Imaginemos la siguiente situación. Caminamos por el fondo de un valle con una pendiente suave y continua. No paramos y mantenemos el ritmo sin aflojar en ningún momento. Es uno de esos días en los que tenemos la sensación de que podemos con todo. Nuestro corazón late a 110 pulsaciones por minuto, y eso representa más o menos un sesenta por ciento de nuestro ritmo máximo. ¿Cómo lo sabemos? Hay una fórmula para averiguar nuestras pulsaciones máximas: a la cifra 220 restamos nuestra edad y el resultado lo multiplicamos por 0,60. Con este nivel de pulsaciones estamos consumiendo fundamentalmente grasa corporal, y si nos lo propusiéramos podríamos mantener ese ritmo durante días y días, sin necesidad de reabastecer nuestro organismo de energía. Y eso es así porque nuestro organismo es fruto de un proceso de adaptación de miles y miles de años en los que “hemos” comido cuando hemos podido y teniendo que hacer larguísimos desplazamientos para conseguirlo. Eso nos ha preparado para pasar largos periodos sin comer y para afrontar grandes comilonas cuando era posible.
Pero regresemos al camino que comienza a ponerse cada vez más tieso. Si mantenemos un buen ritmo nuestro corazón se pondrá a unas 150 pulsaciones por minuto, más o menos al 80 por ciento de nuestro máximo cardiaco. En estos momento ya estaremos trabajando mayoritariamente con la glucosa que obtenemos del glucógeno almacenado en nuestros músculos. Ese recurso energético es mucho más limitado en el tiempo que la grasa corporal. Menos mal que, aunque la ascensión sea larga y físicamente exigente, la noche pasada cenamos un gran plato de macarrones con tomate, una generosa ración de tortilla de patatas acompañada de un par de rebanadas de pan y un par de plátanos; y que esta mañana hemos desayunado un bol de leche con muesli y frutos secos. Y, además, nos hemos comido un par de barritas de cereales a medio camino y hemos bebido una bebida isotónica con carbohidratos combinada con agua. Si no fuera así, nos hubiéramos fundido a mitad de camino. Ahora, a mitad de camino bebemos y comemos para reponer las fuerzas: un sándwich de jamón, un puñado de pasas y de ciruelas secas y recuperamos el líquido y las sales que habíamos perdido con la gran sudada que llevamos.
Glucosa y glucógeno
La glucosa es el sustrato energético de primer orden, utilizable en esfuerzos de media y alta intensidad, por lo que, si nuestra actividad es fuerte, debemos garantizar que nuestro organismo tiene suficiente reserva de ella o ir suministrando alimentos que nos la provean. La glucosa se acumula en nuestro organismo en forma de glucógeno, hasta un máximo de unos cuatrocientos gramos en los músculos y unos cien gramos en el hígado. El glucógeno necesita mucho agua para su almacenaje, por lo que cuando andamos repletos de glucógeno es normal sentirnos algo pesados, incluso hinchados. El glucógeno de los músculos se utiliza in situ como combustible muscular, mientras que el hepático se utiliza para dar energía a otras células del cuerpo, entre ellas las neuronas.
Cuando el nivel de esfuerzo físico es de tipo medio o bajo (caminamos por llano o por pendiente suave a un ritmo suave) la energía suministrada a los músculos proviene fundamentalmente de la grasa corporal. Por cierto, hay que decir que un gramo de grasa proporciona nueve kilocalorías, mientras que uno de glucosa sólo proporciona cuatro. Los depósitos de glucógeno alcanzan para cubrir poco más de dos horas de carrera de intensidad elevada, o unas tres horas de caminata a ritmo vivo. El famoso “muro” que a veces hace abandonar a los corredores de maratón se suele producir sobre el kilómetro 30 o 35, poco más allá de las dos horas de carrera.
Pensemos en que si nuestro cuerpo se queda sin gasolina súper (glucosa-glucógeno), tenemos dos opciones: o disminuimos nuestro ritmo pasando a otro tipo de combustión, o vamos aportando gasolina súper en él durante la actividad. Para ello tendremos que disponer de alimentos de fácil digestión y elevada concentración de carbohidratos que nos permitan mantener un nivel óptimo y estable de glucosa. En los alimentos no todos los carbohidratos se encuentran en forma de glucosa. En el pan los encontramos como amilopectina y maltosa, que una vez digeridas se transforman en glucosa. En la leche está en forma de lactosa, que proporciona glucosa y galactosa. En la fruta encontramos la sacarosa, que se disgrega en forma de fructosa y glucosa. Esos son alimentos aptos para llevar en la mochila. Si elegimos alimentos más elaborados podemos optar por las barritas de cereales con miel u otros jarabes o azúcares; los geles: un formato semisólido de jarabe de azúcar que permite ser deglutido sin ningún esfuerzo y que siempre se debe acompañar de un buen trago de agua; y la bebida isotónica con carbohidratos que nos hidrata a la vez que nos da energía y sales para reponer las que perdemos a través del sudor (sobre todo sodio).
