A gran variación de altitud del Valle del Jerte, que va desde los 350 a los 2500 metros, y las múltiples orientaciones de sus laderas son responsables, en gran medida, del singular microclima jerteño y de los numerosos ecosistemas que contiene: bosque de ribera, dehesa de encina, robledales, matorrales y pastizales de alta montaña, junto a un bosque cultivado de cerezos, con presencia de castaño y olivo.
Todo ello forma un mosaico de colores, tonalidades y contrastes que deleitan al viajero que se adentra por esta parte de la alta Extremadura en los días del invierno. Esta gran diferencia de altitudes hace, por otra parte, que en el Valle se puedan vivir varias estaciones en un mismo día invernal: en las partes bajas y medias se podrá estar al sol abrigado solo con un jersey, y disfrutar caminando, montando en bicicleta o a caballo, mientras que en las alturas, la nieve y el viento frío son protagonistas de un territorio que hace las delicias de los aficionados a las raquetas de nieve y los deportes de invierno en general.
No hay que olvidar que es en esta comarca donde se alcanza el techo de Extremadura, concretamente en El Torreón, a 2401 metros de altitud, en la sierra de Candelario o de Béjar. La ascensión a esta cumbre por la Ruta de Rebeco, o desde el puerto Tornavacas, es una excursión cinco estrellas que alcanza categoría de actividad de alta montaña en invierno.
La ascensión a la Covacha desde la garganta San Martín también forma parte de este grupo de excursiones de alta montaña.
En invierno, cuando los atardeceres dibujan majestuosos perfiles en cada una de las vertientes de la comarca y el ambiente sosegado empapa los sentidos y penetra hasta lo más hondo, es un momento extraordinario para disfrutar de los senderos de la parte baja y media, donde la nieve raramente permanece mucho tiempo.
Hay donde elegir, pues la comarca cuenta con 26 rutas homologadas, de diferente dificultad y longitud, que conducen al caminante a pintorescos rincones naturales cargados de belleza. Algunos de esos caminos, los que están a mayor altura, se convierten, en magníficos itinerarios para recorrerlos con raquetas de nieve e introducir a los más pequeños en esta divertida actividad.

A este efecto, cabe apuntar como curiosidad que cuando la nieve cubre la carretera del puerto de Honduras, se puede subir por ella caminando con o sin raquetas obteniendo estupendas vistas del Valle. Y si no se tiene experiencia para abordar cualquiera de estas actividades, o, sencillamente, equipo, es una buena noticia saber que en el Jerte hay empresas de turismo activo profesionales que facilitan el material, la información y el guiado para disfrutar de todas las actividades que se pueden llevar a cabo durante el invierno en la comarca.
En definitiva, el Valle de Jerte no es solo cerezos en flor. Es, sobre todo, un paisaje físico y humano, con tradiciones y costumbres ancestrales, amables gentes y un extenso patrimonio cultural que no basta con visitar una vez al año. También en invierno, el Jerte es un “valle de cuento”.
A vista de pájaro
La forma de gran anfiteatro que tiene el Valle del Jerte proporciona multitud de lugares donde detenerse, admirar el paisaje y conseguir esa imagen perfecta que se grabará por siempre en la retina. En este sentido, la comarca cuenta con multitud de miradores acondicionados para obtener con comodidad las vistas más espectaculares. Especialmente interesantes son el mirador del puerto de Tornavacas, en la N-110, entrada natural al valle desde la provincia de Ávila; el del Chorrero de la Virgen, en plena Reserva Natural Garganta de los Infiernos; el mirador de la Memoria Histórica, en la carretera que une la N-110 con El Torno; el de la Era San Bernabé, en los alrededores de Casas del Castañaro; y el mirador A Ras del Cielo, en Piornal, la localidad situada a más altitud de Extremadura.
Un valle protegido
Un 95 por ciento de la superficie del Valle, se encuentra amparado bajo alguna figura de protección natural, ya que en él confluyen, de modo solapado, dos redes de espacios protegidos. Por un lado, la Red Natura 2000, y, por otro, la Red de Espacios Naturales Protegidos de Extremadura (RENPEX). Reservas naturales, árboles singulares, zonas de protección de pesca y caza… todo ello conforma un extenso y rico patrimonio natural con una rica fauna y flora. Entre todo este acervo natural merece una mención especial la Reserva Natural Garganta de los Infiernos, que alberga una gran biodiversidad y una de las zonas de baño naturales más impactantes del mundo: los Pilones, una sucesión de pozas y cascadas de extraordinaria belleza.
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información en www.turismovalledeljerte.com