacer un segundo Everest?
Incluso después de hacer cima, me quedaba un sabor amargo por no haber podido subir en las mejores condiciones. Sabía que habría una ventana de buen tiempo entre el 27 y el 28 de mayo. Crucé una mirada con Seb y dijimos que la aprovecharíamos
La sensación, al terminar, ¿fue diferente a la del primero?
Al llegar al campo base avanzado, entonces sí, estallé de emoción: ¡dos Everest en una semana! Pensé en todo lo que habíamos hecho en solo un mes y en la manera de conseguirlo: escalamos aquellas montañas como cuando estamos en casa, en los Alpes. Y esto abre nuevas perspectivas para el futuro, todo un nuevo mundo de posibilidades.
¿Qué balance haces de estos cinco años del proyecto Summits of My Life?
Han sido cinco años de aprendizaje que me han permitido descubrir lugares espectaculares del mundo y, ante ellos, mi insignificancia. Proponerme retos cada vez más exigentes me ha obligado a aprender nuevas técnicas, a pasar más horas en las montañas, a ganar experiencia y conocimiento y, con mis compañeros, absorber todo lo que me han dado. También han representado un cambio en la forma en que vivo la montaña.
Y ahora, ¿qué?
Antes pensaba que era triste cuando los sueños se hacían realidad, que te quedabas vacío, pero, en este caso, no ha sido así. Los mejores sueños, cuando se cumplen, te abren las puertas a nuevos sueños que antes no podías imaginar.
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