Entrenar en ayunas
Entrenar sin desayunar es una tendencia que está de moda. Se le atribuye el efecto de entrenar al cuerpo para que se potencie el uso de las grasas corporales en ritmos de intensidad de trabajo más altos, permitiendo un alto rendimiento a partir de dicho sustrato energético. Hay opiniones, respaldadas con estudios, tanto a favor como en contra. Si realmente se produce dicho efecto, en deportes de resistencia puede ser un factor decisivo para mejorar el rendimiento.
Otros efectos que produce este tipo de entreno es el autoconocimiento y la buena gestión de los ritmos de marcha en situaciones de poca disponibilidad de glucosa. O lo que es lo mismo, saber manejarse y adaptar el ritmo cuando las pilas las tenemos bajas. Antes de llegar a la hipoglucemia (la temida pájara) en necesario adaptar el ritmo y ser capaces de mantenerlo durante mucho rato.
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13 comentarios
Hola, he dejado mis comentarios en la última entrada del blog: https://lameteoqueviene.blogspot.com/201 8/07/avance-meteo-semana-9-13-julio-sigu e.html Luego, con un poco más de tiempo, intento añadir algo más. Un saludo
Entiendo que si, Frontfred, que el autor se ha liado y ha puesto una fórmula para calcular la frecuencia máxima cuando su intención era dar la que pudiera calcular el 60% de la máxima… Quiero pensar que es eso. Pero se ha expresado como el pompis, con perdón. Y lo que ha dicho textualmente es que para calcular la frecuencia cardíaca máxima en función de la edad, se hace así: «Hay una fórmula para averiguar nuestras pulsaciones máximas: a la cifra 220 restamos nuestra edad y el resultado lo multiplicamos por 0,60». Esto es lo que hemos dicho. Y nos hemos quedado tan anchos. Sobre los comentarios 7 y 8, está claro que aquí todos somos expertos nutricionistas…
Qué fenómeno el artículo, lo tiene todo, sólo le falta proponer una inyección mortal de glucosa para acabar pronto con el sufrimiento. Desde luego, siguiendo estos consejos se alcanzará la cima de la montaña pero no la cima de la vida. Alimentos procesados, harinas refinadas y azúcares=obesidad, diabetes y…nutrición del siglo pasado!!!
Tortilla de patatas, macarrones, pan, sandwich… Siento el tono que voy a emplear, pero es que esto es nutricionismo decimonónico. En el artículo se menciona de qué se componen diferentes alimentos ricos en hidratos de carbono, pero no se indica los diferentes efectos tiene cada uno. Como si comer macarrones, terrones de azúcar o papaya viniera a ser lo mismo. Indignante. Nuestro sistema digestivo es incapaz de asimilar de forma óptima muchos de estos alimentos porque no tenemos las enzimas adecuadas y acaba, no sólo estresando a nuestro organismo con digestiones pesadas, si no convirtiendo una gran parte de los mismos en ácidos grasos saturados. Lo que hay que comer es fruta, todo lo demás, veneno.
Dice que 110 pulsaciones es el 60 % de las pulsaciones máximas, mas o menos. Y para calcularlo, multiplicas 0,60 a tus pulsaciones máximas teóricas (220 menos la edad). Lo que pasa es que no está muy bien expresado. También espero lo que dirá Jorge sobre esto. Que vamos todos un poco perdidos.
Creo que si hablamos del «entrenamiento en ayunas» deberíamos primero definirlo.Y tratarlo en seis líneas, lo encuentro un poco atrevido, la verdad. Si escogemos una temática para hacer un artículo, ni que sea breve y de difusión general, pienso que deberíamos tratarla con un mínimo rigor…
La segunda perla: «… y si nos lo propusiéramos podríamos mantener ese ritmo durante días y días, sin necesidad de reabastecer nuestro organismo de energía.» La actividad física continuada depende de varias cosas… No solo de que tengamos suficiente grasa en el cuerpo para suministrar la energía necesaria. Me gustaría ver al articulista a 110 ppm durante «dias y dias» sin probar bocado (ni dormir, claro), a ver la cara que pone o las pocas horas que dura haciendo esto… Por favor, seamos un poco serios con los artículos que publicamos.
Fantástico artículo. La primera en la frente: «Hay una fórmula para averiguar nuestras pulsaciones máximas: a la cifra 220 restamos nuestra edad y el resultado lo multiplicamos por 0,60». Me parece que sobra el coeficiente 0,60. Ahora mi duda es si alguien ha tenido un lapsus, o alguien no tenía idea de lo que estaba diciendo…
Yo hace tiempo que abandoné todos esos ultraprocesados llenos de azucar ( barritas, geles, chocolates,etc) . Desde que sigo a Jorge en lameteoqueviene he mejorado en salud y rendimiento en montaña. Como dice él, azúcar malo, grasas buenas.
Hola: hay quien dice que lo que dice el artículo no es saludable, que llenar el «depósito» a base de hidratos en vez de con grasas saludables (huevos, pescado, lácteos, carnes, etc.) nos vuelve «dependientes». Por ejemplo aquí http://lameteoqueviene.blogspot.com/ Me gustaría saber que opina el autor del artículo de todo esto.